RED43 red43-canal Especiales RED43
01 de Octubre de 2023
red43-canal |

Rosa Miguel: La gitana que desafió la discriminación y preservó su identidad

En Esquel reside una figura que desafió estigmas y discriminación a lo largo de su vida para mantener viva la cultura gitana. Rosa Miguel, una mujer de 77 años, a través de su historia revela una perseverancia en medio de la adversidad.

Escuchar esta nota


Por Lelia Castro

 

 

Rosa Miguel, quien tuvo seis hijos, dos varones y cuatro mujeres, encarna las principales características del pueblo gitano: su origen nómada procedente de la India, el idioma caló derivado del romaní, y una profunda conexión con los animales. Para los gitanos, la cultura está arraigada en su lengua, sus leyes y tradiciones, así como en sus costumbres, rituales y expresiones artísticas que dan forma a su vida cotidiana.

 

A lo largo de la historia, los gitanos se han enfrentado a discriminación y persecución en todo el mundo, y Argentina no ha sido la excepción. Los estigmas que rodean a esta comunidad se remontan siglos atrás y persisten en la sociedad actual. Sin embargo, Rosa Miguel ha desafiado valientemente estos prejuicios y ha mantenido las tradiciones de su pueblo.

 

Rosa recuerda los tiempos difíciles cuando llegó a Esquel en 1980, viviendo en una carpa cerca de los bomberos y, más tarde, en el barrio Mataderos. A pesar de las críticas injustas, siempre cuidó meticulosamente su entorno. Un periodista local, al visitar su carpa, quedó impresionado por su orden y limpieza, desafiando los estereotipos.

 

Vivía en el barrio Mataderos en una carpa, que parecía un circo, la gente hablaba y decía que los gitanos tenían mucha mugre en la carpa. Después vino un periodista y yo justo estaba en la carpa, tenía todas las cosas limpitas y me dice: ¿señora me puede dar permiso para grabar acá en la carpa? Y yo le pregunto el motivo, me dice ‘porque la gente anda hablando de que ustedes tienen tanta mugre en la carpa’ miró y dice ‘están hablando mal, ustedes tienen una carpa muy hermosa y lindas cosas tienen, muy colorido’”.

 

En esos años, Esquel recibió a muchas caravanas gitanas, pero las autoridades y la sociedad a menudo las estigmatizaban, acusándolas de "mugre". A Rosa no la echaban, ya que su carpa siempre estaba impecable. Sin embargo, los gitanos eran objeto de hostigamiento y represión debido a prejuicios arraigados.

 

A pesar de la discriminación y los estigmas, ella ha encontrado refugio en su comunidad actual. "Acá en el barrio a mí me conocen, no me molestan, acá estoy tranquila. Me respetan", afirma. Su fe en Dios y su comunidad la han ayudado a sobrellevar momentos difíciles, como la pérdida de su esposo, la de su hijo Jesús y la lucha contra la discriminación.

 


 

Rosa también habla sobre los mitos que rodean a los gitanos, como la creencia de que adivinan o roban. Ella desmiente estas afirmaciones y explica que son parte de su cultura, pero utilizada incorrectamente para aprovecharse de la gente, “de las adivinanzas sí existe eso. Es parte de la cultura, hasta ahora hay gitanas que hacen eso, y es todo mentira eso, para sacar plata a la gente”, comenta.

 

Antes decían ‘ahí viene la gitana, te van a robar’, los asustaban a los nenes, las criaturas tienen miedo, porque decían que los gitanos se llevaban a los chicos. ¿Qué hacemos nosotros con eso? si cada gitana tiene como diez hijos o más, ¿para qué quieren más, si tienen un montón? Y así asustaban a los chicos, y ellos tenían miedo porque eran chicos”.

 

Pese a ser discriminados por su cultura o su forma de vida, se emociona al hablar de su marido, con quien compartió 50 años casada y que perdió hace cinco meses, también ha perdido a su hijo Jesús; con los sentimientos a flor de piel, afirma que por ser gitanos no dejan de ser humanos, personas de carne y hueso que sienten.

 

Ha librado muchas batallas en su vida debido a su cultura, le han hecho maldades sin motivo y ha pasado por muchas cosas, como por ejemplo que un señor desnudo se meta en su casa asustándola a ella y a sus hijos pequeños. Cuenta que no cuenta con fotos ni recuerdos porque le quemaron su casa con todas sus cosas. Luego, cuando hicieron una colecta con el fin de juntar cosas para ayudarla, otra señora del barrio la estafó y se las quedó, dejándola otra vez sin nada.

 

En una casita después, donde la pasé muy mal, nos tiraban piedras, a mi hija con las manzanas, cuando lavaba ropa me la tiraban en el barro. ¿Por qué me hacen eso? yo les preguntaba. Hasta que un día que tiraron una piedra y fui a hacer la denuncia de todo lo que me hacían y después ellos salieron de acá, los echó la policía porque se portaban mal. Escuché que decían ‘vamos a quemar a los gitanos’, porque se escuchaba todo, entonces le digo a mi marido que salgamos porque nos iban a quemar”.

 

 

Manteniendo su vestimenta tradicional, Rosa muestra un profundo respeto por su cultura y sus raíces. "Nosotros no perdemos las costumbres los gitanos", enfatiza. A pesar de las dificultades para encontrar las telas adecuadas en Esquel, ella continúa vistiendo las coloridas polleras y pañuelos que son emblemáticos de su comunidad.

 

Rosa Miguel es un ejemplo de resistencia ante la discriminación y los estigmas. Su historia nos recuerda la importancia de respetar y valorar la diversidad cultural, así como de mantener viva la herencia de cada comunidad, sin importar las adversidades que se presenten en el camino. A través de su testimonio, Rosa nos enseña que el amor, la fe y la resiliencia pueden superar cualquier obstáculo, y que cada individuo tiene el poder de desafiar los prejuicios y construir un mundo más inclusivo y comprensivo.

 

Yo me siento querida, yo no odio a nadie ni molesto a nadie, voy a hacer mis compras para la casa, el Señor es el que me da la paz. Gracias a Dios que ahora nadie me discrimina, porque sigo en el camino de Dios, estoy contenta y no me molestan. Sí fui discriminada porque soy gitana, soy gitana pero honrada”.

 

 

 

 


 

 

¿QUÉ TE PARECIÓ LA NOTA?
Ocurrió un error