03 de Diciembre de 2023
red43-canal |

Enfermero de la esperanza: Benito Antonio Curruman, un héroe en la lejanía

Desde Colan Conhué, Benito Antonio Curruman, enfermero de corazón, forjó su camino desde niño jugando en los campos hasta convertirse en pilar vital de la comunidad. Llevó la salud a lugares inhóspitos, con un legado de amor y sacrificio.

Escuchar esta nota

Por Lelia Castro

 

En la tranquila Colan Conhué, donde la lejanía abraza la vida, nació Benito Antonio Curruman. Su infancia transcurrió en Las Salinas, a 30 km de su actual puesto sanitario. Criado entre juegos rurales con sus hermanos, aprendió la esencia de la humildad y el respeto de unos padres luchadores. Su padre, minifundista ganadero, proporcionó estudios a pesar de las limitaciones económicas.

 

Nos criamos en el campo, los recuerdos que tengo son de jugar con mis hermanos en el campo, dos hermanas mayores y un hermano menor que yo. La vida diaria era jugar, en ese tiempo era difícil para nuestros padres comprar juguetes, entonces los juegos nuestros eran tener un caballito de palo, salir a corretear por los campos, andábamos con los animales, y en lo que se podía ayudar a los padres a por ejemplo regar una huerta, cuidar que las aves no se coman las verduras; a pesar de que teníamos corta edad en algo ayudábamos”.

 

A pesar de que su madre era analfabeta y su padre aprendió a leer y escribir gracias a allegados para poder “defenderse en la vida” como se decía antes, Benito rescata que le han “enseñado valores, humildad, respeto, que eso conlleva el ser buenas personas, ser una persona honrada, honesta, tener que trabajar para poder vivir bien en un futuro, buscar un futuro. Él con su escasa economía nos dio estudios, nos llevó a la escuela para que estudiemos, algunos pudimos estudiar y otros no, porque ya no daba la economía así que no tuvimos muchas oportunidades”.

 

A los 8 años, Benito partió al internado, formándose en la Escuela N°37 de Trevelin. Al regresar al campo a los 14, la vida lo condujo a la construcción y luego a la idea de migrar. Sin embargo, el destino le tenía preparado un giro inesperado. Con solo 16 años, fue propuesto para un trabajo en Salud Pública, marcando el inicio de su travesía en el hospital rural de Colan Conhué.

 

Entonces era un hospital rural, había un médico. Escribe un papel y me dice que se lo lleve al doctor. El doctor lo lee -acá mismo en este consultorio- y me dice “a partir de hoy ya te mando toda la documentación y comenzás a trabajar”.

 

La tarea no fue fácil: inviernos durísimos, recorrer grandes distancias a caballo, y la falta de recursos desafiaron su dedicación. Inició como Agente Sanitario, recorriendo a caballo vastas extensiones para realizar censos y brindar charlas educativas, los viajes en ambulancia hasta Esquel. Su compromiso creció, y tras 10 años, se sumergió en la enfermería, superando desafíos ante la carencia de personal médico.

 

Además, ha asistido a innumerables partos, que no siempre se dan en las mejores condiciones ni en el lugar más apropiado, “los partos no avisan, se presentan, y las distancias que nosotros tenemos a Esquel son largas, así que me ha tocado atender partos en la ruta. Siempre con la gracia y ayuda de Dios, porque me ha tocado atender esos partos que son difíciles, como los partos podálicos -cuando el bebé viene de cola-“, explica.

 

También le ha tocado vivir partidas de seres queridos o de pacientes, lo cual es siempre difícil, ya que reconoce que el enfermero se encariña con el paciente, son momentos duros por los que ha tenido que atravesar.

 

“Eso nos lo enseñaron en enfermería, que también tenés que disimular cuando uno siente que se va. También personas que se han muerto en el campo o se han quitado la vida, esos son los momentos más difíciles y dolorosos, de esos he vivido muchos casos, también de familiares, incluso de cuatro hermanos”.

 

Las anécdotas se acumularon, desde atender partos en la ruta hasta momentos dolorosos de pérdida. Su profesión no solo lo definió, sino que también forjó su familia. Casado joven, la relación entre su labor absorbente y la crianza implicó sacrificios, pero sus hijos, ahora adultos exitosos, reconocen el valor de su dedicación.

 

Yo formé mi familia: mi señora, tengo tres hijas y un hijo varón. Dos de ellas y el varón se casaron, así que tengo 5 nietos. Mi hija mayor es Licenciada en enfermería, un orgullo muy grande. El varón quería estudiar para médico veterinario, pero por la situación económica no pudo llegar, pero hizo el profesorado y es docente. Las otras también están eligiendo qué estudiar, la más chica estaba haciendo la carrera de Nivel Inicial. Estoy conforme con todo lo que le he podido dar a mis hijos”.

 

La enfermería, para Benito, es más que una profesión; es una vocación de servicio y emoción. A un año de jubilarse, reflexiona sobre su legado, entre lágrimas y gratitud por la comunidad que lo acogió, “me falta un año para jubilarme, ya estoy extrañando este lugar”, reflexiona. Por su labor, ha sido reconocido a nivel provincial por haber contribuido por más de 40 años a la Salud Pública, aportando sus conocimientos y experiencias.

 

Siempre fui bien aceptado por la gente, lo que decíamos los agentes sanitarios lo respetaban y lo hacían. Por ejemplo, les decíamos de cambiar la letrina y pasábamos a los quince días y lo hacían, hacer los pozos basureros, atar a los perros y hacerles su cuchita, lo hacían. La misma gente me apoyaba y yo sentía que me iba realizando”.

 

A los jóvenes, Benito les insta a luchar por sus metas con dignidad y sacrificio. Les recuerda que prepararse para oportunidades futuras es clave, y alienta a crear objetivos para alcanzar sus sueños. Agradece a quienes lo acompañaron y ayudaron, extendiendo sus mejores deseos a colegas y amigos de la salud. Finaliza con un agradecimiento a Dios por la vida y por el apoyo recibido.

 

¿QUÉ TE PARECIÓ LA NOTA?
Ocurrió un error