Un episodio que ha causado conmoción y un clamor nacional por una revisión sistemática, un jardín de infantes en la provincia de Gansu, en China, está en el centro de uno de los peores y más devastadores incidentes de seguridad alimentaria reciente. Más de 230 niños han sido envenenados tras consumir alimentos coloreados con pintura industrial que contenía plomo. El alarmante incidente no solo ha llevado al arresto de seis personas sino que también ha desencadenado una larga lista de investigaciones disciplinarias que afectan a casi 30 individuos más.
El desgarrador incidente tuvo lugar en el jardín de infantes Peixin, localizado en la ciudad de Tianshui, donde se revelaron fallas masivas en la supervisión alimentaria como parte de un informe detallado y perturbador divulgado por el comité del partido de la provincia. Entre las señaladas injusticias está la conducta evidentemente imprudente de la directora del jardín de infantes, quien buscó aumentar inscripciones mejorando de manera antinatural la apariencia de los alimentos al añadirles pigmento de grado industrial para hacerlos más “atractivos”.
Por desgracia, este pigmento presentaba niveles de plomo alarmantemente altos, 400.000 veces por encima del límite legal permitido en el país, una clara amenaza para la salud de los pequeños en su cuidado.
El informe puntualiza prácticas negligentes, empezando con la cocinera de la institución que optó por comprar este pigmento ilegalmente por internet, ignorando advertencias explícitas de que no estaba destinado para el consumo humano. A raíz de estas desastrosas decisiones, los niños sufrieron graves síntomas como dolor de estómago, náuseas y dientes que tornaron a negro a consecuencia de la intoxicación.
De manera aún más alarmante, se evidencia el fracaso del sistema de salud y la negligencia institucional de entidades como el Hospital Popular Segundo de Tianshui, cuyos procedimientos de análisis fueron adulterados para disminuir artificialmente el tamaño del escándalo, al modificar los niveles de plomo en las pruebas para dos de los pequeños afectados. Lo que agrava más la crisis es el papel que jugaron las instituciones de salud pública, completamente despreocupadas al no seguir protocolos, exacerbando las falencias del sistema.
En otro desarrollo chocante, se descubrió que la oficina de educación local permitió la operación ilegal del jardín de infantes sin la debida acreditación, durante un periodo de dos años, y recibió beneficios a cambio de hacer la vista gorda a este severo problema de salud pública. Estas serias acusaciones están canalizando acciones por parte del cuerpo anticorrupción del país, reafirmando una necesidad urgente de reforma en todos los niveles administrativos involucrados desde la supervisión alimentaria hasta la protección infantil.
Durante más de una década, China ha estado luchando por mejorar sus estándares de seguridad alimentaria tras varios incidentes al punto de remarcar avances.