- Por Lelia Castro -
Clementina Fonseca es oriunda de Río Percy y vivió toda su vida en esa localidad. De sus primeros años recuerda especialmente a su padre y a su madre, Dolores Galarza y, junto con ellos, el lugar en donde se radicaron y que la vio nacer: El Cañal. Tiempo después, porque las cosas “no andaban bien” deciden trasladarse a Río Percy.
“Se quedaron acá y con el tiempo hicieron una casita”.
Viuda y con 4 hijos a su cargo, su madre Dolores decide quedarse en la nueva ubicación hasta que tiempo después comienza otra relación amorosa. De este vínculo, Clementina tuvo 2 hermanos más y se convirtió en la mayor de la familia.
“No sé por cuántos años el Percy abasteció con leña a Esquel”.
Para Clementina, todo tiempo pasado fue mejor. Hoy, con 84 años, sostiene que en su hogar el sustento estaba asegurado: “Vivíamos con lo que se cultivaba acá en el Percy”. Esto determinó que nunca -ni ella ni su familia- pasara hambre.
“De los Fonseca quedamos dos nomás”.
A los 7 años, Clementina sufre la repentina pérdida de su padre y eso la afecta profundamente. Luego de este suceso, su madre decide llevarla a una casa de familia para que asista a la escuela. Allí estuvo únicamente un año pero las ganas de conocer y aprender la llevaron a convertirse en autodidacta: “Seguí estudiando y de a poquito aprendí a escribir”.
“Mi mamá no sabía leer ni escribir”.
Nuestra entrevistada recuerda cómo Río Percy en un principio contaba con muy pocos pobladores, pero con las ventas de terrenos rápidamente el lugar ganó popularidad y se pobló. Clementina misma tuvo que comprar los derechos del terreno a su abuela y esperar pacientemente hasta que le llegó la resolución que dictaminaba que era ocupante de ese campo.
“Cuando tenía 29 años me quedé viuda con 3 chicos”.
Madre joven de 3 hijos, Clementina decidió que sus dos hijos varones estudiarían y los envió a un internado en Trevelin. Durante los 7 años que sus hijos estuvieron en la institución, Clementina hacía el mismo recorrido para verlos: de Río Percy a Esquel a caballo, de allí a Trevelin en colectivo, y después caminaba 10 cuadras más.
“Siempre sembré. Tenía aves, tenía pavos, gallinas y las ovejas que no las abandoné”.
Con la responsabilidad de tener 3 bocas para alimentar, Clementina hizo crecer su ganado y sostuvo conscientemente su huerta. Además, también se hizo cargo de administrar los terrenos de su familia y el capital de su madre hasta el día que falleció.
“Nunca iba a permitir que venga un tipo y le pegue a mi hijo”.
Después de una relación conflictiva con el padre de su hijo menor, decide separarse. De esta manera, junto con sus otros hijos “terminamos de criarlo”. A pesar de que quedó sola y que todo fue mucho más difícil, hoy en día agradece haber tomado esa decisión porque protegió a sus hijos.
“El sum que está en la escuela se armó con dinero que dejó Atilio Viglione”.
Ante las dificultades que conllevaba lograr que los jóvenes estudien, Clementina y un grupo de pobladores comienzan a moverse para que se instale una escuela en Alto Río Percy. Entre jineteadas y ferias, todos colaboraron y se enfocaron en conseguir este objetivo. Así es como, gracias a este ímpetu, se construyó la escuela.
“Se cambiaban los pasos del río para poder pasar con los catangos de bueyes”.
La vida en Río Percy hizo necesario que Clementina, como el resto de los pobladores, utilizara medios no convencionales de transporte. Así es como ella se hizo experta en el manejo del catango de bueyes: “Era riesgoso, había que ser muy valiente”. Y lo mismo sucedió con sus hijos a quienes les enseñó todo lo que sabía sobre el tema.
“Sufrí mucho por la pérdida de mi abuela porque yo la quería mucho, y ella a mí también”.
A modo de despedida, se dirige a los demás pobladores y les pide: “Sigamos peleando por el Percy”. Este pedido también se extiende a los jóvenes que son quienes deben defender su lugar y sostener las tradiciones que los hacen únicos en la zona.
“No dejemos caer los brazos”.
Nosotros agradecemos enormemente a Clementina por la entrevista brindada. Escuchar sobre su vida no sólo fue interesante, sino también sumamente inspirador.