En un contexto económico desafiante, donde la inflación golpea con fuerza y los ingresos pierden poder real, el mercado de seguros para vehículos también siente el impacto. Muchos automovilistas están revisando sus pólizas y eligiendo opciones más económicas, con menor nivel de cobertura, como una forma de ajustar el presupuesto.
Esta conducta, que se viene consolidando en los últimos meses, responde a una necesidad clara: hacer frente al aumento constante en rubros como combustibles, peajes y mantenimiento del auto, lo que obliga a recortar gastos fijos como el seguro.
De acuerdo con datos recientes de la Asociación de Aseguradores Argentinos (ADEAA), alrededor del 60% de los conductores modificaron su seguro en el último año, migrando de coberturas “todo riesgo” a planes más acotados, como “terceros completo” o incluso “terceros simple”. Si bien esta decisión reduce la prima mensual, también deja al vehículo con menor respaldo en caso de siniestro.
Antes, renovar el seguro solía ser un trámite automático. Hoy, en cambio, los asegurados comparan precios entre diferentes compañías, solicitan presupuestos y evalúan alternativas con más atención. Las aseguradoras, por su parte, reconocen que el comportamiento del consumidor cambió: el precio se volvió una variable central.
En respuesta a este nuevo escenario, varias compañías están desarrollando propuestas más flexibles. Algunas lanzaron planes modulares que permiten personalizar la cobertura y pagar solo por ciertos riesgos, mientras que otras ofrecen descuentos por pagos anuales o débitos automáticos.
De esta forma, el seguro automotor, que por años fue considerado un gasto ineludible, empieza a ocupar un lugar en la lista de ajustes de muchas familias argentinas que buscan mantener su movilidad sin desprotegerse por completo.
R.G.