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09 de Marzo de 2025
sociedad |
Marisa Gomez

¿Hacele caso al Dibu?

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-  Por Marisa Gómez -

 

 

Iván se encierra en el baño. Escucha un mensaje del único amigo que todavía le hace el aguante. 

 

Su madre sube las escaleras y le golpea la puerta.

 

Está el desayuno, ya sabés que a tu papá y a mí, no nos gusta llegar tarde. Dale Iván, todos los días es lo mismo. ¡Cansás!, agrega el padre.

 

Su mamá entra a la habitación, mira la computadora encendida y la cama sin desarmar. Otra vez no se acostó. Algo no está bien. 

 

Golpea de nuevo la puerta del baño, ¿estás descompuesto?

 

Voy a cumplir dieciocho. Estoy harto de que me controlen todo el tiempo, por suerte en dos meses me voy a la universidad.

 

Tenés razón. Está el desayuno, apurate, papá se enoja, le dice en susurro. 

 

Iván toma de un sorbo el café y en dos bocados se devora las tostadas y el huevo revuelto mientras lee otro mensaje de su amigo. Le coloca una manito y escribe, prometido: Nunca más.

 

Esta vez no te voy a fallar. 

 

Cuando su madre se acerca para darle un beso, Iván esconde el celular. Tiene que solucionar el enredo en el que está metido. Ya hace un mes que Juan le reclama el dinero, está asustado. Antes de que su madre salga le pide plata, porque el colegio va a contribuir con mercaderías para los merenderos, la mentira le sale sin pensarlo. 

 

Andá a la despensa y sacá algo.

 

No mamá, prefieren la plata porque ellos saben lo que hace falta.

 

Mejor, y ¿cuánto te doy?, le dice, mientras abre la billetera. 

 

No, mándame a mí por mercado pago, y cuando llegue al colegio, averiguo  la cuenta y se lo reenvío. 

 

Su padre abre la caramelera, ¿alguien agarró la plata que dejé acá, anoche? 

 

No, contesta la madre. El padre busca los ojos de Iván, pero su hijo lo esquiva.

 

Iván, contéstame, ¿viste o no viste la plata?

 

No. 

 

Vos viste que los guardé allí, ¿no? A los billetes con la banda elástica, Iván.

 

No, le dice, y baja la cabeza. 

 

Iván se jura que nunca más ese juego y que va a devolver todo lo que le sacó a sus padres. Se lo promete con fuerza, se lo repite una y otra vez.  

 

El amigo lo espera en la puerta del colegio, la cara tapada por la gorra, no durmió en toda la noche. Iván lo abraza, y  aquí está una parte, la otra va por mercado. Gracias. 

 

¡Pará pelotudo! Mi viejo sospecha algo y me vigila, cambia la guita de lugar y me quiso revisar el celular. No voy a poder ayudarte más. Hace un año que empezaste con esto, mirá el

 

Dibu, hacele caso al Dibu. Vos eras el que se reía, de los giles que se enganchaban.

 

Tranquilo. Ya no más. Juré que no. Pero anoche tenía un pálpito.

 

Y… ¿ganaste? 

 

No. Anoche no. Jugué para recuperar y perdí, y volví a perder. Pero ya no más. Te lo prometo.                                     

 


 

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