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31 de Mayo de 2017
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¿Sirven para algo los “fidget spinners”?

Una interesante columna de opinión que vale la pena leer.

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Quizá hayas oído hablar de los fidget spinners. O quizá no. En cualquier caso, debes saber que están causando furor, hasta el punto en que les han dedicado un artículo en el New Yorker, asegurando que son una metáfora de la presidencia de Trump. Si eso no es causar furor, no sé qué lo haga.

Los fidget spinners se componen de una pieza de plástico con un eje central giratorio y tres prolongaciones, cada una, a su vez, equipada con un cojinete en el extremo. Si sujetas el dispositivo por el centro y haces girar uno de los cojinetes de los extremos, todo el conjunto se pondrá a girar por inercia durante unos 30 segundos, proporcionando una sensación placentera.

 

“Hace poco me regalaron uno de estos juguetes y me pidieron que escribiera ‘algo sobre él’ porque, a fin de cuentas, ‘ese es tu trabajo escribir’. Y heme aquí, cuando deben de faltar unos 3 o 4 días para que el fenómeno del fidget spinnerse marchite y sea sustituido por algún otro juguetito que simbolice con menos acierto, si cabe, la presidencia de Trump”.

 

¿Qué es realmente un fidget spinner? ¿Funciona? ¿Es beneficioso para algo? Aunque se han escrito muchos artículos sobre el significado alegórico de este juguete, pocos abordan el aspecto práctico del mismo. Dispuesto a cubrir este vacío, elaboré una lista de preocupaciones de las que intenté deshacerme haciendo girar mi fidget spinner para restituir la paz y la armonía a mi estado de ánimo.

 

LA EDAD

 

Tengo 24 años, es decir: estoy acabada. Intenta tener 24 años en 2017. ¡Es muy jodido! Me atrevería a decir que es incluso peor que cualquier otra edad. La semana pasada caí en la cuenta de que ya estoy más cerca de los treinta que de los veinte, y eso no está padre.

 

El problema de mi edad es que sí, vale, eres joven, pero no de los que rifan. No has crecido aprendiendo lenguaje HTML antes incluso de aprender a hablar ni nada por el estilo. De pequeño, tenías que ahorrar para comprarte CD de los grupos que te gustaban. Había una computadora en casa, pero tenías que compartirla con tus hermanos y la conexión a internet todavía iba por línea conmutada. La mayoría de edad te agarró usando MSN Messenger y los Nokia 3310. Eres un dinosaurio y, aunque manejes bastante de smartphones, memes, Kylie Jenner y Riverdale, nunca vas a superar los 600 seguidores en Instagram. Estás perdiendo relevancia a marchas forzadas. La semana que viene, algún chavo de 15 años seguramente te quitará el trabajo.

 

Con este panorama, ¿cómo puede ayudarnos un fidget spinner?

 

Créeme cuando digo que me pierdo con la interfaz de Snapchat, que me parece poco intuitiva. No la entiendo. Hace un año tiré la toalla y borré la aplicación, bastante avergonzada. Lamentablemente, este es un problema que un fidget spinner no puede solucionar. Sin embargo, confieso que, durante unos breves segundos, sostener aquel trozo de plástico sobrevalorado, sentir su peso y escuchar aquel agradable zumbido, el zumbido de la rueda del olvido girando incesantemente, tuve por unos instantes una ligera sensación de control sobre mi vida que sirvió como bálsamo temporal para mi espíritu.

 

LA MONOGAMIA

 

Para el asombro mal disimulado de los que me rodean, actualmente tengo una relación con una persona maravillosa. Pero el amor tiene una faceta oscura: la vida en pareja ha erradicado mis neurosis propias de la soltería, pero las ha sustituido por otras quizá más espantosas que me convierten en un desastre humano mayor que el que era cuando estaba sola.

 

Cosas que me perturban de las relaciones: darte cuenta de que puedes pasarte un fin de semana enterito viendo Silicon Valley con alguien y estar a gusto; experimentar todos los extraños privilegios de la vida en pareja y abrir los ojos al patio de recreo heteronormativo que es el mundo en el que vivimos; perder todo el interés por salir de fiesta o conocer gente; desarrollar un repentino interés por las vajillas.

 

Mi novio es un tipo fantástico, pero eso no cambia el hecho de que todas estas cosas me asusten mucho.

 

¿Puede ayudarme un fidget spinner?

 

Si he de ser sincera, ahora que sé que puedo engañar a alguien para que me quiera, el mundo me parece un lugar un tanto absurdo. Hacer girar una ruedecita muy, muy, muy deprisa también es absurdo, así que imagino que todo se reduce a una cuestión de preferencias. ¿En qué prefieres concentrarte, en este sencillo juguete o en el miedo constante a que te sean infiel? Yo elijo el primero, sin mirar atrás.

 

COREA DEL NORTE

 

A ver: ¿en qué momento hay que ponerse serios con el tema de la amenaza nuclear? A lo mejor no habría que tomárselo tan a la ligera y deberíamos preocuparnos más de lo que estamos haciendo. Cada día sale alguna nueva noticia, pero nunca llega a cundir la alarma. A lo mejor es que la raza humana ya ha marcado su destino y ya estemos acabados. Nos hemos esforzado muchísimo, pero al parecer, tras miles de años de progreso social y científico, la civilización occidental ha decidido elegir a una estrella de reality shows como adalid del mundo libre. Y todos debemos sufrir esa decisión. Punto.

 

Pese a ello, no puedo evitar preocuparme un poco por lo de Corea del Norte cada noche, cuando me acuesto. No me provoca tanta ansiedad como lo de Snapchat, pero está ahí.

 

¿Puede servir de ayuda un fidget spinner?

 

Este es más complicado. Una guerra nuclear siempre es mala, y la solución no es tan fácil como que la gente de la ONU coja uno de estos cacharros, se ponga a darle vueltas y se olvide de todo lo demás. Pero como yo no estoy en la ONU, a lo mejor sí puedo. Aunque sea por un rato, unos cuantos giros de este juguete podrían ayudarme a olvidar el apocalipsis. Para obtener mejores resultados, recomiendo hacerlo girar con una mano, mientras con la otra se ojea la cuenta de Instagram. ¿Kim Jong quién?

 

EL DINERO

 

A este respecto, las cosas podrían irme peor, la verdad. Aunque también podrían irme mucho, mucho mejor. Por una parte, tengo trabajo. Un trabajo, además, en el sector de los medios de comunicación. Por otra parte, he ido a la universidad, lo que me ha generado una deuda de 40,000 dólares. Por una parte, estoy de alquiler en una casa más o menos cerca del centro y convivo con mis amigos. Por otra parte, probablemente tenga que convivir con ellos los próximos 30 años de mi vida, porque el precio medio de una casa en Australia no baja del millón de dólares. Me preocupo mucho por el tema del dinero. Supongo que es algo que debería analizar con un especialista, pero como no tengo dinero… (Por Katherine Gillespie; traducido por Mario Abad/Infobae).

 

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