Un mensaje de voz llenó de esperanzas el último domingo a la familia de Bruno de Paula Carvalho Fernandes, un técnico en enfermería de 29 años que dejó su trabajo en un hospital de Minas Gerais, en Brasil, para viajar a Ucrania, donde se desarrolla la guerra entre ese país y Rusia, como soldado voluntario.
En específico, le dijo a su mujer que se sentía en paz y que estaba confiado en que pronto volvería a casa. Sin embargo, perdió la vida horas después, en una emboscada que le prepararon las tropas rusas. Su familia recibió la confirmación de su muerte en la tarde del lunes.
Bruno nació y vivió toda su vida en Governador Valadares, y se había alistado como voluntario en el ejército ucraniano a fines de mayo. Según precisaron medios brasileños, después de trasladar pacientes y colaborar en el servicio de emergencias durante la pandemia de covid-19, fue contratado en 2022 por el Hospital Regional de Governador Valadares. Allí estuvo hasta febrero de este año, cuando tomó la decisión de incorporarse a las fuerzas de Kiev.
Cecília, con quien Fernandes convivía hacía cuatro años, y junto a quien criaba a una niña de seis, producto de una relación anterior de la mujer, y a otro niño de cinco, su hijo biológico, contó que antes del incidente que acabó con su vida, también había resultado herido en combate.
Fue poco después de llegar a Ucrania, cuando recibió varios disparos, incluido uno en la cabeza, y estuvo internado en terapia intensiva. Lejos de volver, al recuperarse, fue enviado nuevamente al frente de batalla, dijo la mujer.
“No podía decir que no, lo obligaban a irse”, remarcó al sitio web G1 su esposa, quien aseguró que Bruno no estaba completamente recuperado cuando regresó al combate.
Fernandes habló por última vez con su familia el domingo 31 de marzo a las 11:21 (hora de Brasilia). Poco más de 24 horas después, a las 14:00 del lunes, aproximadamente, le informaron a su esposa y a sus padres que había muerto tras recibir impactos de bala en la cabeza y la pierna. “Fue víctima de todo este sistema de reclutamiento”, cuestionó su esposa.
Cecília reveló que en las redes sociales de Bruno encontró al menos siete grupos de reclutamiento de brasileños. Contó, además, que las ofertas prometían sueldos de hasta R$ 30.000 mensuales, además de alojamiento, comida y transporte pagados por el gobierno ucraniano.
Entusiasmado con la posibilidad, Fernandes vendió su automóvil para poder solventar los gastos iniciales y se registró como soldado, con derecho a una tarjeta militar de Ucrania. Esta decisión fue, finalmente, la que marcó su destino.
La madre de Bruno, Paula da Silva Gueze, de 46 años, dijo en A Gazeta que su hijo le había asegurado que trabajaría como técnico de enfermería en Ucrania, pero terminó en la primera línea contra las tropas rusas. Su mujer, en tanto, admitió que la noche anterior al ataque tuvo un sueño premonitorio sobre la muerte de su marido.