En la Patagonia, donde el viento sopla fuerte y las distancias se sienten largas, la belleza del paisaje convive con la dureza de la vida cotidiana. Cuando la economía se tambalea, nuestro cerebro sufre tanto como nuestro bolsillo. Para la neurociencia, la evidencia es clara: las crisis económicas no solo golpean el bolsillo, también desgastan la mente y alteran cómo funciona el cerebro. Al fin y al cabo, ¿qué otro desenlace podría tener un contexto en el que proliferan los gurúes del “bienestar” mientras vos no llegás a fin de mes y pagás la comida en cuotas? ¿Cómo no se va a resentir la salud mental de un jubilado obligado a elegir entre alimentarse o comprar sus remedios?
El estrés crónico de la incertidumbre activa de manera sostenida el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal y eleva el cortiso, en palabras más faciles, cuando la incertidumbre se vuelve parte de la vida diaria, el cuerpo y la mente reaccionan como si estuvieran en alerta permanente. Las hormonas del estrés se mantienen altas durante semanas o meses y eso termina pasando factura: nos cuesta concentrarnos, recordamos menos, estamos más irritables y las emociones se desbordan con facilidad. Las noches también se ven afectadas: cuesta dormirse, el sueño se interrumpe y amanecemos cansados, lo que empeora todavía más nuestra capacidad para pensar con claridad y tomar decisiones. Investigaciones realizadas en Argentina y otros países de la región confirman que quienes atraviesan recesiones prolongadas presentan más ansiedad, depresión, problemas para dormir e incluso mayor riesgo de suicidio. Y no es sólo un asunto “emocional”: los estudios muestran que, bajo presión económica, las zonas del cerebro que ayudan a planificar y controlar impulsos trabajan peor, mientras que las que procesan el miedo y la amenaza están más activas que de costumbre.
Aunque “el argentino está acostumbrado a vivir de crisis en crisis”, el sistema nervioso no es inmune a este desgaste: se vuelve más reactivo, menos resiliente y más propenso a enfermar. Así, las crisis no solo se viven en el bolsillo: se imprimen en las redes neuronales, en la química cerebral y en la vida cotidiana. ¿Cuántas estadísticas económicas muestran este costo invisible? Detrás de cada índice económico o financiero, hay cerebros reales —vecinos, familias, jubilados— cargando con la incertidumbre. Y en nuestra Patagonia, aun en medio del viento y la distancia, esa carga se siente tanto como el frío del invierno.
Médico Ezio Tracanna
Especialista en Neurología
Especialista en Pediatría
MP: 4295 - MN: 156823