En conmemoración al cuarto aniversario del asesinato de su único hijo, Graciela Sosa, junto con su esposo Silvino Báez, convocaron a una concentración y misa interreligiosa en las escalinatas de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.
"Seguimos igual, hasta peor. Nunca pensé que con el correr del tiempo iría empeorando. Me siento bajoneada, pasaron las fiestas de Navidad y Año Nuevo, que fueron muy difíciles para nosotros", expresó Graciela Sosa.
El Tribunal de Casación Penal bonaerense, compuesto por los jueces Mario Kohan, Fernando Mancini Hebeca y María Florencia Budiño, es la esperanza de los padres de Fernando. El fallo que emitirán en respuesta a las apelaciones presentadas por los abogados y la fiscalía determinará si los ocho involucrados recibirán la pena de prisión perpetua como coautores del "homicidio doblemente agravado por el concurso premeditado por dos o más personas y por alevosía en concurso ideal de lesiones leves".
Silvino Báez advierte sobre rumores de posibles rebajas en las sentencias, pero se mantiene firme en su búsqueda de justicia. "Le llegaron rumores al doctor Burlando que a alguno le quieren bajar la condena porque son muy jóvenes para tantos años de cárcel. Pero una vez que uno cumple 18 años, tiene que hacerse cargo de sus actos. Deben hacerse responsables del asesinato de mi hijo", manifestó.
La situación emocional de Silvino Báez es "complicada", y su preocupación se extiende a las condiciones de privilegio que, según él, tienen los condenados en la cárcel. En la Alcaidía 3 de Melchor Romero, los jóvenes reciben un trato que él considera injusto. "Necesitamos justicia ejemplar para que nosotros podamos seguir con más tranquilidad. Los asesinos de mi hijo tienen muchos privilegios en la cárcel, no debería ser así, tendría que ser como cualquier hijo de vecino", expresó.
O.P.