En un giro inesperado para uno de los países con mayor producción y consumo de carne vacuna del mundo, Argentina comenzó a importar volúmenes considerables de carne desde Brasil, una tendencia que no se veía desde hace años. Según datos publicados por la agencia Bloomberg, el fortalecimiento del peso argentino y la liberalización del comercio exterior bajo el gobierno de Javier Milei están detrás de este fenómeno, que responde a una coyuntura donde, en ciertos casos, es más barato traer carne del exterior que producirla localmente.
La consultora AZ Group informó que, durante el primer semestre de 2025, Argentina importó un promedio mensual de 1.033 toneladas de carne brasileña, muy por encima de las apenas 24 toneladas mensuales del mismo período del año anterior. Este nivel de importación representa un récord estacional desde 1997, según datos oficiales del gobierno brasileño.
Aunque el volumen total importado aún representa una porción muy pequeña frente a la producción mensual nacional, el hecho no deja de ser simbólicamente relevante. Refleja cómo las nuevas políticas económicas están modificando el comportamiento de uno de los sectores más tradicionales del país.
En el plano local, la situación también impactó en el mercado ganadero. Según datos del mismo informe, el precio del novillo en dólares llegó a rozar los 5 dólares por kilo, complicando los márgenes de los frigoríficos y haciendo más atractiva, en algunos casos, la opción de importar carne.
Esto ocurre mientras el consumo interno de carne vacuna, aunque en baja, sigue siendo elevado. Cada argentino consume en promedio 50 kilos al año, una cifra que ha descendido respecto a años anteriores, pero que sigue ubicando al país entre los mayores consumidores per cápita del mundo. Por esa razón, el precio de la carne continúa teniendo una carga política considerable, sobre todo en un año electoral. Solo en junio, el valor de la carne aumentó 53% interanual en el AMBA, por encima del 39% de inflación general para el mismo mes.
En definitiva, la aparición de carne importada en góndolas argentinas, aunque por ahora marginal, es una señal más de los profundos cambios que atraviesa la economía del país.
R.G.