Mientras que en muchos países se ha reforzado el apoyo a los emprendedores para paliar la inflación que creció luego de la pandemia, en Argentina parece que hay un objetivo no explicito para desalentar toda idea que permita invertir y dar empleo, mientras mes a mes lo único que crece son los precios y la escasez de productos.
El reclamo por la carga tributaria cae en saco roto de gobierno a gobierno, despuntamos en la región en este ítem. Lo peor es la incertidumbre cuando un iluminado de nación, provincia o municipio se le ocurre un nuevo tributo (quien sabe con qué fin) que se convierte en ley sin mediar prácticamente debate.
Por otro lado, está el acceso a financiamiento: no todos pueden y quienes lo logran -en su mayoría- lo reciben a tasas muy altas. Las trabas en el mercado de cambio y la inflación desalientan al más optimista de los emprendedores.
Entonces ¿Cómo hace un emprendedor para llevar adelante su plan de negocios?
Arriesgando capital, contabilizando las mil y una para tener los impuestos al día, analizando variables como alquileres, contratación y formación de personal, pagando créditos, lidiando con la inseguridad que no solo es financiera, con las crisis económicas y los problemas personales suyos y de los empleados, repartiendo motivación, captando clientes y reinventándose y adaptándose a un vértigo que no tiene fin.
Por ello, ahora que podemos elegir, indaguemos en cómo se piensa apoyar a aquellos que dan trabajo, qué planes se tienen para generar empleo genuino y, sobre todo, cuando a alguien se anime a invertir o cuando los negocios en marcha no vayan bien, ahí sí, demos nuestro voto de confianza a quienes que se atreven y no pierden la esperanza arriesgando lo propio y no lo de todos.