18 de Abril de 2021
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El Burdel de Doña Rosa y Bar El Mayoco: Dos esquinas con historia

En la Avenida Fontana y calle Almafuerte se encuentran dos lugares históricos que mantienen sus construcciones desde hace décadas. En la esquina de ladrillos funcionaba el Burdel de "Doña Rosa", creado en la década del 30. Al frente, el famoso Bar "El Mayoco", que cerró el año pasado a causa de la pandemia. 

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Por Donato del Blanco

 

En el viejo edificio de ladrillos que se puede observar en la Avenida Fontana y Calle Almafuerte, funcionaba el cabaret "Gloria", mejor conocido como "lo de Doña Rosa".

 

Para saber un poco más sobre su historia, hablé con el hijo de Rosa, Luis Sánchez,  quien es testigo directo del lugar que comenzó en aquellos años.

 

 

¿Cómo era tu mamá?

 

 

 

Mi madre me adoptó en el año 1946, cuando era un bebé. Era apodada como "Doña Rosa" ; su nombre completo era Rosa Delgado de Alfaro. 

 

Ella llegó a Esquel en el año 1937 , junto con el  Destacamento de Montaña Sur. 

 

Al principio, en sus inicios, puso un Bar, pero después nació el Cabaret "Gloria". Era analfabeta, inclusive eso le trajo problemas, prestaba plata y no se la devolvían.

 

Una vez recuerdo que le vendieron un camión, aunque no sabía andar. De tanto estar ahí, apareció un señor y le preguntó si podía comprar el camión....

 

Cuando lo probó, puso la llave y pensaron que no tenía batería, cuando levantaron el capot vieron que no había motor, la habían estafado.

 

 

"Rosa era muy solidaria, a veces veía a alguien en situación de calle, lo hacía pasar y le hacía comida"

 

 

 

 

Rosa y su hermana

 

 

Crecimiento

 

 

Mi mamá me daba todo, me pagaba cualquier carrera. Ella quería que sea cura, creía en unos santos.

 

 

"No me faltaba nada, tuve lo mejor. El único problema que tuvo es que en esa época, en Esquel, el pueblo era muy egocéntrico"

 

 

En la escuela, tenía los mejores útiles y toda la ropa necesaria para ir.

 

A medida que fui creciendo, el Burdel me ocasionó un problema social, porque la gente empezó a comentar y hablar:

 

 

"El negro firulo" "Las putas le dan todo".

 

 

 

Yo tomaba con total naturalidad vivir ahí, me llevaba bien con las chicas, los mozos, con mi mamá.

 

 

"Si yo tengo que elegir otra vez mi vida, elijo la misma"

 

 

 

Me dolían mucho los comentarios, eran muy ofensivos.

 

A los seis años fui por primera vez a la escuela, pero aún no tenía medida de lo que era la ofensa. 

 

 

"A los 9 años fui tomando consciencia de lo que es un color, un comentario, ahí empezó el dolor de acarrearlo y llevarlo en el hombro. Hoy en día es lo que se conoce como Bullying"

 

 

 

Eran tiempos donde cursaba en el Colegio 54.  Muchas veces terminaba llorando o peleando con alguien que me decía algo.

 

 

 

La escuela en aquel entonces

 

 

Hice quinto grado y a los 12 años comencé a "descarrillarme".

 

Mi mamá, para que no me pase nada, me envió a Bariloche. Estuve un año y ahí me fui Bolívar, a la casa de su hermano. Es quien hizo el palomar que estaba atrás del Burdel. 

 

Terminé sexto grado, me volví a Esquel hasta tercer año de Comercial y dejé, después me dediqué a la música. 

 

 

"A mi se me terminó el mundo cuando ella falleció. Me contenía de una manera impresionante"

 

 

 

Me fui a Buenos Aires, tocaba la batería. Vinimos con un grupo que se llamaba "Los Guantes Negros", y así fui creciendo.

 

 

 

Su abuela, quien también lo cuidó

 

 

"Mi mamá falleció en Esquel en el año 1964, el 31 de abril. La sepultamos el 1° de Mayo"

 

 

 

¿Cómo era el Burdel?

 

Donde ahora se pueden ver las ventanas, habían tres piezas. Entrabas y tenías una galería para caminar y para que los clientes no se mojen por la nieve. El piso tenía mosaicos, en la esquina estaba el salón y al costado un zaguán. Del otro lado estaba el conglomerado de otras cuatro piezas, y al fondo habían cuatro espacios: uno era un negocio que mi mamá se lo alquilo a un señor que traía cosas, era Polaco y no se le entendía mucho, vendía joyas también.

 

Los baños estaban afuera: Gran falencia del lugar y de la falta de controles.

 

 

 

"Imagínate que no había agua corriente. Algo primordial por la higiene"

 

 

 

Se usaba el espadol para la limpieza. En la época había gente que no era limpia, muchos por la zona donde vivían, esto ocasionó un problema porque aparecieron los piojos, las ladillas, y otras problemáticas. 

 

En la pieza Había una cama de dos plazas con mesa de luz y ropero, en un rincón una mesa con una palangana grande y otra chica, además de los desinfectantes (Espadol y fluido Manchester, este último se usaba para limpiar las paredes).

 

 

"Habían inspectores, pero en esa época no existía el departamento de bromatología, hoy en día lo tiraban abajo enseguida"

 

 

Tampoco había gas, todo era a leña. La iluminación era tenue, el lugar pasaba como "desapercibido".

 

 

Rutina

 

 

 

De derecha a izquierda, Roberto Cabañares, Juana Quiroga, Magdalena Marchadier, Piba Vivanco,Gladis, Ana.

 

 

Las mujeres vivían, cocinaban y ejercían su oficio. Estaba todo reglamentado, las visitas de los clientes no pasaban de quince minutos. Rosa se encargaba de las "fichas" por bebidas y por clientes en las piezas. 

 

Tenía dos ayudantes también, uno de ellos llamado "Bernandino". Colaboraba con la limpieza, compraba el querosén, leña, y el otro hombre era el mozo.

 

 

Lugar de reuniones

 

El lugar también se usaba para ir a tomar una copa, o simplemente para estar en ronda charlando. 

 

 

"Había una estufa, ahí iban todos a la noche y la rodeaban. Cuando nevaba, le echaban leña a cada rato"

 

 

Una de las chicas, llamada Magdalena, tenía buena relación con todos, contaba historias, anécdotas, le pagaban copas.

 

Para obtener agua, se utilizaba una canilla que estaba en Almafuerte y Sarmiento. 

 

 

"Hoy en día me pongo a pensar el trabajo que hacían, me pregunto cómo no tenían pudor, a pesar de la época y los comentarios"

 

 

También habían revisaciones semanales en el hospital, a cargo del Doctor Winter. No habían enfermedades graves porque ya se usaban profilácticos, pero cuando no se cuidaban se provocaban los contagios. Para esos tiempos el término "condón", era un insulto.

 

 

El ambiente

 

 

 

Doña Rosa, el esposo, hija y yerno

 

 

Yo me llevaba bien con todas y todos. Nunca me olvido de Juana, una de las chicas.

 

 

"Una vez en mi cumpleaños me regaló cinco pesos. En ese entonces era un dineral"

 

 

Me hacían hacer los mandados y me daban un mango.

 

A medida que pasaba el tiempo comenzaron a comprarse sus cosas, sus propios autos, ropa.

 

En el lugar tomábamos una copa, charlábamos siempre de política o temas sexuales. Para ir a una habitación, se decía hacer "el pase".

 

 

"No había teléfono, teníamos telegrama o cartas. Enviaban un telegrama preguntando si había trabajo, y si había lugar venían"

 

 

Algunos se casaron y formaron familia con las mujeres que estaban en el Burdel, cabe aclarar que funcionó muchos años, y por eso hacían vida acá.

 

Solamente hubo una sola mujer de Esquel, que después se casó con Roberto Cabañares, un mozo del lugar que fue muy conocido.

 

 

Anécdotas en el salón

 

Antes, cuando venían las esquilas, venían los gauchos y se mandaban de cabeza.

 

Había un gaucho que había gastado mucha plata, pagaba copas. Pagaba a una, a otra... El gaucho estaba desatado.

 

 

"En un momento dijo: No tengo más plata, me quedé seco"

 

 

Se fueron levantando una por una y quedó solo, estaba lleno de gente.

 

 

¡Se acabó la plata se acabó el amor!

 

 

En el lugar todo era risas.

 

 

Peleas

 

Nunca hubo tiros, solamente una sola vez y fue por una tema aparte. Había una mujer que tenía un noviazgo con un Comisario que vivía en Esquel. 

 

En una ocasión, vino un hombre al Burdel, que vivía en Bahía Blanca pero era de la ciudad, y un día estuvieron juntos.

 

Justo en esa oportunidad apareció el comisario, sacó su pistola y el otro sacó un revólver. Lo salvó la mujer, pero se armó un despelote tremendo.

 

 

Cambio de época

 

En un momento se abría todos los días hasta las seis de la mañana, pero cuando apareció Onganía en la época militar, se abría de once a tres de la mañana, a veces con una hora de tolerancia.

 

Las bebidas alcohólicas también fueron cambiando, pero por lo general se tomaba Ginebra, Gin, Vodka, y Whisky. 

 

 

Más anécdotas

 

En una ocasión pasó algo que tiene como protagonista al encargado del cine Coliseo, Domingo Otarola.

 

Era normal salir del cine e ir al Burdel, una vez que llegué con otros amigos, vimos que había bastante gente que estaba apoyada en el mostrador.

 

Con los demás estábamos hablando muy fuerte, pero los señores hablaban despacio ya que eran más perfil bajo.

 

Le volcaron el vaso a Domingo y dijo: "pendejo, tené cuidado".  Le pegaron y quedó sentado. Se levantó con una silla, y uno de los viejos, Cañedo, agarró un cenicero de vidrio, lo puso en su poncho y lo revoleó.

 

Le quebró el tobillo a uno. Estaba a los gritos, le tiramos agua y llevamos al hospital que quedaba cerca. 

 

 

"La famosa garrafa"

 

Recuerdo en una de las rondas que se armaba en el medio de la garrafa del lugar, nos sentamos porque justo nevaba, eran inviernos muy crudos.

 

En ese momento yo vestía un gamulán, y empezamos a oler un olor a quemado.

 

¡Era mi ropa que se estaba quemando! Un hueco tremendo se hizo, se armó un despiole...

 

 

¿Infidelidades?

 

Vos imagínate la época, donde era todo tabú, no se podía hablar de muchos temas que para mi ya eran muy normales o entendía.

 

En el Burdel era muy recurrente que vayan las mujeres de hombres que estaban adentro, y gritaban:

 

 

"¡Salí! Sé que estás ahí"

 

 

Adentro los maridos decían ¿Ahora por donde salgo? Les abrían el portón y salían por la otra calle.

 

 

Finales del lugar

 

 

Cerró en la década del 80. Guardando miles de historias y de personas que pasaron por el lugar.

 

Luis nunca dejó de pensar en sus vivencias ahí, pero a quien más guarda en su mente es a su madre, Doña Rosa.

 

 

"Gracias a ella hoy estoy acá. Me cuidó de la mejor manera"

 

 

La voz de los clientes que frecuentaban el lugar

 

Muchas generaciones fueron las que iban, algunos esporádicamente, otros todos los días. Siempre trataban de mantener el perfil bajo, pero a su vez me aclararon que en el lugar concurrían personas de todas las clases sociales y también gente conocida de la época.

 

Uno de ellos, frecuentaba el ambiente a los 17 años.

 

 

"Éramos adolescentes, nos llamaba la atención el lugar. Venía del año 30 pico el tema de los burdeles"

 

 

En los 70 comencé a ir. Recuerdo con exactitud el ambiente:

 

"Bajabas dos o tres escalones, había un salón, una estufa a leña en el medio, no había gas tampoco. La chimenea era alta, era amplio todo, aunque se llenaba de humo por los parroquianos que iban, y fumábamos adentro.

 

Nos juntábamos entre jóvenes y grandes, había de todo. Era un bodegón. Vos entrabas, bajabas las escaleras y a la izquierda, sobre la fontana, había una pequeña barra que tenía unos dos metros de largo. Había una mujer que era la “madam”. Atrás de ella entre la barra y la pared, una vidriera con botellas.

 

 

"Había una fumata de aquellas, tenías todas las clases sociales ahí adentro"

 

 

Tengo recuerdos de haber visto a señores reconocidos en Esquel, que se prendían un habano con un billete”, como agrandados. Las mujeres tenían unos 30 años.

 

Recuerdos

 

Íbamos en invierno, con unas nevadas impresionantes, a pata. La vereda blanca, no había asfalto, solo algunos autos conocidos de señores conocidos del pueblo.

 

 

"Si querías ir “al pase”, tenías una puerta con un pasillo y habitaciones. Te daban un anillo, que lo tenías que devolver para que te identifiquen"

 

 

La higiene era muy particular, con palanganas y calentadores del agua. Nunca escuché que alguien se contagie alguna enfermedad.

 

El pensamiento de la época era muy conservador, los que íbamos manteníamos perfil bajo.

 

Recuerdo con exactitud una secuencia que le pasó a un hombre de Esquel:

 

Había un hombre que siempre frecuentaba, era mayor que nosotros, tenía unos 50 y algo…

 

 

En ese entonces tenía un Chevrolet 400. Por esos años, uno tenía la costumbre de dejar la llave del auto puestas, no habían robos"

 

 

Resulta que una vez se fue a su casa, en realidad el horario del boliche era de diez de la noche hasta las dos de la mañana más o menos.

 

Se fue a lo de un amigo, y otros amigos de él, subieron al auto y lo estacionaron ahí en el burdel.

 

Se quedó allá jugando al truco, y tardó una hora, dos horas… La mujer salió con una amiga a rastrear, y pescó el auto.

 

 

¡Por supuesto se armó un quilombo bárbaro, la mujer pensaba que estaba adentro del burdel!

 

 

Bares tipo "Cantina" de la época

 

Los parroquianos se agrupaban al frente, en El Mayoco. Hacían la espera tomando algunas copas. Ahí se jugaba al truco y al cacho, todos juegos de azar. 

 

Otros lugares de la época de ese estilo eran la fonda Chilena, más abajo estaba Arriegada, para el otro lado El Mayoco y una cuadra y media más estaba "La Balcánica".

 

En frente, donde ahora se encuentra la YPF, había una cárcel.

 

 

"Me acuerdo en el temblor del año 60, casi se viene abajo la cárcel. Estaba construida de una manera muy rústica, muy cerca del Burdel. En ese entonces salimos afuera para ver qué había pasado"

 

 

 

Antigua cárcel de Esquel

 

 

El Mayoco

 

La familia Marcoff  se mudó a Esquel en el año 1964 a partir de la jubilación de Teodoro como capataz del ferrocarril. En la Avenida Fontana y calle Almafuerte abrieron el bar “El Mayoco” , que subsistió hasta el año pasado.

 

El lugar tuvo su auge cuando funcionaba en la esquina del frente el viejo burdel de la ciudad. Trabajaban mucho porque  hacían “la espera” en el bar. Los precios eran baratos y además se servían comidas.

 

El búlgaro, Teodoro, murió en el año 1972 y su esposa Celinda Antieco siguió trabajándolo.

 

 

Fernando Rubén Hortazo es protagonista del lugar desde el año 1996, cuando se hizo cargo del Bar.

 

 

 

Se puso la habilitación comercial a su nombre, pero antes estuvo como dueño desde el año 1983 su papá, el misionero Geroncio Hortazo, quien se retiró de las fuerzas armadas y estaba con el negocio en conjunto con Celinda, donde la conoció en el Bar después de haber sido cliente y formar pareja con ella.  A pesar de que Fernando era chico, ayudaba en el lugar.

 

 

 

Por los dichos de los parroquianos, comentó que en las épocas donde funcionaba el burdel, usaban el lugar para hacer tiempo.

 

 

"Pasabas y habían caballos estacionados. Venían desde Nahuel Pan, desde la zona de Trevelin, Corcovado, de todos lados"

 

 

Clientes

 

 

 

Celinda junto con algunos clientes y Geroncio

 

 

Fue cambiando el tiempo y las épocas. Es un bar tipo "Cantina". Fue el más antiguo, hasta el año pasado que lo tuvieron que cerrar por la pandemia. 

 

 

"Venían hijos de los antiguos clientes, era como la tradición. Los padres vivieron y contaban que iban ahí, y los hijos mantuvieron lo mismo"

 

 

Vos llegás a cualquier paraje o campo, Languineo, Gualjaina y le preguntás a alguna persona si alguna vez conoció el Bar el Mayoco, te dicen que sí. Hubo mucha gente que vino en sus épocas y después han vuelto para verlo. 

 

Todos los días abrían. Celinda y Geroncio abrían a las ocho de la mañana y ya tenían a sus clientes, que llegaban para tomar una caña.

 

 

"Mateaban y después se venían a tomar una o dos cañas, y después cambiaban la bebida"

 

 

Solían gastar mucho dinero, apenas cobraban.

 

Apuntábamos a tener los clientes de siempre, los tradicionales. Venían todas las tardes a jugar al truco, pasaban horas acá.

 

 

Cambios

 

 

 

El Bar fue evolucionando, cuando recién empezó era otro el servicio que se daba: Podías comer, se daban minutas, se vendían cigarrillos y golosinas.

 

Después en Esquel habían comercios específicos para cada rubro, y el Bar comenzó a vender solamente bebidas.

 

 

"La gente salía del trabajo e iban a tomar una copa o una cerveza"

 

 

Ambiente

 

 

 

El ambiente siempre fue muy familiar, nunca fue comercial, por eso es que duró tantos años porque no tratamos nunca de buscar más clientes. Mi papá era retirado de las fuerzas armadas y no tenía necesidad de trabajarlo.

 

En relación a las bebidas, cuando empecé a trabajar se vendía mucho vino, tinto, rosado, blanco... Vendíamos en la semana solamente cuatro cajones de cerveza, el resto era todo vino. 

 

A medida que empezó a evolucionar en el tiempo, la gente empezó a dejar el vino y empezó a tomar cerveza. Ya después ya conocías al cliente, sabías que cerveza o vino tomaba.

 

La construcción está intacta desde el primer día. solo hubo una modificación que se realizó después de "Cromañón", donde tuvieron que poner puertas de emergencia y baños para discapacitados.

 

 

"Los clientes no entendían como se utilizaban las puertas de emergencia, hasta el día que cerré el Bar la gente se trababa y tiraban para adentro"

 

 

Durante toda la existencia del Bar se formaban bailes, con acordeón y guitarra.

 

 

 

"Sabían venir señoras, teníamos una estufa a leña y en los inviernos cuando estaba todo blanco por la nieve, tenían frio pero igual venían a bailar. Fue hasta el 2010, 2013"

 

 

¿Anécdotas? Miles

 

 

En esta esquina hay muchas vivencias, tanto anécdotas graciosas como raras, buenas y malas. Es lo que pasa en un Bar, en un local nocturno.

 

Yo tuve la suerte de que estando a cargo del bar, evitaba problemas y tenía mucho control.

 

Recuerdo al señor Curzio, un señor del barrio estación, tenía un carrito con burros y caballos. En las tardes, solía pasar cuando salía del trabajo. En esas épocas se llenaba mucho el bar...

 

 

"En esa época salían los chicos de la escuela, y la picardía de ellos era asustar a los caballos, y salían disparados, era todo calle de tierra"

 

 

Curzio largaba todo lo que estaba haciendo y salía corriendo a buscarlos, hoy en día podría haber pasado un accidente pero en ese momento el tráfico era muy tranquilo.

 

 

Vivencias

 

 

 

Una vez vino un hombre que venía muy seguido. En una oportunidad vino la señora con toda su ropa, y la tiró adentro del bar.

 

 

"El hombre dijo: ¿Qué hago ahora?"

 

 

Yo le respondí que si quiere le guardaba la ropa, su mujer trajo hasta sus valijas.

 

Recuerdo a otro personaje, al lechero Epulé. Repartía la leche, venía al Bar y estacionaba el caballo. 

 

 

"A veces se iba solo el caballo con el carrito, cansado de esperarlo, llegaba al tambo y después Epulé tenía que pedir un taxi"

 

 

"Vos abrías el bar, y siempre había una anécdota distinta"

 

Teníamos clientes que se dormían en las mesas, y hacíamos bromas, algo típico en el Bar.

 

 

 

Mucha gente iba simplemente a contar sus problemas, a dialogar sobre distintos temas, charlaban y se quedaban horas.

 

Recuerdo de clientes que iban comprar la carne a la carnicería de acá cerca, venían al bar y la dejaban en una de las heladeras.

 

Otra gente de campo traía carne para vender, después llegaban al Bar y había un fogón y se hacía un asado. Pasaban el día así...

 

Una vez un cliente le hizo un chiste a otro, escondió la carne y le puso botellas con agua. 

 

 

"Cuando llegó a la casa, eran puras botellas de agua"

 

 

Llegó al otro día, le di la carne y me dijo ¡Llegué y me cagaron a pedos, puras botellas de agua!.

 

Marinao era otro señor que venía. En una ocasión abrió su saco y sacó una tabla con una latita de picadillo, además de unas cuerdas. Empezó a tocar el acordeón y se armó el baile.

 

 

 

"Cada ocurrencia... todos cantaban, hacían ronda y pasaban horas en el local"

 

 

Su mascota , "Grisel", la otra "dueña" del Bar.

 

 

Amaba la malta de la cerveza. La gata era toda gris y se llevaba bien con los clientes. Pegaba el salto a buscar cerveza, aparecía en los barriles, buscaba la última gota. 

 

Ya la conocían todos y era muy querida. Se sentaba con los señores, la llamaban y buscaba atención.

 

 

Finales del negocio

 

 

 

Mi papá se deprimió cuando tuvo que cerrar por la pandemia. Él charlaba con sus clientes, interactuaba. En el último tiempo mantenía el bar con su sueldo de retirado. Ya entraba poca gente, y como siempre quisimos que sea un bar familiar, no se buscó nunca lucrar, era más para que ellos estén. 

 

Lo podíamos mantener porque no se pagaba alquiler, pero hoy en día no podríamos competir con los bares tipo cantina. En Esquel quedan tres actualmente.

 

En el último año, mi papá hablaba y se acordaba de todo.

 

Siempre preguntaba: ¿No lo viste a ...? haciendo alusión a sus clientes. Pero tenía que estar resguardado, creo que lo afectó mucho. Estaba sordo pero se juntaba con alguno, y el hecho de hablarse ya lo entretenía, aunque no entendía lo que le decían.

 

En ese lugar quedaron miles de anécdotas, de personas, de recuerdos.

 

 

"Era todo muy familiar, se cerró una etapa muy importante en nuestra vida"

 

 

Agradecimientos a Luis Sánchez y Fernando Hortazo, quienes me recibieron y contaron una parte de su historia de vida, de dos esquinas históricas de la ciudad de Esquel.

 

 

 

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