20 años de cárcel para un docente que violó a 12 alumnos: “Les metía la cabeza en el inodoro”

Nicolás Matías Rapagnani (29) comenzó a trabajar en el colegio Nuestra Señora de los Remedios de Parque Avellaneda en 2014. Cumplía tareas docentes en el secundario, era auxiliar del laboratorio y también se desempeñaba en tareas de tutoría. Una especie de comodín que se movía por todo el establecimiento, situación que aprovechó para abusar sexualmente de varios chicos. Ahora lo condenaron a 20 años de cárcel.

El lunes, Rapagnani fue condenado a 20 años de prisión por 12 de los 14 hechos que fueron investigados. Los delitos son "abuso sexual con acceso carnal", "abuso sexual gravemente ultrajante" y "corrupción de menores". El 11 de mayo se conocerán los fundamentos de la sentencia.

"En este caso, hubo un contexto facilitador", expresa el abogado. "Desde el colegio y desde la casa pastoral de los salesianos a cargo del colegio intentaron cubrir todo el tiempo lo que pasó. Por las eventuales responsabilidades eclesiásticas o civiles y para cubrir a los docentes de su institución, hicieron todo lo posible para dar testimonios que no reflejaban la realidad del colegio", agregó.

"Por eso, hay muchos imputados por falso testimonio", comenta Palmeiro. "El tribunal tomó una resolución poco frecuente. Por la gravedad del caso, se le dictó prisión preventiva que cumplirá de manera domiciliaria hasta que la sentencia quede firme y vaya a la cárcel". 

La instancia oral del juicio comenzó en marzo de 2022. Pasaron casi ocho años desde las denuncias. En este tiempo, incluso, uno de los niños se cruzó a su agresor por la calle. "Con todo lo revictimizante que eso es", señala el abogado.

Rapagnani vive en Portela al 1000 en Parque Avellaneda, a solo 15 cuadras del colegio, con el que tuvo vínculo laboral hasta mayo de 2022, según los registros de seguridad social. El instituto está ubicado en Florentino Ameghino al 1400.

"Rapagnani siempre estuvo asociado a la institución, como alumno, después iba de visita como exalumno. Los nenes lo conocían y lo veían como una figura de autoridad", expresa el abogado.

"Desde el colegio, dijeron que los niños eran controlados permanentemente, que no había forma que el condenado pasara del sector de secundaria a primaria. En el juicio, con los testimonios, se determinó que eso era mentira", afirma Palmeiro.

Cuando sucedieron las agresiones los nenes iban a salitas de cuatro y cinco años o a primer o segundo grado de la primaria. Todo pasó en el colegio, durante horas de clases o en los recreos.

“Los nenes llegaban al grado mojados porque les metía la cabeza en el inodoro, sucios, muchas veces golpeados y cubiertos, incluso, con materia fecal. Las maestras no se preocupaban si faltaba alguno, nunca quedó claro cómo los contaban para saber si la clase estaba completa. Eran todos amigos, de la misma casa eclesiástica y se protegían entre sí”, cuenta el abogado.

"Los agredía en determinados espacios, a veces solos y a veces en grupo", afirma Palmeiro. "Después empezaba con las amenazas, les decía que si contaban algo iba a matarles al papá, la mamá o los hermanos, que eso quedaba entre ellos, que él ya había asesinado a otras personas y no tenía problemas en hacerlo de nuevo".

El abogado cuenta que las autoridades más que sancionadas y despedidas, fueron relocalizadas. Al cambiarse de colegio, algunos de los niños se encontraron, en su nueva escuela, con los mismos directivos cómplices. “Otra vez el descreimiento y la revictimización, otra vez cambiarse de colegio”.

Otros, lamentablemente, por cuestiones económicas, porque tenían otros hermanos en la institución, no pudieron irse a otro colegio. 

El abogado enfatiza que no hubo ningún tipo de colaboración desde la casa salesiana. “¿Quién está detrás de esto, bancando la situación?”, expresa consternado. “El cura responsable del colegio desapareció apenas sucedieron los hechos. No lo pudimos encontrar más, hasta el año pasado”, cierra el abogado.

Fuente: Clarín.