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Día de la Mujer: Hugolina Millán, enfermera y esquelense ante todo

Hugolina tiene 97 años y vivió en Esquel toda su vida. Jamás se planteó irse. La ciudad creció junto a ella y allí se criaron sus hijos. Escuchá su historia.

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En esta ocasión, decidimos homenajear a todas las mujeres de nuestra localidad en su día, a través de tan solo unas pocas que forman parte de nuestra comunidad y la enorgullecen; una breve selección entre todas las increíbles mujeres que hacen que Esquel sea la ciudad que es hoy.

 

Hugolina Millán vivió en Esquel toda su vida. Tiene 97 años y ha visto crecer a Esquel junto a ella.

 

Nacida el 30 de octubre de 1922, disfrutó mucho su adolescencia y niñez. Había muy pocos habitantes y todos se conocían. Su primer colegio fue la actual Escuela 76, que antes era la 20, donde pasó toda la etapa escolar.

 

Se casó muy joven, a los 15 años, y tuvo dos hijos de su primer matrimonio. Cuando su esposo falleció, entró a trabajar al Hospital y debió criar a sus hijos sola. Sus padres la ayudaron, cuidándolos cuando ella iba a trabajar. Vivía en la calle Mitre y caminaba, en pleno invierno, hasta el hospital, con la nieve hasta la altura de las rodillas.

 

En el Hospital, permaneció 33 años. Se ríe de manera pícara cuando recuerda anécdotas que no nos puede contar.

 

“En el Hospital se ve de todo. Y había que aguantar”.

 

Los médicos no hacían guardia como en la actualidad, por lo cual las enfermeras quedaban a cargo de las urgencias. Le tocó estar en clínica, pediatría y maternidad, y atender muchos partos. Ha visto muchos nacimientos, médicos que iban y venían, y accidentes de todo tipo.

 

“Me acuerdo que un día le dijo un doctor, a una de mis compañeras, que le diera adrenalina, para que se le vaya la borrachera. Se mandó una, se descompuso mal, no sabés lo que fue eso. Después ella le decía: ‘Usted sí que me la hizo bien’; ¡Le mandó una vomitada encima!”.

 

Toda su familia nació y se crió en el mismo lugar. Esquel, para Hugolina, cambió mucho: “Nada que ver, en esos años. Tenía sus problemas, como tiene ahora el país, pero no tanto: no se notó tanto”. En su época, por ejemplo, cuando sacaban créditos, se anotaba en una libreta, donde escribían lo que cobraban y pagaban. La confianza era otra.

 

“Era más sociable, más íntimo”.

 

Extraña el viejo Esquel, en el que todos se conocían, pero, en toda su vida, jamás se planteó irse, pese a que lo que se ve ahora es muy distinto. “Los paros que están haciendo en el Hospital, todas esas cosas. O que no se cobra. Muchas cosas que, antes, no sucedían”.

 

Dice que no sintió tanto la desigualdad de género en un lugar pequeño; todo era diferente, pero superó las adversidades con el respaldo de su familia. El doctor Vancalari, del Hospital, fue quien decidió, cuando ella iba a visitar a su marido enfermo, preguntarle si tenía trabajo, ante la inminencia del fallecimiento. Le dijo: “Vaya, que yo la voy a hacer entrar”. Entró, primero, como mucama y, luego, con esfuerzo y asistiendo a distintas clases, avanzó. No cobró durante sus primeros seis meses de trabajo.

 

Luego, llegó su segundo matrimonio, con el que tuvo más hijos. Tenía pretendientes a montones, pero había sufrido tanto con su primer marido, a quien cuidó un año mientras estuvo internado, que no le quedaba ningún interés en volver a casarse.

 

Sin embargo, terminó pasando por una de las más viejas historias de amor: los familiares de su segundo esposo eran amigos de la casa, pero la familia de Hugolina no quería que ella se casara con él. En esa época, tener la aceptación de la familia era más importante.

 

Lo conoció en un baile, de esos familiares, a los que iban padres, hijos y hermanos: “En esos años, cuando yo estaba sola con los chicos, a mí no me gustaba ir al baile, a ninguna parte. Me quedaba con ellos en la casa”. Su madre, en una ocasión, le dijo que, si ella no iba, ellos tampoco irían, por lo cual cedió. Allí fue cuando llegó a conocerlo mejor y, pese a las oposiciones, permanecieron casados durante muchos años.

 

“La gente de Esquel, todos son buenos. Es buena gente”, concluye.

 

Escuchá las palabras de una de las mujeres destacadas de nuestra ciudad:

 

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