El salmón Chinook, una especie exótica e invasora originaria del
Pacífico Norte, es el salmón más grande del mundo, capaz de superar el metro y medio de
longitud y con un peso que puede variar entre los 20 y los 60 kilos. Conocido también como
salmón rey o King salmón, su ciclo de vida es tan fascinante como extrema: nace en los ríos,
migra al océano donde pasa la mayor parte de su vida, y finalmente regresa al mismo curso de
agua para reproducirse y morir. Se trata de un viaje que conecta ecosistemas marinos y
fluviales a miles de kilómetros de distancia.
Un estudio científico liderado por Carla Riva Rossi, investigadora del Instituto de Diversidad y
Evolución Austral (IDEAus–CONICET) y Javier Ciancio, del Centro para el Estudio de los Sistemas
Marinos (CESIMAR–CONICET), reconstruye la historia de expansión de esta especie utilizando
herramientas genéticas de alta resolución. Los objetivos específicos de este estudio fueron
determinar las relaciones genéticas entre la población del río De las Vueltas, en la cuenca alta
del río Santa Cruz, y otras poblaciones naturalizadas y de acuicultura en Sudamérica.
“Esta es una de las pocas especies de salmón que ha logrado establecerse exitosamente fuera
de su rango nativo, y lo ha hecho en proporciones pocas veces vistas: en Nueva Zelanda y en el
sur de Sudamérica. En nuestro continente, la expansión en apenas cinco décadas ha sido
vertiginosa e inédita colonizando prácticamente cada cuenca fluvial”, indica Riva Rossi.
Introducido en Chile en la década de 1970 desde los ríos Columbia y Willamette de Estados
Unidos, el Chinook se dispersó naturalmente hacia el Atlántico, aprovechando corrientes
oceánicas y posibles conexiones continentales. El hallazgo más destacado del estudio es que la
población del río De las Vueltas proviene en su mayoría de linajes del Pacífico genéticamente
diversos, y en menor medida de poblaciones ya establecidas en el propio Santa Cruz. Este
origen mixto le otorga una alta diversidad genética, evidencia de múltiples eventos de
colonización oceánica. Todo indica que el río Santa Cruz podría actuar como un centro de
acumulación genética y un corredor migratorio para la expansión del Chinook hacia otras
cuencas patagónicas.
Los resultados del estudio muestran que el río Santa Cruz sostiene una población estable de
Chinook, pero también evidencian la oportunidad de manejar estratégicamente esta invasión:
evitar su expansión hacia otras cuencas y, al mismo tiempo, preservar el valor ecológico del
río. La rápida expansión del salmón Chinook representaría una amenaza para la biodiversidad
nativa, incluyendo la competencia con especies locales y la alteración de ecosistemas. “Desde
el punto de vista ecosistémico, esos salmones alteran el hábitat: los nidos modifican los fondos
al desovar, sus carcazas mueren y se pudren, aportando nutrientes a un sistema que antes
tenía baja competencia y bajos nutrientes. Además, los juveniles pueden predar sobre
especies nativas”, agrega la especialista del IDEAus.
Por otro lado, los científicos coinciden en que, desde el punto de vista humano, esta especie es
una amenaza, pero también una oportunidad. Amenaza por los efectos negativos en
comunidades biológicas nativas anteriormente descriptas y problemas en sectores turísticos,
como por ejemplo en el río De las Vueltas, cerca de El Chaltén, donde las carcasas de los
salmones moribundos o muertos al cabo del desove pudren orillas, generan olores, atraen
alimañas, y la pesca furtiva deja residuos por doquier. Pero también generan una oportunidad
porque en la desembocadura del río, en Piedra Buena, se ha iniciado un concurso de pesca del
Chinook que atrae turismo y genera ingresos, o sea, una actividad recreativa con impacto
económico local.
Comprender estos procesos es esencial para anticipar impactos, orientar decisiones de manejo
y buscar formas más equilibradas de convivir con especies exóticas invasoras en los
ecosistemas.
“La generación de información científica como la que presentamos (genética, dispersión,
conectividad) es fundamental para tomar decisiones informadas: para definir si continuamos
con el Chinook como recurso, o si lo contenemos como invasor, y para diseñar políticas que
equilibren conservación de la biodiversidad, desarrollo humano y gestión de especies
exóticas”, finalizan los investigadores del CENPAT.
Fuente: CENPAT