Raúl toca el acordeón en las calles céntricas de Esquel. La gente lo saluda, se detiene a escuchar su música y, de vez en cuando, se sienta con él a conversar.
Ya es un personaje emblemático del centro de Esquel, y se lo extrañó durante la pandemia, cuando no salía por respeto al aislamiento obligatorio (también por el frío del invierno: "Se te entumecen las manos", cuenta, sonriente).
Tiene 66 años y es jubilado de Vialidad. Al principio, le daba un poco de vergüenza salir a las calles: sin embargo, sus amigos y conocidos le recomendaron que se animara, que le iba a hacer bien. Ahora, se desconoce un poco el centro sin él: ya está hace más de un año en los banquitos esquineros, cada vez que puede, con su boina y su instrumento.
Nació en Colán Conhué, pero hace más de 50 años que vive en Esquel, y está muy agradecido con la gente de la ciudad por la calidez que le muestran a diario.
"Gracias a esta música, coseché muchos amigos".
Comenzó a aprender a tocar con tan solo 5 años y, ahora, pasa la tradición: le está enseñando a su nieta, de 7 años.
"Con la plata que haga acá, le voy a encargar el acordeón".
Hace poco, pidió permiso a la policía para volver a su lugarcito, y nos comenta que se lo dieron con gusto. Por eso, se lo puede volver a encontrar en la esquina del centro: regresó hace una semana y media, y ya tiene para la primera cuota del regalo de su nieta.
Te invitamos a escuchar sus palabras y un poco de su música.