En el Concejo Deliberante de Esquel parecería que se tomaron en serio lo de “juntos, pero no revueltos”. Tanto, que si siguen así van a necesitar más bancas que vecinos; lo único confirmado hasta ahora es que solamente se pueden dividir en diez partes. Lo otro que parece cada vez más claro: el desarme llegó para quedarse.
En el oficialismo nunca fueron exactamente una familia feliz, tampoco en la oposición. El Frente Vecinal, con una sola concejal, no tiene con quién pelearse (por ahora). Pero Unión por la Patria, que cuenta con el lujoso número de tres integrantes -casi una multitud en estos tiempos-, se las ingenia para funcionar como si fueran dos bloques. Uno, parece, todavía no digiere que no le tocó ser presidente de bloque a pesar de haber encabezado la lista, y como los otros dos tampoco logran ponerse de acuerdo para turnarse la silla, han optado por algo más maduro: culparse mutuamente.
Mientras tanto, los escenarios se multiplican… en la imaginación. Porque en la realidad, la función sigue siendo más bien una comedia de enredos.
Y así llegamos a Juntos por el Cambio, donde hay quienes ya murmuran la posible vuelta de Norma Trucco, que aún está “solo de licencia”. Uno de sus proyectos principales para estos años de gestión vuelve a ponerse de moda (pero para el 2027): empezó la campaña para la elección del próximo intendente con eje en la Carta Orgánica para la ciudad; fácil de prometer difícil -al menos en Esquel- de llevar a cabo. Con ese tema y el posible aeropuerto estaríamos con dos proyectos para las próximas elecciones: de esos que hacen falta y nunca se hacen, pero generan debate, ilusiones, oposiciones, criticas, adhesiones, filosofía y futurismo.
Así las cosas, el Honorable Concejo Deliberante de Esquel se parece cada vez más a un reality show sin eliminación, donde nadie gana, pero todos se sacan chispas. Mientras tanto, los vecinos -esos que los votaron- miran desde afuera, esperando que, en algún momento, entre tanta división, se acuerden que están ahí para algo más que una próxima pelea.