Una historia digna de película de suspenso salió a la luz en Cipolletti y dejó a todos con la boca abierta. El protagonista, un hombre con imagen de “guía espiritual” o “pastor” y promotor de prácticas esotéricas, fue condenado a ocho años de prisión tras un juicio donde no se guardó nada: rituales de purificación, masonería, manipulación emocional y una relación marcada por la desigualdad y el abuso.
Todo comenzó hace años, cuando el acusado –conocido en el círculo familiar de la víctima desde su infancia– empezó a ganar terreno en la vida cotidiana del hogar. A base de carisma, promesas de sanación y discursos misteriosos sobre el aura y la masonería, se posicionó como una figura central y casi incuestionable. Las puertas de la casa siempre estaban abiertas para él, y los padres confiaban a ojos cerrados.
Pero detrás del misticismo, la realidad era otra. Según relató la denunciante ante la Justicia, el hombre fue invadiendo cada vez más sus espacios personales. “Yo no podía decidir, sentía que lo que él decía era la única verdad”, confesó la víctima, visiblemente movilizada en el juicio. Los hechos de abuso –que se extendieron durante años y en contextos de rituales esotéricos– fueron avalados por testimonios de familiares, amistades y profesionales, que describieron una estructura de control y aislamiento casi invisible.
La fiscalía fue contundente: el acusado utilizó su posición y la confianza de la familia para sostener un sometimiento emocional progresivo, al punto de anular el consentimiento de la víctima. “No se trató de una relación entre adultos en igualdad de condiciones”, remarcaron los jueces en el fallo, donde también se destacó la importancia de los informes periciales y escolares que daban cuenta del impacto psicológico y social en la joven.
La defensa, por su parte, intentó sembrar dudas: hablaron de una relación afectiva, de vínculos consentidos y hasta trajeron testimonios del entorno del acusado dispuestos a desacreditar a la denunciante. Pero nada alcanzó para convencer al tribunal, que no solo desestimó los planteos sino que dictó una pena de prisión efectiva, descartando cualquier tipo de beneficio domiciliario.
El caso ya generó un fuerte sacudón en la comunidad y reavivó el debate sobre los límites de la influencia espiritual y el consentimiento. ¿Cuántas historias similares pueden estar ocultas tras la fachada del esoterismo? El fallo, firmado por la jueza Alejandra Berenguer y los jueces Guillermo Merlo y Julio Sueldo, dejó un mensaje claro: la manipulación, aunque se disfrace de ritual, no tiene lugar ante la Justicia.