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22 de Noviembre de 2025
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Enfermas y moribundas, 2.900 vacas están a la deriva en alta mar en un carguero sin destino

El barco partió de Uruguay con los animales rumbo a Turquía. Pero por un problema sanitario no los dejaron desembarcar. Desde hace 60 días están varados, sin agua ni alimentos y nadie hace nada. 

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Después de más de 60 días en el mar y tras permanecer más de 48 horas sin dar señales, el buque de transporte de ganado Spiridon II reapareció en el puerto libio de Bengasi, reavivando las preocupaciones por las 2.900 vacas —muchas de ellas enfermas, moribundas y la mitad preñadas— que permanecen confinadas en el carguero. La embarcación, que partió de Uruguay el 19 de septiembre, había quedado varada durante semanas frente a las costas de Turquía debido a trabas administrativas que impidieron su descarga. Ahora, según fuentes vinculadas al monitoreo marítimo, el barco se dirige hacia el Líbano, un destino que genera inquietud tanto por las limitadas capacidades portuarias como por los antecedentes de trato hacia animales importados.

 

La situación del Spiridon II se deterioró con rapidez. Tras partir de Montevideo con animales destinados inicialmente al mercado turco, el buque llegó a Bandrma el 22 de octubre, donde las autoridades se negaron a autorizar la descarga debido a problemas en la documentación sanitaria. Durante ese período, el carguero permaneció varado y las denuncias sobre las condiciones a bordo comenzaron a multiplicarse. Activistas y veterinarios señalaron que las vacas estaban hacinadas, debilitadas y sin acceso adecuado a agua ni alimento. Algunas dieron a luz en las bodegas del barco, aunque la mayoría de los terneros no sobrevivió.

 

El 9 de noviembre, el barco fue autorizado a atracar brevemente en Bandrma para recargar agua y alimento para los animales, pero la medida resultó insuficiente. El 14 de noviembre, el Spiridon II abandonó Turquía rumbo a Montevideo, aunque rápidamente quedó claro que el retorno —una travesía extensa y riesgosa— difícilmente sería viable para animales en condiciones críticas. Luego, el 18 de noviembre, se perdió la señal de seguimiento: el GPS del buque dejó de emitir ubicación durante más de dos días, lo que generó alarma entre organizaciones de bienestar animal. Finalmente, el 21 de noviembre, el carguero reapareció en Libia.

 

La veterinaria australiana Lynn Simpson, referente internacional en bienestar animal en transporte marítimo, declaró a The Animal Reader que los animales están “cubiertos de aguas residuales, enfermos y moribundos”. Según Simpson, la escasez extrema de agua y alimento habría obligado al buque a buscar desesperadamente un puerto que le permitiera reabastecerse. Sin embargo, ni Libia ni Líbano cuentan con instalaciones adecuadas para recibir y manejar un cargamento de esta magnitud, lo que incrementa el riesgo de un nuevo rechazo o, peor aún, un desembarque en condiciones incontrolables.

 

El posible arribo al Líbano genera especial preocupación. Diversas organizaciones han documentado en años anteriores las duras prácticas de sacrificio en el país, lo que llevó incluso a campañas internacionales contra los llamados “barcos de la muerte”. Que las 2.900 vacas terminen allí, luego de más de dos meses de sufrimiento en altamar, es considerado por activistas como uno de los escenarios más crueles.

 

La empresa exportadora uruguaya responsable del embarque, Ganosan Livestock, ha mantenido un llamativo silencio. Su director, Fernando Fernández, elogió públicamente el negocio con Turquía cuando el buque zarpó en septiembre, pero desde que comenzaron a trascender informes sobre el grave sufrimiento animal, no ha emitido declaraciones ni ofrecido actualizaciones. El hermetismo de la empresa se contrapone a la creciente indignación pública, tanto en Uruguay como entre organizaciones internacionales.

 

 

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