El Carancho, conocido también como Traru en mapudungun, es un hábil constructor de nidos, prefiriendo árboles o arbustos donde arma su hogar con palos entrelazados y recubierto con pasto y pelos. Aunque no se encuentra amenazado, su presencia se extiende a lo largo y ancho del territorio argentino e incluso hasta el Sur de Estados Unidos, demostrando su capacidad de adaptación a diferentes entornos.
Este ave, de apariencia distintiva con su pico robusto curvado hacia abajo y sus garras largas y ganchudas, es un verdadero maestro de la supervivencia. Prefiere alimentarse de carroña, aprovechando los restos de animales muertos, pero no duda en cazar una variedad interesante de presas, desde insectos hasta pequeños mamíferos y aves.
El Carancho se desenvuelve con facilidad en zonas abiertas del bosque húmedo, bosques ecotonales, estepas e incluso áreas urbanas y suburbanas. Desde los llanos hasta altitudes de 1800 metros sobre el nivel del mar, este ave se adapta a diversos ambientes con asombrosa destreza.
Su presencia no pasa desapercibida, pues es común verlo posado en las puntas de los árboles o sobre postes de luz, destacando con su característico aspecto: una "gorra" oscura, cuello pálido y cuerpo oscuro. Su vuelo, marcado por aleteos alternados y planeos circulares, revela su envergadura impresionante, pudiendo alcanzar hasta 1.4 metros de longitud de ala.
El Carancho, con su andar pausado y su peculiar llamado "krak krak krak", se convierte en una presencia inconfundible en el paisaje del Parque Nacional Los Alerces y alrededores, recordándonos la riqueza y diversidad de la vida silvestre que habita en estos territorios.
O.P