Según la columna de The New York Times escrita por Gregory Makoff*, el presidente de EE.UU. parece estar tomando notas del manual de Javier Milei y, sin darse cuenta, también de Perón. Porque si algo ha dejado claro la política argentina en los últimos 80 años eso de "peronistas somos todos", como dijo el mismísimo Juan Domingo. Y ahora, al parecer, también lo son Trump y Elon Musk.
La relación entre estos tres personajes parece sacada de una serie distópica: Milei fue el primer líder extranjero en visitar a Trump tras su victoria, Musk no para de intercambiar mensajes con el equipo de nuestro libertario presidente, y los tres comparten una retórica que haría que cualquier burócrata tiemble de miedo. ¿El problema? Que EE.UU. no es Argentina (todavía), y llevar la motosierra más allá del Río de la Plata puede ser un experimento más riesgoso que pedirle al FMI otro préstamo.
Makoff en su columna advierte que Trump está aplicando la "estrategia Milei", pero con un giro peronista inesperado. En lugar de recortar el Estado para estabilizar la economía, está metiendo a su propio equipo en todas partes, como quien acomoda punteros en una intendencia del conurbano. Mientras Milei ajusta porque "no hay plata", Trump ajusta para fortalecer su poder. Y aquí es donde las similitudes con el peronismo se vuelven más incómodas.
Porque si algo sabe hacer el peronismo es sostenerse en el tiempo. A fuerza de pragmatismo, épica y billetera (cuando hay). Y aunque Trump y Milei odien el estatismo, la política populista y el gasto público, lo cierto es que sus movimientos recuerdan mucho a la estrategia peronista de concentración de poder y polarización extrema.
Mientras Milei sigue con la motosierra, Trump juega a ser el jefe de un nuevo "movimiento nacional y popular" versión MAGA ("Make America Great Again", slogan de campaña de presidente norteamericano). Así las cosas, quien sabe si un día de estos el sueño americano se termine viviendo… en versión criolla.
*Gregory Makoff es experto en deuda soberana e investigador de la Harvard Kennedy School, trabajó por 20 años en el Citigroup, asesoró a varios gobiernos en reestructuraciones y trabajó en el Departamento del Tesoro de EEUU como asesor senior.