El cierre de 2025 y el comienzo de 2026 en Argentina estarán dominados por un patrón atmosférico crítico. Según advierten los especialistas de Meteored, gran parte del territorio nacional se prepara para enfrentar una combinación peligrosa de temperaturas extremadamente elevadas y una ausencia casi total de precipitaciones, lo que configura un escenario complicado.
Mapa del calor extremo: un país dividido por la lluvia
El panorama hídrico es alarmante para esta época del año. Mientras que el noreste argentino (NEA) aparece como la única excepción con lluvias por encima de los promedios normales en provincias como Misiones, Corrientes y Chaco, el resto de la Argentina se encamina a una sequía profunda.
En la Región Pampeana, los acumulados de lluvia serán nulos, lo que agrava la falta de humedad en suelos que ya llegan comprometidos al final del ciclo anual. Incluso en el oeste, en las regiones de Cuyo y el NOA, los modelos meteorológicos solo anticipan eventos muy localizados y de corta duración, que no logran inclinar la balanza hídrica hacia una recuperación real.
Calor extremo en la Patagonia y el centro del país: qué esperar para enero 2026
A la falta de agua se suma un escenario térmico exigente. Los mapas de anomalías muestran un calentamiento inusual que afectará con fuerza a la zona central del país y al norte de la Patagonia. En estas áreas, las marcas térmicas se ubicarán muy por encima de los umbrales normales para el verano, con picos que podrían rozar los 40°C en vísperas del Año Nuevo.
Esta situación no solo genera un ambiente sofocante para las celebraciones, sino que impacta directamente en la salud pública y en la demanda eléctrica. Las mínimas elevadas, que no darán respiro durante las noches, consolidan una ola de calor que se proyecta al menos hasta los primeros días de enero.
Riesgo de incendios forestales
La combinación de altas temperaturas, baja humedad relativa y vientos persistentes ha disparado las alertas por incendios forestales y de pastizales. Meteored destaca que la Patagonia, Cuyo y la Región Pampeana son actualmente las zonas más vulnerables. Con una vegetación seca y un suelo que pierde humedad rápidamente, cualquier foco ígneo puede desatarse y propagarse con facilidad, por lo que las autoridades ya han extremado las medidas de prevención en áreas rurales y parques nacionales.
T.B