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La capilla Seion, lugar emblemático de la cultura galesa en Esquel

El profesor Jorge Oriola nos cuenta la historia de este lugar tan especial, un monumento histórico en pleno centro de la ciudad que marcó la vida de toda una comunidad.

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La comunidad galesa siempre se ha caracterizado por una cultura que permanece constante a lo largo de la historia. Las capillas, en la Patagonia, han representado fundamentalmente la vida colectiva de las familias galesas, con eventos culturales y religiosos. En pleno centro de Esquel, se erige un lugar histórico que marcó la vida de la comunidad galesa en la ciudad: la capilla Seion.

 

La Seion no era solamente un lugar de religión: era un lugar de encuentro, de fiesta, de canto y de solidaridad. Nació el 31 de enero de 1904, en otro lugar: un edificio compartido con la escuela que luego portó el número 20, en la chacra de la familia Freeman. Era una casa muy precaria y sencilla.

 

Más adelante, gracias a la colaboración de la comunidad, se compró un solar amplio en la manzana de las calles Rivadavia, San Martín, 25 de Mayo y Sarmiento. La capilla que se levantó allí fue inaugurada en 1915. Un dato curioso es que, al construirse, su portal miraba hacia la calle Sarmiento: tiempo después, luego de vender los lotes circundantes, se fueron cubriendo sus alrededores y es por eso que hoy, al ingresar al patio, uno se encuentra con el lateral de la capilla, en lugar del frente.

 

 

Luego de instalarse en la zona, los galeses, un poco dispersos en los alrededores de la Colonia 16 de Octubre, hallaron en la Seion un lugar de reunión. La capilla sirvió como espacio para conectarse, con una escuela dominical, actividades religiosas y festejos de la comunidad, fundamentalmente, el Día del Desembarco.

 

“Una de las fiestas que nucleaban a la colectividad galesa, pero que generalmente sumaban a muchísimos vecinos, era el Día del Desembarco”, explica Oriola.

 

A veces cooperando con mano de obra y a veces con materiales, se fue construyendo, primero, el salón fundamental, y, posteriormente, la capilla. Las historias y testimonios que la rodean son muchos, y algunos de los vecinos dejaron sus narraciones sobre lo que allí se vivía.

 

 

“Cuando chicos, íbamos a la capilla. Nos pasaba a buscar mi abuelo Jenkins. Con Lidia íbamos a la mañana. En una hora, una hora y media nos enseñaban ahí a leer y a la tarde íbamos de 2 a 3 y media, más o menos”, contaba, en un relato, Owen Hughes. “Después, a la noche, iba mi mamá a la capilla, porque ya era la hora del culto”, explicaba.

 

“De la capilla tengo recuerdos muy lindos, especialmente las fiestas: por ejemplo, las fiestas de Navidad. Para los galeses, la Navidad era muy importante. En la Nochebuena, nunca se festejaba: Navidad sí. Mamá, me acuerdo, se levantaba temprano ese día para tener todo listo a las 12, a la hora del almuerzo. Generalmente, un pavo al horno no podía faltar. Y luego, a las 4 de la tarde, ir a la capilla”.

 

Lizzie Jones de Lloyd también dejó su historia. “Yo vine a Esquel cuando me casé”, contaba. “En esas épocas no era costumbre casarse en la capilla".

 

"Ir a la capilla era un sentimiento de necesidad, un asunto de fe. La capilla era esta, la Seion. La gente más cercana iba a la Seion”.

 

 

La capilla no solo representa solamente un espacio de religión: contiene vivencias de los primeros años de Esquel y de un amplio grupo de familias que marcaron la historia de Chubut, Esquel y Trevelin. "Cuando pasen por la calle Rivadavia, entre 25 de Mayo y Sarmiento, detrás de esas rejas, están los carteles, está la capilla. Es un lugar realmente hermoso: es un lugar que conmueve", nos cuenta el profe Jorge Oriola.

 

Todo esto y mucho más, en este nuevo especial de Sepia, la historia de Esquel, en imágenes. ¡No te lo pierdas!

 

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