Toda acción de la comunidad, independientemente de su tamaño, tiene alguien responsable. Desde la cooperadora de un hospital o una escuela, hasta un club deportivo, una junta vecinal o el grupo de boys scaut.
Claro está que existen niveles de responsabilidad según la tarea que se asuma y es la política la que prima por cuanto esas decisiones de quienes ocupan lugares en los poderes públicos, influirán de manera directa o directa en muchos habitantes, quizás alejados o desinformados al respecto.
Quizás resulte un formato argentino, aunque habría que tener experiencias de aquellos que han podido vivir comunitariamente en otros puntos del planeta; lo cierto es que tenemos la costumbre de “resolver” todo rápido en la mesa del café, el asado o ahora en los grupos tecnológicos de Wats App.
Allí ponemos y sacamos a Messi de la selección, le enseñamos a cocinar a Maru Botanna, le corregimos la dirección a Di Palma en plena carrera y sacamos a varios ministros por incompetentes, además de explicarle como son y cómo deben hacerse las cosas.
Es necesario romper con el facilismo y hay una manera clave: hacerse cargo.
Aún con la visión egoísta de pensar en sí mismo y los suyos, si cada padre asume la responsabilidad de acompañar a sus hijos en las actividades educativas, culturales o deportivas que realiza, tendríamos cientos de activistas para fortalecer lo que se hace bien o mejorar lo que no tiene buen rumbo.
Imaginemos por un momento que solamente las escuelas y clubes existentes contaran con todos (salvo excepciones razonables) los padres dando una pequeña mano.
Esa participación y organización pondría en marcha un trabajo solidario inigualable y a su vez una demanda a la sociedad y al Estado que permitiría resultados mucho más efectivos y corto plazo de lo que podemos imaginar.
Ojo, esto no quita que aquellos que hacen una tarea encomiable y solidaria son claves hoy, como integrantes de asociaciones cooperadoras, dirigentes de clubes, pero necesitan un refuerzo espiritual y material porque son un ejemplo casi invisible. Debemos multiplicar los integrantes de cada ejemplo como lo pueden ser hoy la cooperadora del Hospital Zonal o cada uno de nuestros clubes deportivos.
La transparencia, acción efectiva, cumplimiento de los compromisos, austeridad y honestidad que se exige a la dirigencia política se vería fortalecida si cada uno de nosotros, por menos que sea, asume un compromiso con la sociedad que lo rodea.
Quienes creemos y militamos en la política como herramienta de transformación debemos hacernos cargo de abrir las puertas y los oídos para nuevas alternativas a cada problemática, pero los tiempos se aceleran de manera notable cuando sentimos al lado a quien demanda poniendo el hombro y aportando ideas.
No son fáciles los tiempos que corren, pero si cambiamos esos diez minutos en el café para “analizar y corregir” el mundo por una hora en la institución que pertenecen nuestros hijos, habremos dado el primer paso para hacernos cargo.