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02 de Abril de 2023
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Lucas Merlo: entre dos pasiones, surge una profesión

Lucas Merlo juntó sus dos pasiones de chico para convertirlas en su profesión: en los scout le llamaban la atención las nubes y la formación de tormentas, además de su pasión por los aviones, lo que hizo que quiera estudiar meteorología.

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-Por Lelia Castro-

 

Lucas Merlo nació y se crió en Villa Mercedes, San Luis, es meteorólogo y desde hace 15 años vive en la ciudad de Esquel, donde formó su familia y trabaja en el aeropuerto de la ciudad.

 

   

   

Como muchos chicos, en su infancia participaba de un grupo de scouts, donde aprenden muchas cosas, valores y sobre todo a relacionarse con la naturaleza. Ya desde ese momento, Luis comenzó a sentir curiosidad por las nubes y las tormentas que en su provincia natal se formaban.

 

“Empecé a preguntarme cómo se formaban, tener un poco de curiosidad por las nubes. Justamente esto hizo despertar mi carrera, que después la inicié en Buenos Aires”.

 

                          

Luego, en la adolescencia, fue a un colegio técnico, donde la física y la matemática lo acompañaron en su iniciación como meteorólogo, ya que son la base de su carrera. A esto se le suma su pasión por la aeronáutica y los aviones.

 

“Justamente esta conjunción de gustos, llevaron a la elección de la carrera, que está a través de Fuerza Aérea en Buenos Aires, en el Instituto de Formación de Ezeiza, en donde di mis primeros pasos como meteorólogo. Después de haber estado estudiando dos años, me quedo en Buenos Aires en el Servicio Meteorológico Nacional, institución a la cual pertenezco”.

 

          

Nos cuenta que una de las cosas más lindas que tiene su profesión es la posibilidad de trabajar en diferentes lugares y aprender en ellos las particularidades del clima y poder plasmar en ellos todos los conocimientos adquiridos, ya que tenemos un país muy extenso con una vasta variedad de climas.

 

“Cada lugar tiene su clima, su punto, un desarrollo, en donde empieza a haber diferentes fenómenos, en donde uno puede empezar a plasmar un poco el conocimiento que fue estudiando. Nuestro país es inmenso, es grande, entonces tiene diferentes lugares en donde uno estudia, pero según donde es destinado, a donde elige trabajar, puede ir abocándose a un tipo de clima”.

 

 

               

Su estadía en el sur lo hicieron preguntarse y querer investigar sobre el frío y las condiciones extremas, despertando el sueño de ir a la Antártida, que es “el lugar más extremo que tiene un meteorólogo para poder aplicar la especialidad”. Los meteorólogos realizan mediciones y generan datos que son el salto de calidad en su carrera, ya que son de suma importancia tanto a nivel nacional como internacional.

 

“La Antártida es el termómetro del mundo: donde cualquier síntoma, cualquier estadística que logra realizar a través de estos datos que nosotros realizamos, empiezan a demostrar cómo está el mundo. Entonces, es un lugar muy importante para el meteorólogo trabajar en esos lugares”.

 

       

Al momento de postularse en el Servicio Meteorológico Nacional, su hijo mayor tenía 3 años y venía el segundo en camino, lo que hizo que fuera una decisión difícil de tomar, que involucró a toda la familia. Momento en que entran en juego y se ponen en disyuntiva los sentimientos y la pasión por la profesión.

 

“En todo el transcurso del embarazo, lo fuimos estudiando, evaluando la posibilidad hasta que dijimos: nos preparamos a nivel familia. Cuando me voy a la Antártida, hace un mes que había nacido mi hijo, tuve sólo un mes de haber conocido a mi segundo hijo Lucio”.                      

 

     

Su primera campaña fue en Belgrano II y hace poco menos de un mes que volvió de su segunda campaña a la Antártida en Orcadas, adaptándose nuevamente y tratando de volver a la normalidad y a la rutina. Pero antes de esto, nos decía que uno se replantea muchas cosas, ya que no es una decisión unilateral sino que es a nivel familiar y es un sacrificio que se hace de ambas partes.

 

“Es una decisión a nivel familiar muy importante, entonces uno se replantea si la decisión o este sueño está bien hacerlo en ese momento o no. Pero es fundamental el apoyo de la familia. En este caso, el apoyo que recibí a nivel familia hizo que siguiera adelante”.

 

        

Además de la meteorología, se dedicó al estudio del campo magnético de la Tierra, es especialista en geomagnetismo, con lo cual en esta segunda campaña fue a la Antártida como jefe del Observatorio Geomagnético de Orcadas, poniendo en pausa por un año la meteorología.

 

       

Al extenderse cada campaña 14 meses, nos dice que la comunicación con los familiares y amigos es algo fundamental, algo que está simplificado por el celular y las redes sociales. Tratando de acortar las distancias a través de videollamadas o mensajes y estar presente de alguna manera en el día a día de sus hijos. Ellos entienden que su papá está trabajando y que a veces no se puede comunicar por algún motivo.

 

“Se fue llevando de a poco, como se pudo, pero la verdad que salió bien, mis hijos están muy contentos por ese año, si bien no estuve, pero medianamente hoy que estoy con ellos, me cuentan y estoy muy entusiasmado por esta experiencia que fue vivida a nivel familiar”.

 

Les tocó vivir el mundial desde la Antártida, un momento muy especial, ya que hace meses que estaban allí y se acercaba fin de año. Se juntaban y veían los partidos, dejando en pausa por un ratito sus quehaceres diarios.

 

“Fue muy lindo y eso ayudó muchísimo, psicológicamente todas las cosas positivas ayudan en un lugar así tan extremo”.

 

              

Un día normal comenzaba a las 5AM en el gimnasio, siguiendo a las 7 con el chequeo diario en la oficina, donde supervisaba que todos los instrumentos funcionen bien, haciendo un chequeo del pronóstico espacial “porque tenía que ver si había alguna tormenta geomagnética que viniera del espacio, porque todo eso repercutía en los instrumentos”. Si estaba todo bien, hacía su primera medición (se hacían tres al día) y cargaba los datos, luego hacer planillas y la parte estadística, finalmente enviar los mensajes al Servicio Meteorológico Nacional y a la red de observatorios internacionales.

 

“5 de la tarde la base paraba sus trabajos y cada uno manejaba su tiempo: algunos se iban al gimnasio, otros leían, otros jugaban a algo, merendaban y tipo 10 de la noche todos se acostaban a dormir. Eso era más o menos un día normal en la base”.

 

         

La dotación está formada por las tres fuerzas: Marina, Ejército y las Fuerzas Armadas; además está el sector que hace ciencia, integrado por una bióloga, dos guardaparques y servicio meteorológico (dos meteorólogos y un geomagnetista). También van científicos de otros países a realizar estudios. Hasta convivieron una semana con unos canadienses que se quedaron varados y necesitaban asistencia médica.

 

             

“Cada uno tenía su rol definido en la base para darle sustento al día a día, para que cumplamos el objetivo de que la base esté en pie hasta el último día. A fin de año, con la entrada de algunos barcos, se sumaban visita internacional, que por ahí venían a hacer algún estudio o por visita, y después sí venía la campaña de verano, que sí venían más científicos a desarrollar proyectos”.

 

Recalca el rol de su madre y el apoyo, que estuvo en los momentos más importantes: lo despidió en Buenos Aires cuando subió al Irizar, lo llevaron hasta allí con su esposo Sergio  y estaban para recibirlo a la vuelta al continente, además de acompañarlo constantemente a la distancia, orgullosa de esta experiencia, al igual que el resto de su familia, sus hijos y amigos.

 

“Una de las cosas lindas de la Antártida, que se prepara previo a ir, las cuestiones de los regalos, los cumpleaños. Una persona de la dotación se encarga de ir juntando todos estos regalitos, previo a los cumpleaños, entonces los llevan sin que nadie se entere y cuando llega el momento del cumpleaños te dan el regalo y no te lo esperabas y decís ‘¿cómo me llegó?’ Y no, es preparado un año antes”.

 

                      

Rescata muchísimo el valor del acompañamiento de su familia y amistades, sus hermanas Yésica y Yanina, y su padre desde San Luis; de Fer, su actual pareja, quien además lo ayuda con sus hijos y los lleva y los trae. Todos son pilares importantes en su vida, psicológicamente y como apoyo, que hacen posible que puede llevar adelante su sueño como meteorólogo y geomagnetista desde la Antártida.

 

      

Para finalizar, deja como consejo estudiar, esforzarse y soñar. De niño aprendió en los scout que hay que dejar un mundo mejor. Entonces eso lo que nos intenta dejar como mensaje, que desde el lugar en el que nos toque estar, que dejemos una huella e intentemos dejar un lugar mejor para quienes vienen detrás. Además de estudiar y esforzarse por cumplir los sueños.

 

“Mi sueño era ir a la Antártida, pero no solamente para conocer el lugar, sino a través de mi carrera poder dejar un granito que sabía que era el salto de calidad. Entonces ese es el consejo que yo dejo: que primero empiecen por un sueño, y segundo esforzarse, capacitarse y desde el lugar tratar de hacer las cosas bien y que dejen algo, no sé, aunque sea encontrar un lugar y dejarlo mejor de lo que lo encontramos, eso ya es un cambio”.

 

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