Alejandra “Locomotora” Oliveras falleció el lunes 28 de julio a las 16 horas en el Hospital José María Cullen, en la ciudad de Santa Fe. La boxeadora, cinco veces campeona mundial en distintas categorías, llevaba dos semanas internada tras haber sufrido un accidente cerebrovascular (ACV) isquémico. Tenía 47 años y una trayectoria única, tanto dentro como fuera del ring.
Nacida en Jujuy y criada en Córdoba, su infancia estuvo atravesada por la pobreza. Comenzó a trabajar desde muy chica y supo manejar tractores antes de cumplir los 10 años. Su historia de vida estuvo siempre signada por la superación. Víctima de violencia de género, tomó la decisión de defenderse y entrenarse como boxeadora luego de un episodio que marcó un quiebre: su entonces pareja golpeó a su hijo. Aquella decisión transformó su destino.
A lo largo de su carrera, acumuló 38 combates, con 33 victorias (16 por nocaut), tres derrotas y dos empates. Alcanzó seis títulos mundiales en cinco categorías distintas, y en 2015 logró el récord Guinness por haber ganado campeonatos en más divisiones que cualquier otra boxeadora de la historia. “Cada pelea por el título terminó en nocaut”, escribió alguna vez.
Desde la madrugada de este martes, su cuerpo permanece en una sala velatoria del microcentro santafesino. En esta primera etapa, la despedida es privada, con la presencia de sus hijos, familiares y personas cercanas. Entre las primeras ofrendas florales se destacó la enviada por la Municipalidad de Santo Tomé y la de la familia de Leo Mattioli.
A las 17 horas, los restos de la campeona serán trasladados a la Legislatura de Santa Fe para permitir que el público le brinde su homenaje. Está previsto que esa parte de la ceremonia finalice a las 21 horas.
El miércoles a las 10, en el Cementerio Municipal, tendrá lugar la cremación. La provincia declaró 72 horas de duelo, en reconocimiento a una figura que dejó huella en el deporte argentino.
La decisión de mantener un perfil bajo en la despedida responde al deseo de la familia de preservar la intimidad, en sintonía con los valores que la deportista defendía en su vida cotidiana. Aunque los homenajes espontáneos se multiplicaron en redes sociales, desde donde se compartieron mensajes, fotos y videos, el entorno más cercano optó por limitar el acceso a la prensa y a los fanáticos en las instancias finales.