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01 de Agosto de 2016
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Alcoholocracia, cuando una sociedad vive del alcohol

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El alcohol es una de las drogas que por su fácil acceso y poderosa propaganda que ofrece, se ha convertido en un verdadero problema social en casi todos los países y en todas las edades a partir de la adolescencia.
Produce cerca de 200,000 muertes al año directa o indirectamente. El alcoholismo reduce la esperanza de vida entre 10 a 12 años. Entre más temprano una persona empieza a beber, mayores serán sus perspectivas de desarrollar enfermedades graves más adelante.
El alcohol es el responsable en más de la mitad de todas las muertes en accidentes automovilísticos. Menos de dos vasos de vino puede deteriorar la capacidad para conducir. Un estudio americano en una sala de emergencias informó que el 47% de las personas que fueron admitidas con lesiones dieron positivo a para el alcohol y 35% estaban intoxicadas. De las personas que estaban intoxicadas, 75% mostraron evidencia de alcoholismo crónico. Esta enfermedad es el diagnóstico primario en una de cada cuatro personas que se suicidan; y el alcohol se implica en el 67% de los asesinatos.
Dentro de los problemas médicos, resumiremos los siguientes:
A nivel del corazón, el consumo bajo del alcohol en forma de vino tinto, reduce el riesgo de ataques cardíacos al mejorar los niveles de colesterol, las dosis más grandes de alcohol pueden desencadenar latidos del corazón irregulares y aumentar la presión arterial hasta en personas sin historia de cardiopatía. El abuso crónico del alcohol también puede lesionar el músculo del corazón que conduce a la insuficiencia cardíaca; las mujeres son particularmente más vulnerables a este trastorno.
En relación a la oncología, el alcohol quizás no cause cáncer, pero probablemente puede realzar los efectos carcinogénicos de otras sustancias, como el humo de cigarrillos. Cerca de 75% de cánceres del esófago y 50% de cánceres de la boca, la garganta y la laringe se atribuyen al alcoholismo. El alcoholismo también se asocia con un mayor riesgo para los cánceres colorrectales. El riesgo para el cáncer hepático aumenta en los alcohólicos y hasta el beber moderadamente -tres a nueve bebidas a la semana- puede aumentar las perspectivas del desarrollo del cáncer de mama en las mujeres.
El uso habitual del alcohol deprime el sistema nervioso central, produciendo depresión clínica, confusión y, en los casos graves, psicosis y trastornos mentales. El alcohol también puede causar problemas neurológicos más leves, incluyendo insomnio y cefalea (dolores de cabeza) especialmente después de beber vino tinto. Excepto en los casos graves, el daño neurológico no es permanente y la abstinencia casi siempre conduce a la recuperación de la función mental normal.
A nivel digestivo, el hígado en particular es puesto en peligro por el alcohol. Aquí, el alcohol se convierte en una sustancia aún más tóxica, acetaldehído, que puede causar daño sustancial, incluyendo cirrosis.
El alcohol suprime el sistema inmunitario y las personas con alcoholismo son propensas a las infecciones, en particular a la neumonía.
El alcoholismo aumenta los niveles de la hormona femenina estrógeno y reduce los niveles de la hormona masculina testosterona, factores que contribuyen a la impotencia en los hombres.
Como vemos, una copa de vino en el almuerzo y la cena es la dosis justa para aprovechar los efectos benéficos del vino, y negar su daño crónico, solo hace tener cada vez más enfermos…. y muertos.

 

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