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19 de Octubre de 2025
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Día de la Madre: un amor que nunca descansa y que todo lo puede.

Dos historias y una misma entrega; Leticia Troitiño y Andrea Rojas reflejan la esencia más pura de la maternidad.

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En el Día de la Madre, celebramos la fortaleza inquebrantable de mujeres que equilibran la crianza, la vida laboral y la búsqueda de sus sueños académicos. Leticia Troitiño y Andrea Rojas, madres ejemplares, nos comparten sus historias de sacrificio, resiliencia y la inmensa alegría de ser guías y compañeras de sus hijos.

Leticia: estudiar para ser el mejor ejemplo.

Leticia Troitiño, o Judith, como la conocen en la universidad, encarna la lucha diaria de la maternidad soltera y el estudio constante. Madre de dos jóvenes -un varón de 19 (casi 20) y una niña de 16- describe su rutina diaria como “una locura”. Su jornada comienza a las 6:30 am, despertando a sus hijos para el colegio.

 

Leticia Troitiño es mamá de dos adolescentes de 19 y 16 años.
 

 

Una vez que ellos se van, Leticia aprovecha su mañana para estudiar Enfermería, limpiar y atender el hogar antes de ir a la universidad. Por la tarde, asiste a clases (tres o cuatro horas) y luego se dirige a su trabajo en un comercio. A pesar de la cercanía de la universidad, reconoce que su agenda es agotadora.

 

Su camino no ha sido sencillo. Se convirtió en madre a los 19 años y tuvo que abandonar el profesorado de nivel inicial que había comenzado, ya que no podía pagar a alguien que cuidara de sus hijos. Posteriormente, trabajó limpiando hasta cinco casas al día, movilizándose en bicicleta. Un momento particularmente difícil fue cuando, por necesidad de trabajar y pagar el alquiler, tuvo que dejar a su hija, que tenía solo 45 días, en una guardería para ir a trabajar como niñera cuidando a otra bebé de la misma edad. Para Leticia, aquello fue un remordimiento, pero una necesidad que debía cumplir.

 

Hoy, su principal motivación es dar el mejor ejemplo a sus hijos, demostrando que “no importa la edad” para trabajar, luchar y estudiar. Leticia busca que sus hijos se sientan orgullosos de ella. Este esfuerzo rinde frutos: su hijo mayor, además de terminar la secundaria, es escolta en su escuela y fue reconocido como el mejor compañero. Verla a su mamá en todos estos roles, le permitió pensar en estudiar una carrera universitaria el próximo año, algo que a Leticia, la llena de orgullo.

 

Leticia estudia Enfermería y su principal motivación es demostrarles a sus hijos que no importa la edad para estudiar.
 

 

Cuando la frustración o el cansancio la abruman, Leticia confiesa que llora “todo en la ducha” y luego sale a seguir adelante, convencida de que “no hay tiempo tampoco para ponerse mal”. Su madre, Nélida, es un apoyo incondicional en Esquel. Leticia destaca que, a diferencia de su propia crianza, ha aprendido a expresar el amor a sus hijos abiertamente, con el beso, el abrazo y el “te amo, mamá”, sin importar quién esté presente.

 


Andrea: la docente que enseña con amor.

 


Andrea Rojas, de 52 años, es madre de tres varones (de 26, 22 y 15 años) y una docente apasionada que ejerce doble función, dictando clases en sexto y segundo grado. Para ella, la docencia es la profesión más linda que pudo haber elegido, solo superada por la maternidad.

 


Andrea Rojas es madre de tres varones (de 26, 22 y 15 años).

 

 

Su rol de madre complementa profundamente su labor en el aula. Andrea cuida a sus alumnos “como si fueran realmente... mi responsabilidad”. Desde su mirada maternal, aprende a escuchar y observar a cada niño, inculcando la importancia de la responsabilidad, el orden y el valor del esfuerzo en la vida.

 


Desde su mirada maternal, aprende a escuchar y observar a cada uno de sus estudiantes.
 

 

Andrea siempre soñó con ser mamá, imaginando una “mesa llena de hijos”. A pesar de las dificultades de criar, mantener y cuidar, se siente feliz y plena de haber vivido la experiencia. Sus hijos, ya mayores, siguen diferentes caminos que ella apoya incondicionalmente: el mayor estudia para guía de montaña en Mendoza, el del medio es emprendedor, y el más joven, Bauti, disfruta de su escuela.

 

Aunque la maternidad temprana fue un periodo difícil donde tenía que estar “con un ojo abierto y otro cerrado”, hoy disfruta de verlos tan independientes. Como madre, busca ser una “mamá compañera” que siempre ayuda y ampara las elecciones de sus hijos.

 

Andrea atesora los momentos compartidos, como la tradición de los viernes de pizza y película, o el ritual diario, cuando eran pequeños, de bañarlos y leerles un cuento en la cama hasta que se durmieran. Su mensaje para otras madres es de ánimo: por más cansadas que estén, siempre se encuentra una “energía extra que no sabemos de dónde sale”.

 

Para Andrea, el Día de la Madre “son todos los días”. Es un día de mimo, apapacho y de decir: “Mamá, vamos que se puede”, sabiendo que sus hijos la acompañan en el arduo trabajo docente, preparándole mate mientras ella revisa sus tareas y evaluaciones.

 

Reconocimiento al amor incondicional

 

Leticia y Andrea, con sus historias de lucha, vocación y amor profundo, son un espejo de la madre moderna: la que sacrifica, la que estudia, la que trabaja y la que, ante todo, ama sin condiciones. En este día de celebración, reconocemos el esfuerzo emocional y físico que implica perseguir los sueños personales mientras se construye el futuro de sus hijos. A Nélida, la madre incondicional de Leticia, y a todas las abuelas que son pilar, les extendemos también nuestro más sentido homenaje.

 

Lic. Maira Flores.

 

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