Cuarenta años después de haber sobrevivido a un atentado a balazos en la plaza San Pedro del Vaticano, el 13 de mayo de 1981, el fallecido papa Juan Pablo II es recordado hoy por haber contribuido con su prédica a la caída de la Unión Soviética, así como por ser uno de los pontífices más universales y viajeros de la historia.
El 13 de mayo de 1981, cuando ingresaba en un automóvil descapotable a la plaza San Pedro, el exarzobispo de Cracovia recibió cuatro disparos del extremista turco Mehmet Alí Agca, exmiembro del grupo de extrema derecha "Lobos grises".
Agca, un musulmán de 23 años, dio luego del ataque varias versiones para explicar su actitud, sin convencer nunca a los investigadores. Fue el primero de los dos atentados que sufriría Wojtyla durante su papado, entre 1978 y hasta su muerte en 2005, tras lo cual fue canonizado en 2014 por el papa Francisco.
El segundo ataque lo sufrió el 2 de mayo de 1982, cuando el sacerdote integrista y de ideología de derecha radical Juan Fernández Krohn intentó apuñalarlo con una bayoneta de 37 centímetros en el santuario de Fátima en Portugal, pero el agresor fue arrestado inmediatamente por personal de seguridad.
Durante su papado de 27 años, fue el único hasta el momento que visitó Argentina.