RED43 red43-canal Especiales RED43
18 de Agosto de 2024
red43-canal |

Homenaje y despedida del “Tata” de Farmacias Patagónicas por su jubilación

El “tata” Almunita nos abre las puertas de su casa y nos cuenta su recorrido de vida: desde su nacimiento en José de San Martín, hasta su paso por la capital y la vuelta a Esquel. Un homenaje a su labor y gran corazón.

Escuchar esta nota

- Por Lelia Castro -

 

Demetrio Bautista Alumna de 65 años nace en la localidad de San Martín en 1958, por azares de la vida busca su destino a lo largo del país hasta la década del 90 en la que vuelve con su esposa y sus dos hijos, Vanesa y Martín, a la ciudad que lo vió crecer, Esquel. Cuando le preguntamos acerca de su crianza nos comenta: 

 

“Fue linda, tranquila y buena, principalmente por el grupo familiar. Fui criado con mucho amor. Fui bien aconsejado, bien educado y con buenos principios”. 

 

Cuando contaba con 3 años de edad “Almunita” se instala en Esquel con su familia conformada por su padre, su madrastra y 3 hermanas. Su madre biológica había fallecido cuando él todavía era un bebé, sin embargo, su padre logra reconstruir su vida y “Almunita” encuentra a quien llamar “mamá”. 

 

“A mi propia madre no la conocí porque, según la historia, falleció cuando yo tenía 1 año y 8 meses. A mi madrastra la perdí cuando yo iba a cumplir 18 años. Ella fue y sigue siendo mi madre”. 

 

“Almunita” -o “petiso” para la familia-, hizo parte de sus estudios primarios en la escuela N°112. Recuerda que a los 12 o 13 años abandonó la institución y se encontró cara a cara con su padre que le dijo: “Bueno, ¿qué hacemos? No estudiamos, entonces, ¿qué hay que hacer? Trabajar”. De modo que a los 13 años empezó a trabajar en la cantina del Regimiento. 

 

“Hacía mate cocido para los soldados en aquella época, hasta que dejé de trabajar allí y entré como cadete de una persona muy querida por Esquel, muy esperada en aquella época por la situación que se vivía. Fui cadete del intendente León Camilo Catena hasta que en el 76’ también me dijeron que me vaya”. 

 

La muerte de su madre marca un momento de quiebre en su vida, nos cuenta al respecto: “Falleció mi madre y bueno, imagínese, mis hermanas ya tenían sus compromisos, yo era el menor de la familia y vivía en un mundo vacío”. Gracias a un amigo decide probar suerte en El Bolsón, de estos años recuerda que estuvo plantando pinos hasta que se le presentó la oportunidad de trabajar para Gendarmería.

 

“Ahí estuve 10 años, ahí se agudizaron los principios que tenía y los valores que llevaba inculcados de mi viejo, de mi familia. Después de 10 años me fui de Gendarmería pero no me arrepiento porque todavía hoy recibo mensajes por mi jubilación de gente que conocí ahí hace 40 años, creo que porque fui sembrando algo”. 

 

Luego de su paso por Gendarmería, el “petiso” se traslada a Buenos Aires y allí conoce a su gran amor, Griselda. Hoy, después de 40 años de convivencia, consideran su jubilación como una oportunidad de encontrarse de otra manera, “con más tiempo y sin apuros”. 

 

“Nos conocimos en el año 82, en una historia tan hermosa que llevaría mucho tiempo contar porque era una historia de dolor y sufrimiento en la que se interpuso el amor. Griselda, a quien elegí como esposa, ha sido el sostén y la guía de esta familia que se compone por una hija mujer que se llama Vanesa, y un varón llamado Martín. Después de nuestro inicio de relación nos juntamos allá por el año 85”. 

 

Después de tantos años el amor se mantiene intacto también para Griselda. Como pareja decidieron jubilarse al mismo tiempo para poder disfrutar y compartir más con sus hijos y su único nieto, Mateo. Por su parte, Griselda nos cuenta que, cuando conoce a “Almunita”, estaba atravesando una situación muy difícil pero que juntos pudieron sobrellevarla: “Como siempre digo, él amó y respetó a mi hija, la crió como si fuera suya y eso no tiene precio para mí”.

 

Otro de los pilares fundamentales en la vida del flamante jubilado fue su padre, quien le inculcó todos los valores que lo han acompañado a lo largo de su vida y que han permitido que siempre tenga trabajo y sea apreciado por quienes lo rodean. Sobre su padre nos cuenta:

 

“Era una persona de antes, no demostraba su cariño pero yo sabía que nos quería. Los ejemplos que nos dió en mí quedaron. Yo siempre guardo los mejores recuerdos de mi padre como guardo siempre los mejores momentos de la vida”. 

 

Demetrio y Griselda vuelven a Esquel en el año 95. “Almunita” recuerda que, a su regreso, tuvo que pasar por distintos trabajos antes de tener su oportunidad en Farmacias Patagónicas: “Estuve trabajando primero en el Cerro La Torta, después en planta de gas y en Camuzzi como supervisor de empresa de seguridad”. 

 

La primera sucursal de Farmacias Patagónicas en Esquel se ubicó sobre la calle Rivadavia, don Almuna era el encargado de supervisar a su empleado de seguridad y así entabló una relación cercana con los dueños de la farmacia y con otras personas que lo ayudaron cuando él más lo necesitó. 

 

“Yo entonces tuve una relación cercana con uno de los dueños de la farmacia y también con Francisco Álvez al que le estoy eternamente agradecido. A él le debo mucho de esta jubilación. Allá en el 2008 me dice: ‘Quiero que trabajes conmigo’, y así comenzó mi trayectoria en Farmacias Patagonicas. Comencé en septiembre de 2008 hasta el día de hoy”. 

 

“Almunita” nos admite que desde su jubilación no sabe si es lunes, martes o domingo. Además, reconoce que desde hace un tiempo venía preparándose para tomar esta decisión: “Al principio me tomaba 2 semanas de vacaciones y después las restantes, y los últimos años me empecé a tomar los 21 días de entrada y notaba que esos días se me hacían muy cortos para volver a trabajar”. 

 

“Mi mujer también hizo que yo tomara esta decisión. Ella tenía un gimnasio, es la fundadora de la “Alianza brasileña” en Esquel, daba portugués y también borda trajes de baile (alguna vez me comí un plato de arroz que tenía canutillos). Es inquieta y yo observaba que había que tomar una decisión, no por ella sino por mí. Viene ella y me dice: “Quiero dejar el gimnasio”, y le entendí el sentimiento”. 

 

A modo de mensaje final, el “Tata” quiere agradecer tanto a los empleados de la Farmacia Patagónica de la ciudad de Esquel en la que él trabajó tantos años, como a los clientes que la frecuentaban. También quiere agradecer a los hijos de los clientes que le brindaron este apodo tan especial y con el que se siente representado y querido: 

 

“Me llevo el recuerdo principalmente de los chicos, de los hijos de los clientes, aquellos que correteaban en la entrada y aquellos que estaban en la panza de la madre. Yo siempre dije: lo que me voy a llevar son los nietos postizos. Yo calculo que 14 años atrás, ingresa una madre con un chico de aproximadamente 1 año que recién caminaba. El chico me ve y lo único que hice fue abrir los brazos, salió corriendo y me dijo ‘tata, tata, tata’”. 

 

Por su parte, Dana Pegoraro en representación de sus compañeros de Farmacias Patagónicas, nos dijo unas palabras para el reciente jubilado: “A nuestro guardia, a nuestro seguridad hace años le toca jubilarse, le toca irse a otra etapa de su vida. Quiero decirle primero que lo vamos a extrañar enormemente; segundo, que lo disfrute; y tercero que, en nombre de todos, lo queremos como un padre: llegaba y nos daba consejos, venía con esa calidez. Don Almuna sabe lo que la gente lo adora, yo personalmente le tengo un aprecio enorme porque desde chiquita siempre iba a la farmacia y lo veía, y generamos ese vínculo hermoso. Hoy me tocó trabajar, compartir con él y hacer su despedida. Quiero desearle lo mejor y que nos siga visitando, por favor”. 

 

Finalmente, debemos nosotros mencionar y agradecer a Farmacias Patagónicas por permitirnos grabar en sus instalaciones y ser parte del merecido reconocimiento a la trayectoria de Demetrio Almuna.

 

 

¿QUÉ TE PARECIÓ LA NOTA?
Ocurrió un error