Sofía habla con la convicción de quien ha encontrado su camino. Con una década de dedicación al karate, esta joven deportista esquelense no solo acumula experiencia en competencias, sino que también ha comenzado a dar sus primeros pasos como instructora, transmitiendo su pasión a los más chicos.
Su reciente participación en Colombia marcó un hito en su carrera. Cuenta emocionada que fue al torneo con ciertas expectativas que fueron superadas ampliamente. "Había un nivel muy alto de competidores", confiesa Sofía. Clasificada en la categoría de 17-18 años femenino, su camino a la selección nacional comenzó con pruebas selectivas en Buenos Aires y se consolidó a través de torneos nacionales obligatorios como la Copa Itaya en Córdoba y el Nacional de Provincias en Chaco.
El Panamericano: nervios, apoyo y una experiencia inolvidable
El torneo internacional fue un desafío, con cinco peleas, algo inusual para ella. "Normalmente hago dos, tres...", comenta, recordando que la última pelea del Panamericano contra una estadounidense terminó en empate, obligando a una prolongación de dos minutos que finalmente le dio el pase a la siguiente ronda.
Los nervios estaban a flor de piel, pero el apoyo fue su ancla. Sofía sabía que viajaba acompañada de su madre y con el cariño de su gente de Esquel. "Lo último que me dijeron antes de que yo me vaya fueron todos los apoyos y que yo ya era ganadora con estar yendo", recuerda emocionada. Este sentimiento se magnificó al recibir, el día previo a competir, una caja con cartitas de aliento escritas por sus compañeros del dojo. "Me largué a llorar, de verdad fue re lindo. Ellos son mi familia", recuerda emocionada, evocando ese momento.
Su regreso, con medallas en mano, fue triunfante. El recibimiento en Esquel, aunque modesto por la ausencia de algunos que quería, "fue una re linda recibida. Me sentí muy acompañada". El reencuentro más significativo fue en el dojo, con su Sensei, Jorge Villivar, y sus compañeros. "Yo sé que ellos son uno de los actores principales en ver mi proceso y además de ser parte del proceso. Porque ellos son los que me ayudan a entrenar", enfatiza sobre la importancia del equipo.
Más allá de la competencia, primero disciplina y enseñanza
La vida de Sofía como deportista de alto rendimiento implica una disciplina rigurosa, no solo en el entrenamiento sino también en el cuidado personal. "Trato de comer saludable, no tomar alcohol. Siento que es muy importante para un deportista no consumir ese tipo de cosas", explica. Sus entrenamientos son intensos: cinco días a la semana, con días de refuerzo y la doble función de ser alumna y maestra.
Siedo "mano derecha" de su sensei y como primer dan, Sofía asumió el rol de instructora de niños de cinco y seis años en abril. Este rol es una fuente de profunda satisfacción. "A mí lo que más me gusta es transmitir lo que sé. Y lo que a mí me encanta. Porque es mi vida karate", afirma.
La inocencia de sus pequeños alumnos al ver sus medallas de Colombia la llena de motivación. "Si nos portamos bien, nos vamos a ganar", le dijeron. Su respuesta fue clara: "Si siguen practicando y se portan bien, van a ganar".
El Patagónico, próximo desafío
El motor de Sofía nunca se detiene. Este mismo fin de semana, viaja junto a sus compañeras y su sensei a Río Gallegos para competir en un Torneo Patagónico. Participará en su categoría individual y, como un gran desafío, formará parte del equipo de kumite y kata mayores, subiendo dos categorías.
"Hace muchos años que no se hace un patagónico y poder ir y representar a nuestro dojo es súper importante para mí. Muchísimo", concluye Sofía, agradeciendo a todos los que la apoyan para alcanzar sus metas. Con la frente en alto, una inmensa gratitud y sencillez, la joven karateca se prepara para escribir un nuevo capítulo en la historia que comenzó hace 10 años, una historia donde el karate es, sencillamente, su vida.
E.B.W.