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07 de Mayo de 2023
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La Zeta: una laguna, múltiples recorridos posibles

Esquel es una ciudad que ofrece muchísimas opciones a la hora del encuentro con la naturaleza. Diversos paisajes, climas cambiantes, recorridos que tanto locales como turistas disfrutan todos los días y que sorprenden paso a paso.

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-Por Lelia Castro-

 

 

¿Qué necesitás para ser feliz? Además de salud, un par de zapatillas adecuado que te permitan salir a disfrutar de todo lo que este entorno de ensueño nos brinda. Aprender a mirar el entorno, atendiendo a los detalles: cada vez que pases por un mismo lugar, vas a ver cosas diferentes, y si vas en las diversas épocas del año, son paisajes completamente distintos.

 

Pasas de los verdes y tupidos colores veraniegos, a los amarillos, rojos, verdes y marrones del otoño (una de las épocas más hermosas para contemplar los contrastes), al manto blanco de las nevadas del invierno. Arrancás el día con una extensa niebla en la que no se ve a dos metros, pero cuando empezás a subir es un día totalmente soleado y despejado.

 

El recorrido que hoy te invitamos a hacer es por Tres Arroyos, un circuito que se puede realizar caminando y llegar hasta la Laguna La Zeta, por el cual vamos a ir atravesando distintos paisajes, que cautivan a cada minuto, la vista cambia a cada paso. Esa misma que en los crudos inviernos se congela y muchos aprovechan para patinar o jugar sobre la superficie.

 

Este circuito comienza en la tranquera de Tres Arroyos. Cabe destacar que este es un espacio que pertenece al Ejército Argentino. Cruzamos la tranquera y nos encontramos con un cartel que indica el recorrido, la duración y la dificultad del mismo, en el cual hay un código QR para registrarse al entrar y salir del predio.

 

Un lugareño nos cuenta que en sus orígenes, este camino lo utilizaban para trasladar la piedra caliza hasta el Arroyo el Pescado, de ahí a Puerto Madryn y desde allí se transportaba hacia Europa. Hoy en día es transitado cotidianamente por vecinos y turistas, gente que sale a entrenar o simplemente a disfrutar de la naturaleza.

 

Hay que tener en cuenta que para cualquier recorrido que uno realice, debe siempre respetar los senderos demarcados, contar con un calzado adecuado, ropa cómoda, lentes de sol, gorra/gorro, abrigo por capas (el clima es muy cambiante y dependiendo las alturas, se sienten fuertes vientos), tener siempre agua para hidratarse. Si querés, un par de medias extra, por si te mojás cruzando los arroyos por arriba de algún tronco o saltando piedras.

 

Comenzamos el recorrido bajo una extensa nube de neblina, que no nos deja observar mucho alrededor, cruzamos el primer arroyo y comienza la aventura. A medida que avanzamos, se va disipando la niebla y vamos observando el espectáculo natural que se nos regala ante los ojos en 360°, escuchando el sonido de las cascaditas que se forman, los pájaros, el viento y nada más, el silencio total. Todo acapara la atención, los arroyos de aguas puras y cristalinas que vamos cruzando, las montañas que nos rodean, un cóndor que sobre vuela por encima de la montaña, vacas, caballos y una extensa variedad de flora autóctona que nos deleita con su paleta de colores: maitenes, coihues, coirones, neneos, álamos, lupinos, así como diversa variedad de frutos silvestres, como rosa mosqueta, maqui o calafate. Cuenta el dicho popular que quien come calafate, siempre vuelve.

 

A lo largo de la caminata de un poco menos de dos horas, con una dificultad moderada, recorremos 8,4km. hasta llegar a la Reserva Natural Laguna La Zeta, justo en el mirador de las aves, una casillita donde uno puede sentarse a observar las distintas especies que habitan en la zona, como patos, cisnes y demás.  No hay nada más lindo que frenar, sentarse, contemplar y no pensar en nada más, sólo disfrutar el momento aquí y ahora.

 

Es un lugar donde se corrió el Rally en el 2019, todos los años se realizan diferentes tipos de carreras, como el triatlón, tetratlón, ciclismo, atletismo, kayak y natación.

 

Un lugar en el que te cruzás con gente caminando, corriendo, grupos en bicicleta, motos, alguien andando en kayak, turistas recién llegados a la ciudad, unas chicas haciendo un asadito en los fogones habilitados, familias compartiendo el día al costado de la laguna, tomando mate. También se puede visitar El Parador, que durante el año permanece abierto los fines de semana y feriados. 

 

Se hace un picnic, se contempla, se disfuta la paz y la tranquilidad, alejándose del estrés diario y de los ruidos de la ciudad, desconectarse para conectarse con uno mismo. Se recargan energías y continuamos. Del otro lado de la laguna, hacemos otro recorrido hacia la Plaza de los Mates, a través de un sendero con un poquito más de subida, pero cortito, donde hay un gran espacio para disfrutar del día con mesas y bancos, tobogán y hamacas para los más chicos (y los no tanto).

 

Continuamos el camino un poco más y llegamos hasta el Mirador, donde tenemos una vista perfecta de la Laguna, que parece un espejo y las montañas que se asoman por encima de la nube. Un poco más del trayecto y llegamos a la Terraza, que nos regala otra hermosa postal, desde otro ángulo. Seguimos el recorrido por el camino y llegamos hasta la cima, la Plaza de los Cerros, donde tenemos una vista panorámica de todo el valle alrededor: el Cordón Esquel, donde vemos el Cerro 21 y La Hoya; el Cordón Situación y Valle 16 de Octubre; el Cordón Rivadavia, donde se encuentra el P. N. Los Alerces; el Cordón Nahuel Pan y Leónidas Alemán, donde además se divisan el Cerro La Cruz y el Colorado, entre otros. Una panorámica maravillosa e imponente.

 

Después de caminar bastante, nos observamos las piernas y los pies y entendemos por qué Esquel significa abrojal: abrojos de distintos tipos pegados en la ropa y los cordones, como si fuese la última vez.

 

Tenemos que ser conscientes que vivimos realmente en un paraíso, que nos brinda diferentes postales a cada paso, múltiples senderos y recorridos que se pueden hacer diariamente por distintos lugares. Pero también es muy importante tener en cuenta que a nuestro entorno natural privilegiado debemos cuidarlo entre todos, para preservarlo para las generaciones futuras. Entonces, cada vez que salgamos, vayamos con una bolsa para juntar nuestros residuos (o los que encontremos por el camino), no dejemos tiradas latas, botellas, papeles, colillas de cigarrillos y demás, todo lo que trajimos, lo llevamos de vuelta. No debemos olvidar que “la tierra no la heredamos de nuestros padres, sino que la tomamos prestada de nuestros hijos".

 

 

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