El domingo 30 de agosto, a las 20:18 hora local, se concretó de manera exitosa el lanzamiento y puesta en órbita del Satélite Argentino de Observación con Microondas SAOCOM 1B, desarrollado y fabricado por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), en colaboración con numerosas instituciones del sistema científico-tecnológico argentino, entre ellas la CNEA, INVAP y VENG.
Para poder desarrollarlos y cumplir con los estrictos requerimientos de la industria espacial, los profesionales de la CNEA se especializaron en técnicas de soldadura, integración y ensayos. También se fabricaron en los laboratorios del Centro Atómico Constituyentes los sensores gruesos de posición del satélite, unos instrumentos fundamentales utilizados para orientar los paneles solares.
Uno de los tantos profesionales que trabajaron en el logro, fue el Ingeniero Martín Griffiths, esquelense, egresado en la Escuela Politécnica y que dialogó con Red43 para detallar sobre su trabajo y desempeño en lo que fue el exitoso lanzamiento del SAOCOM 1B.
En principio, Griffiths detalló que "fue algo emocionante y con suspenso, porque originalmente había un 40% de buen tiempo para despegar y hasta último momento estábamos sin saber si iba a lanzarse o no".
"En esta cuarentena, todo el grupo de CNEA vivimos juntos el lanzamiento y estuvimos todos al píe siguiéndolo por Zoom"
El esquelense formó parte de un grupo que se dedica a la terminación de los materiales; "algunos para que peguen mejor, otros para que se deslicen, otros para que no se corroan, etc.; todo eso aplicado a la antena, que es el sector donde trabajé yo".
"Fueron muchos años de aprender y modificar también. El satélite era más chico, cambió y se agrandó; por ello hubo que redimensionar todo, fue laborioso"
El satélite medirá la humedad del suelo y cumplirá con tareas esenciales de asistencia a los productores agropecuarios del país vinculadas a la gestión del agua. También servirá para la planificación territorial y vehicular en las ciudades.
El ingeniero, estudió en la Escuela Politécnica de la ciudad de Esquel. Luego, se fue a Buenos Aires donde continuó formándose en Ingeniería Mecánica. Seguidamente comenzó a trabajar en un laboratorio que, según explica, le abrió las puertas del Centro Atómico: "desde ese momento comencé a trabajar en el proyecto; hoy me dedico más a lo nuclear que a lo satelital".
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