En una operación relámpago durante la madrugada, fuerzas militares estadounidenses bombardearon tres de las principales instalaciones nucleares de Irán: Fordow, Natanz e Isfahan. La acción fue confirmada por el expresidente Donald Trump.
Desde la Casa Blanca aseguran que la intervención fue necesaria para evitar que Teherán alcanzara capacidades nucleares múltiples en cuestión de semanas. Israel había insistido con firmeza en una acción concreta: el primer ministro Benjamin Netanyahu había presionado para una respuesta inmediata. Y Trump cumplió.
La reacción iraní no se hizo esperar. El viceministro de Exteriores, Saeed Khatibzadeh, aseguró que Estados Unidos no debería participar en un conflicto que no le pertenece.
La tensión crece mientras el mundo observa con preocupación una posible escalada bélica en Medio Oriente. Lo que comenzó como una advertencia, ahora se ha convertido en un nuevo foco de conflicto global.
R.G.