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09 de Octubre de 2022
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El papa declaró santo al enfermero argentino Artémides Zatti, quien se destacó por su labor en la Patagonia

El enfermero salisano que recorrió la Patagonia para asistir a quienes se encontraban en situación de vulnerabilidad en la primera mitad del siglo XX. 

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El papa Francisco proclamó santo al enfermero Artémides Zatti quien era italo-argentino y conocido como el “pariente de todos los pobres” por su labor en la Patagonia al servicio de las personas más vulnerables durante la primera mitad del siglo XX.

 

Durante una ceremonia religiosa en la Plaza San Pedro en Roma, el papa anunció: “Declaramos y definimos santos a los beatos Juan Bautista Scalabrini y Artémides Zatti y los inscribimos en el registro de los Santos, estableciendo que en toda la Iglesia sean devotamente honrados entre los Santos”.

 

En la misma línea resaltó el ejemplo de Artémides Zatti que al ser curado de la tuberculosis, dedicó toda su vida a saciar las necesidades de los demás, a cuidar a los enfermos con amor y ternura. Se dice que lo vieron cargarse sobre la espalda el cadáver de uno de sus pacientes”.

 

Además, el Pontífice solicitó: “Recemos para que estos santos hermanos nuestros nos ayuden a caminar juntos, sin muros de división; y a cultivar esa nobleza de espíritu tan agradable a Dios que es la gratitud”.

 

Artémides Zatti nació en Italia en 1880 pero a los 17 años se mudó con su familia a Argentina, en donde 10 años más tarde se consagró religiosamente en la congregación salesiana con gran participación en la Patagonia. 

 

Cuando llegó al país junto a su familia se radicaron en Bahía Blanca donde tuvo su primer acercamiento con los salesianos. Para 1902 se encontraba en la casa de formación de los salesianos en Bernal, provincia de Buenos Aires. Artémides se contagió de tuberculosis por un sacerdote que estaba allí. Entonces fue enviado a Viedma en donde la congregación tenía un hospital.

 

Fue allí, cuando el padre Garrone le propuso encomendarse a la Virgen en su advocación de María Auxiliadora y que le prometiera que si se curaba dedicaría su vida a los más necesitados y enfermos. La promesa se cumplió y sanó. En 1911 hace su profesión religiosa como salesiano pero desde antes ya recorría la zona en bicicleta para asistir a quienes le necesitaban en la Patagonia.

 

Fue el director del Hospital San José de Viedma, donde los pobres eran atendidos gratuitamente. En 1914 obtuvo la ciudadanía argentina y a los 67 años su matrícula de enfermero Dos años después luego de un accidente en el que se cayó de una escalera, aparecieron los síntomas de un cáncer, sin embargo siguió con sus tareas hasta que la enfermedad le impidió. Murió el 15 de marzo de 1951 a los 70 años y sus restos se encuentran en la parroquia San Juan Bosco de Viedma. 

 

Juan Pablo II lo proclamó beato luego de que la Iglesia determinara que Dios obró un milagro por su intercesión. La cual fue la curación inexplicable para la ciencia de un sacerdote argentino que padecía una septicemia múltiple. El otro milagro fue la curación de un filipino que había sufrido un ACV.

 

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