04 de Agosto de 2019
medio-ambiente |

¿Por qué el olor a podrido se volvió costumbre en playas del Caribe y Miami?

Es consecuencia del sargazo, una plaga de algas que enturbia el agua caribeña y del Golfo de México.

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El sargazo es un alga que enturbia el agua cristalina del Caribe y el Golfo de México y expertos de Estados Unidos alertaron que no quedará otra que acostumbrarse. Será "la nueva norma" si Brasil no detiene la deforestación del Amazonas, indican los especialistas. Las playas afectadas son las del oeste de México, las de las islas del Caribe y las del sur de Florida.

 

El sargazo se extiende en una capa densa a lo largo de la orilla hasta donde alcanza la vista. El agua, normalmente cristalina, parece de río barroso y el olor a podrido del alga se esparce en el aire.

 

Una turista mexicana, María Guadalupe Vázquez, de 70 años, contó mientras descansaba en Miami Beach que a pesar de buscar una ubicación más limpia no hubo forma: "Todo está igual".

 

Las autoridades de Miami comenzaron este viernes a limpiar las playas con camiones y cargadores frontales, aunque según lo que explican los expertos esto es apenas un remiendo. "El principal problema es el río Amazonas. El segundo, el calentamiento global. Mientras más caliente esté el agua, más se reproduce", dijo a la AFP Steve Leatherman, experto en medio ambiente de la Universidad Internacional de Florida (FIU).

 

Según los científicos, hacia 2011 por el aumento de la agricultura en la región brasileña del río Amazonas, creció el uso de fertilizantes, porque, para sembrar más, los cultivadores que deforestan la selva obtienen a cambio un suelo muy pobre de barro rojo. Estos productos son arrastrados por las lluvias al río Amazonas y se vierten en el océano Atlántico, donde fertilizan exageradamente a las algas. Como resultado "hay 20, 30, 50 veces más, 100 veces más sargazo del que hubo nunca antes", detalló Leatherman.

 

"Creemos que esto será la nueva norma y habrá que buscar soluciones", advierte el experto, también conocido como "Dr. Beach" (doctor Playa), mientras camina tristemente entre las algas que invaden Miami Beach.

 

El sargazo es un fenómeno natural. Es todo un ecosistema del que se alimentan peces, cangrejos y aves. Cuando Cristóbal Colón vio la extensión que ocupa esta alga, al oeste de las Bahamas en el Atlántico Norte, su densidad le hizo creer que era una isla.

 

"Lo que ocurre en el océano Atlántico está bien. Pero esto ahora es un desastre económico y medioambiental", dice Leatherman.

 

Las lanchas de pescadores no consiguen arrancar. La playa es desagradable para los bañistas. Los peces fallecen porque las algas absorben el oxígeno. Las tortugas no pueden anidar. Si lo logran, sus crías no alcanzan el mar. Y, cuando muere y cae al fondo del mar, el sargazo asfixia los corales.

 

Esto sin contar los daños económicos que produce a la pesca y el turismo, que aún no han sido cuantificados.

 

En las Islas Vírgenes británicas el sargazo tiene dos metros de espesor. Punta Cana, una playa legendariamente turquesa en República Dominicana, está marrón. Barbados declaró emergencia nacional. México recurrió a su Marina Armada para remover el alga e intentar recuperar la belleza de Cancún.

 

"No sé lo que está pasando, pero no es algo lindo de ver, ¿sabes? Somos turistas", dijo Sed Walker, un videasta de 48 años que visitaba Miami Beach con su esposa Tia desde Los Ángeles.

 

Un estudio de la Universidad del Sur de Florida (USF) publicado en julio por la revista Science dice que probablemente este problema, que comenzó en 2011 con picos de hipertrofia en 2015 y 2018, ha llegado para quedarse.

 

Imágenes satelitales infrarrojas muestran cómo el sargazo se forma en la boca del río Amazonas. A partir de allí se extiende a lo ancho del Atlántico, desde África hasta el Caribe y el Golfo de México.

 

Los investigadores lo bautizaron "El Gran Cinturón de Sargazo del Atlántico (GCSA)". En 2015 y 2018, se extendió más de 8.850 Km. En junio del último año, su biomasa alcanzó más 20 millones de toneladas.

 

El estudio responsabiliza por el exceso de sargazo a las descargas de fertilizantes en el Amazonas y a los nutrientes naturales de la costa africana.

 

"La pregunta es si hemos llegado al punto donde el GCSA y su varamiento en las playas se han vuelto la nueva norma", dice el principal autor del estudio, Chuanmin Hu, profesor de oceanografía óptica de la USF.

 

"Bajo el continuo enriquecimiento de nutrientes debido a la deforestación y el uso de fertilizantes (...), la respuesta probablemente es positiva", escribe Hu.

 

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