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19 de Octubre de 2025
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“La vida es como andar en bicicleta”: Sol Villa Nogueira y las enseñanzas de su mamá

Sol es esquelense pero vive en la ciudad de Buenos Aires, donde ejerce como médica y continúa formándose. Aunque hoy su rutina transcurre entre hospitales, no olvida de dónde viene, ni a quién le debe gran parte de su recorrido: su mamá.

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- Por Lelia Castro - 

 


Aunque hoy vive en Capital Federal, Sol Villa Nogueira no duda cuando le preguntan de dónde es: “Soy sureña, no soy porteña”, dice con orgullo. Esquel está presente en su identidad, sus recuerdos y sus afectos. Su infancia, tal como la describe, fue “re linda”, marcada por juegos en el barrio, barquitos de papel en los charcos y competencias en bicicleta.

 


“Para mí el sur tiene una parte de mis raíces siempre presente”.

 


Desde pequeña supo que quería estudiar y fue construyendo ese camino con convicción. Su camino comenzó en el Jardín Frutillitas, del que tiene los mejores recuerdos, luego, se formó en la Escuela N°8, pasó por la “Poli” y se egresó del Salesiano en 2013. A los 17 años, con una vocación clara, decidió ir a Buenos Aires a estudiar Medicina en la UBA siguiendo con el recorrido marcado por sus padres.

 


“Yo siempre fui muy nerda y sabía que me quería venir a estudiar”.

 


El proceso de mudarse a una ciudad grande fue, para Sol, casi natural. “Yo estaba recontenta que me venía a Buenos Aires, que iba a vivir sola”, cuenta entre risas. Aun así, reconoce: “Preguntale a mi mamá... mi mamá re lloró”, e intuye que su papá también aunque no lo diga. Además, cuenta Sol, en capital tenía la compañía de su abuela y su tía. Esa distancia y el desapego se sintieron recién más adelante, en los últimos años de la carrera, recuerda.

 


“Me gustaba este desafío: vivía en una ciudad grande y sabía que tenía un respaldo familiar también que me acompañaba”.

 

 

En los momentos duros, como cuando el cansancio y el estrés de la carrera la
desbordaban, ahí estaba Malala. “Siempre me acuerdo cuando yo salía de la facu y lloraba, mamá estaba y me preguntaba cómo me iba y me festejaba todos los logros, no importa si era chiquito o si era grande”, cuenta con emoción.

 


“La universidad es un amor-odio. Los primeros años son muy lindos porque te haces un grupo de amigos y amigas que son los que te mantienen durante toda tu carrera”.

 


Sol siempre tiene presente una frase que le dijo su mamá y que quedó grabada en su memoria: “La vida es como andar en bicicleta, no importa cuántas veces te caigas sino que lo más importante es que vos sigas pedaleando”.

 


“Me sacaron de hija única. Soy la mayor. Tengo 2 hermanos más chicos: el del medio es Lucas que le decimos “Bacalao”, y el más chiquito es Juan”.

 


Graduada en 2021 luego del parate por la pandemia, Sol dio su último examen en el Hospital Italiano, una experiencia que describe como “estresante”, pero también
llena de emoción porque estuvo acompañada por su papá y sus amigas que viajaron para acompañarla en este momento tan importante.

 


“Para mí las amistades, o sea los amigos y las amigas, son la familia que vos elegís”.

 


Desde 2022 Sol trabaja haciendo guardias y asegura que el salto entre la teoría y la práctica fue abrupto: “Cuando vas a la guardia, uno está a las chapas… el paciente
puede entrar llorando, gritando, o muy tranqui. Vos aprendés a sacar tus herramientas”.

 


“Los problemas de salud mental son creo los más difíciles de abarcarlos”.

 

 

Recientemente, Sol completó un posgrado en nutrición basada en plantas, una formación que, asegura, le abrió la cabeza y llegó para derribar mitos: “Esto de que el mundo tiene que ser si o si carnívoro”, comenta.

 


“Si trabajas en el ámbito de la salud estás obligada a formarte constantemente porque las cosas van cambiando”.

 


La UBA le dejó mucho más que un título: “Me dio amistad”. Sol remarca que gracias a su carrera ganó 2 “hermanas” que la acompañan en cada paso que da, sin competir y siempre queriendo lo mejor para ella. También le enseñó a hacerse un nombre a sí misma porque, como señala, en la UBA “sos un número más”, y quedó en ella destacarse. A quienes están decidiendo si estudiar o no, Sol les da un consejo simple pero potente: “Trata de elegir algo que te guste porque creo que lo vas a disfrutar más mientras lo estás estudiando y cuando el día de mañana lo ejerzas”.

 


“Creo que lo que más nos asusta cuando somos de Esquel es que nos vamos a una ciudad grande donde no tenés por ahí a gente conocida y tenés que hacerte de a poquito desde abajo”.

 


En este Día de la Madre, Sol no escatima palabras para hablar de Malala, su mamá, a quien define como “supermamá”. Gran atleta y profe de natación, María Laura era quien atendía los llamados angustiados de Sol luego de rendir un parcial y siempre lograba calmarla. Por este motivo, más allá de los logros académicos o profesionales, Sol tiene claro que su sostén más importante ha sido siempre el afecto, el acompañamiento y la presencia de su madre, incluso en la distancia.

 


“El día de la mamá para mí se celebra todos los días no solamente ahora, porque mamá es la que está para atenderte el teléfono, está para alentarte, también está para retarte. Yo a mi mamá le agradezco un montón”.

 


Hoy, Sol no sabe si se quedará para siempre en Buenos Aires, pero sí sabe que va a seguir buscando dónde se siente en casa. “Siempre estamos en busca de ver adónde pertenecemos”, dice. Mientras tanto, sigue pedaleando, como le enseñó su mamá.

 


Agradecemos a Sol por hacerse un tiempo en el caos del día a día y brindarnos esta entrevista. Feliz Día a todas las madres que, como Malala, acompañan sin condiciones, con una mano en el hombro y otra empujando la bici.

 

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