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16 de Noviembre de 2017
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Descubren un exoplaneta cercano con condiciones para que haya vida

Un investigador del Conicet entre los científicos del descubrimiento. 

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Un equipo de científicos de distintos países, entre los que estuvo Rodrigo Díaz, investigador del Conicet, descubrió el mundo templado más cercano a la Tierra orbitando una estrella tranquila, en el que es posible que haya agua líquida y, por lo tanto, vida. El exoplaneta, Ross 128b, está a sólo once años luz del Sistema Solar (en términos astrofísicos, eso es muy cerca). Según lo publicado en la revista Astronomy & Astrophysics, la temperatura superficial y las dimensiones de este planeta podrían ser parecidas a las de la Tierra, informó el Observatorio Europeo Austral (ESO, por sus siglas en inglés).

 

Ross 128b es el cuerpo más cercano a la Tierra que orbita en torno de una estrella enana roja inactiva (no emite las letales llamaradas de radiación ultravioleta y de rayos X que sí emiten la mayoría de las enanas rojas). Esta característica, a priori, aumentaría las probabilidades de que Ross 128b pudiera albergar vida. Las primeras estimaciones sugieren que el exoplaneta recibe sólo 1,38 más radiación que nuestra Tierra, por lo que su temperatura podría oscilar entre los -60 y los 20ºC, que es compatible con la existencia de agua líquida.

 

Los especialistas utilizaron una herramienta denominada HARPS (en inglés High Accuracy Radial velocity Planet Searcher, buscador de alta precisión por velocidad radial), que es una especie de cazador de planetas instalado en el Observatorio La Silla de Chile. Si bien Ross 128b se encuentra a once años luz de la Tierra, se mueve hacia ella y se espera que se convierta en la vecina estelar más cercana en tan solo 79.000 años (un parpadeo en términos cósmicos).

 

Ross 128b orbita veinte veces más cerca de su estrella que la distancia a la que la Tierra lo hace del Sol. A pesar de esa proximidad, se calcula que su temperatura de equilibrio se encuentra entre -60 y 20° C, gracias a la naturaleza débil y fría de su pequeña estrella enana roja, que tiene poco más que la mitad de la temperatura superficial del Sol, y recibe sólo 1,38 veces más radiación que la Tierra. Pero no se sabe qué proporción de esta energía es absorbida por el planeta y qué proporción es reflejada al espacio. En función de si absorbe más o menos energía, el planeta podría ser un infierno o ser habitable.

 

El nuevo planeta se encuentra a 7,3 millones de kilómetros de la superficie de su estrella. Si alguien viviera en Ross 128 b, vería en el cielo una estrella enorme, aunque poco brillante. Tiene una masa un 35 por ciento mayor que la de la Tierra, pero es lo bastante pequeño para tener una superficie sólida en la que podría desarrollarse actividad biológica. Su diámetro exacto no se determinó, ya que el planeta no se observó directamente, sino que su existencia se postuló a partir del efecto de su gravedad sobre la estrella.

 

Los astrónomos están detectando cada vez más exoplanetas templados y, la próxima etapa, será estudiar con más detalle sus atmósferas, y su química a la búsqueda de biomarcadores, como el oxígeno.

 

Pese al optimismo, Rodrigo Díaz, investigador adjunto del Conicet en el Instituto de Astronomía y Física del Espacio, que participó del descubrimiento, prefiere ser prudente: “La temperatura de equilibrio de un planeta se puede calcular de forma medianamente fácil y brinda cierta información general sobre la radiación que recibe. No obstante, es mucho más complicado desarrollar un modelo que permita conocer a ciencia cierta la temperatura de la superficie del planeta dado que esto depende de otros detalles. Sólo así podríamos confirmar que es efectivamente habitable. Por lo que sabemos, estaría justo en el límite”.

 

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