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27 de Julio de 2025
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Volver al pueblo, volver a soñar: la historia de Luciana Acuña

Desde Paso de Indios hasta la universidad, y de regreso con una carrera, una familia y un sueño cumplido. Luciana Acuña desafió las distancias, la maternidad en plena cursada, el desarraigo y las dudas, para demostrar que todo se puede.  

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- Por Lelia Castro -

 

Luciana Acuña nació en Paso de Indios, un pequeño pueblo ubicado en la meseta chubutense. Allí vio la luz en febrero de 1996, y desde ese entonces, su historia empezó a tejerse entre calles tranquilas, tardes de juegos con su hermana y los abrazos protectores de su mamá, su abuela y sus tíos, a quienes aún hoy llama “mis hermanos mayores”.

 

“Viví una vida en el pueblo, así que tranquila, siempre jugando en las calles, compartiendo con los vecinitos, jugando a veces hasta tarde, hasta que nuestra mamá nos llamaba. Fue una infancia muy aprovechada”.

 

Creció con una convicción heredada: la educación como camino. Su mamá, que había intentado estudiar en Esquel pero volvió al pueblo al quedar embarazada, fue su mayor inspiración. “Yo sentía que le debía algo a ella, que después la pude lograr con el tiempo”. Además, recuerda con profundo cariño a su abuela, de quien sostiene que admira su entereza para salir adelante por sí misma. 

 

“Paso de Indios para mí es mi lugar en el mundo, me vine a estudiar, pero ni aun así dejé de extrañarlo. No es llamativo en cuanto a la naturaleza, porque estamos en plena meseta chubutense, pero sí es hermoso, la gente es hermosa”. 

 

A los 18 años, en 2014, llegó a Esquel para comenzar la Licenciatura en Ciencias Biológicas en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco: “Fue bastante duro, por así decirlo, el desapego, el desapego total”, comenta. Pero con esfuerzo y contención, encontró su lugar, aunque siempre extrañando.

 

“Nunca me sentí esquelense, era un pueblo para mí muy grande, más tirando a ciudad”. 

 

Durante el tercer año de su carrera, la vida volvió a ponerla a prueba: quedó embarazada de su primer hijo, Bautista: “Fue una revolución principalmente porque yo estaba sola todavía en ese momento en Esquel y el hecho de tener que dejar la carrera, como le había pasado a mi mamá, no quería que me pase a mí.” Con el apoyo de su esposo, que dejó todo para acompañarla, y de su madre, pudo continuar: “Mi mamá nos acompañó y nos bancó hasta que él pudo conseguir un trabajo”.

 

“Mi abuela me malcrió mucho, era mi mamá, porque los primeros años de vida siempre estuvo ella”.

 

Después llegaron las mellizas, en plena pandemia y etapa de tesis. Nos cuenta Luciana sobre este período: “Estuve rindiendo los últimos finales y preparando los últimos trabajos con ellas y atravesando toda la pandemia que también produjo un gran cambio”. Y ahora espera para dentro de muy poco a su cuarto hijo.

 

“Solos no podemos nunca lograr nada. Necesitamos que nos rodeen y los que siempre están son la familia, la mamá, el papá. Después, cuando ya forma su propio hogar, su compañero o su compañera, son los que siempre están, los que siempre bancan. Entonces nunca podemos lograr nada solos”.

 

Su historia es una prueba de que la perseverancia puede más que los obstáculos y la propia mente: “A veces nosotros que somos del interior, nos tabulamos nosotros mismos de que no podemos o que nuestro nivel educativo, ya sea primario o secundario, no es igual”.

 

“Es un trabajo muy laborioso, muy cansador, mentalmente hablando, pero si uno se lo propone y uno tiene esa convicción de que lo quiere y lo puede hacer, lo logra”.

 

El 26 de junio, después de años de esfuerzo, rindió su tesis sobre el sauce criollo patagónico, una especie nativa: “Fue un trabajo hermoso que me ayudó a valorar mucho más lo que tenemos, a cuidar la naturaleza propia del lugar, y por ahí no irnos tanto a lo que vemos afuera en el exterior, sino a valorar lo propio del lugar”.

 

“No importa de dónde somos, ni importa qué conocimientos, sí podemos lograr, sí podemos llegar, sí podemos alcanzar esos sueños que tal vez vienen frustrados por generaciones. Nosotros tenemos que ser el cambio, nosotros tenemos que poder lograrlo”.

 


Ese día tan especial su familia estuvo presente: “Rendí mi tesis final y ahí estuvieron mi esposo, mis hijos, mi mamá, mi hermana con mis sobrinos, algunos de mis primos, algunos de mis tíos también”. Además, contó con la compañía de sus compañeras y profesores.

 

“Hoy me siento feliz, plena en mi lugar, haciendo lo que me gusta y compartiendo con mi familia”.

 

Hoy Luciana trabaja como profesora en la escuela secundaria de su pueblo. Enseña Producción Vegetal, comparte lo aprendido, y devuelve al lugar que la vio nacer, un poco de todo lo que se llevó. Su mayor sueño ya lo cumplió: recibirse. Hoy su motor es otro: ver crecer a sus hijos, y sembrar en ellos la confianza para que también se animen a soñar. 

 

Agradecemos a Luciana por brindarnos esta entrevista tan inspiradora. También agradecemos al restaurante Los Carreros por permitirnos grabar en sus instalaciones. 

 

 

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