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Día de la Mujer: Silvia Williams, presidenta de la Asociación Galesa

Silvia es una mujer orgullosa de sus raíces. Fue maestra durante más de 30 años y crió a cuatro hijos. Su vida giró alrededor de la colectividad galesa: ahora, dirige la Asociación. Escuchá su historia.

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En esta ocasión, decidimos homenajear a todas las mujeres de nuestra localidad en su día, a través de tan solo unas pocas que forman parte de nuestra comunidad y la enorgullecen; una breve selección entre todas las increíbles mujeres que hacen que Esquel sea la ciudad que es hoy.

 

Silvia Williams tiene 69 años, nació en Esquel y es hija de padres descendientes de galeses; sus abuelos por parte de padre llegaron como colonos en 1906, y sus abuelos por parte de madre un poco después.

 

Toda su vida, su familia vivió en Esquel, en una chacra. Su historia de vida gira alrededor de la colectividad galesa: en especial, de la capilla, donde asistió desde pequeña a cantar y a la escuela dominical. El espacio significa mucho para ella, su vida y su cultura. La colectividad galesa se mantuvo alrededor de la capilla: las costumbres, el idioma y las tradiciones giraban en torno a la Seion y a otras, en distintos lugares de la provincia, de la costa a la cordillera.

 

La actividad coral fue una de las más importantes.

 

“El pueblo galés canta siempre. Canta en los momentos de alegría, de tristeza; se despide a los seres queridos cantando y se recibe con alegría a alguien cantando. Y cuando hay una reunión (que acá, en este espacio, hacemos muchas reuniones), siempre se canta”.

 

El espacio ha crecido gracias a toda la comunidad, que trabaja sin fines de lucro para dar la bienvenida a todos los que tengan deseos de colaborar y crear. Ahora, el objetivo es abrirla al resto de la comunidad y que sea un centro cultural para todos.

 

La capilla funcionaba desde 1904 en la chacra de la familia Freeman, hasta que uno de los pobladores decidió donar su espacio, cerca de 1910; así, luego de mucho tiempo, terminó en el centro de la ciudad. Las actividades en la iglesia eran muy privadas. “No sabíamos qué pasaba afuera, y la gente tenía bastante curiosidad”, nos cuenta Silvia.

 

En galés, nos lee y traduce uno de los carteles que representa la importancia de la capilla para la colectividad: “Nid cerrig ond cariad yw’r meini”.

 

“No son piedras, sino amor, tus cimientos”.

 

Nos cuenta que una de las precursoras de la capilla fue una mujer, quien, al volver a Gales de un viaje, pidió a varios habitantes de ese país que donaran un ladrillo para la Patagonia. En planillas cuadriculadas, la gente pasaba por ferias y reuniones, y pagaba por uno o dos ladrillos. Cada ladrillo costaba una libra. Así, fue mandando el dinero para construir el espacio. “Fue maravilloso”, cuenta, con mucha emoción.

 

Silvia también nos explica de qué se trata la tradición del té, tan relevante para la vida diaria de los galeses. “Los ingleses toman té a las cinco de la tarde, el five o’clock; los galeses, a las cuatro y media. La hebra del té es la misma: la ceremonia del té tiene relevancia (y creo que acá en la Patagonia, adquiere una relevancia) porque comenzó a ser el lugar de reunión, o el motivo para reunirse”.

 

Además, le preguntamos sobre el rol de la mujer en su comunidad. “Yo creo que han sido pilares”, nos dice. “Tal vez todas las mujeres de las inmigraciones, de todas las colectividades, han sido las que sostuvieron las casas, sin tener nada. Inventaban comida, inventaban la ropa, trataban de alimentar a sus niños”.

 

“Las mujeres fueron fuertes. Muy fuertes”.

 

Sufrieron muchas penurias y enterraron a muchos de sus hijos, pero salieron fortalecidas por su experiencia. “En nuestro caso tenemos una impronta de fortaleza. De luchar, de salir adelante ante las adversidades. De no bajar los brazos nunca. Y yo eso lo siento con mucho orgullo, nos representa”.

 

“Las mujeres hemos cumplido un rol fundamental. Sostener la familia, sostener la comunidad; por ende, se sostiene un país. Todo comienza en el pequeño núcleo. No es casualidad, a veces, lo que sucede”.

 

Trabajó como maestra durante más de 30 años y, mientras tanto, criaba a sus cuatro hijos. Siente que su función y la de las demás maestras y madres marcó muchas vidas.

 

“Desde hace unos años, la mujer, por empezar a ocupar espacios de poder, espacios que, en realidad, estaban destinados solamente a los hombres, empieza a ocupar otros roles. En realidad, no dejó nunca el rol de la familia: se agregó algo más. Porque yo para poder trabajar, tenía que dejar resuelto, en mi casa, qué se iba a comer, qué iban a comer mis hijos y cómo se organizaba. No tenía que faltar nada, pero yo después salía. A todas las mujeres nos pasó lo mismo”.

 

“Todavía tenemos una sociedad machista, que le cuesta aceptar la igualdad de género, le cuesta aceptar; hasta hay que imponer por cupo, por ley de cupo, la presencia en las listas. Y no es por falta de capacidad”. Sus hijas están en política; una de ellas es diputada nacional y otra es funcionaria en la Municipalidad de Esquel. Su familia siempre tuvo muy en claro que la participación de las mujeres se debe dar en todos los espacios.

 

“Van cambiando las reglas. No es fácil. A mí me preocupa mucho en este momento la violencia hacia la mujer que se está generando. Eso me da mucha tristeza”.

 

Para las mujeres, deja el siguiente mensaje: “Que sigamos trabajando al lado de los hombres, también. Yo considero que el hombre es un pilar importante también en la sociedad. Tenemos que ir y estar juntos a la par, no separados. No nosotras, las mujeres, solas”. También comenta que, para ella, no se trata solo de género masculino o femenino: “Hay mujeres que eligen mujeres, hay hombres que eligen hombres, y forman familias, y son felices. Y en eso creo que hemos avanzado, en aceptar que el ser humano tiene distintas condiciones”.

 

“Estar juntos, cuando se necesita estar de a dos. Es lindo estar de a dos”.

 

Escuchá las palabras de una de las mujeres destacadas de nuestra ciudad:

 

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