Las crisis generan oportunidades para Argentina y deben ser aprovechadas

La crisis internacional generada por la invasión de Rusia a Ucrania representa una oportunidad para la Argentina y es responsabilidad del gobierno nacional, y la clase política en general, generar las condiciones para potenciar la productividad en aquellas áreas favorecidas para incrementar las exportaciones.

La crueldad del conflicto bélico, no obstante, obliga a los países a innovar en sus políticas porque también cambian las condiciones internacionales de los mercados. Surgen nuevas posibilidades, más alternativas y nuevos destinos posibles para las exportaciones.

La dependencia de muchos mercados internacionales de las exportaciones ucranianas y rusas representan un escenario en el que se afectan los países compradores, especialmente los europeos y de Europa del este, sea por las sanciones impuestas a Rusia o por la afectación de la producción en Ucrania.

Solo el 1 por ciento de las exportaciones argentinas tienen como destino Rusia, y si bien no hay perspectiva de que allí haya un crecimiento importante, sí existe la oportunidad a largo plazo debido a las limitaciones de las importaciones de energía desde Europa.

Nuestro país está jaqueado por una espiral inflacionaria que crece permanentemente y, que según consultoras privadas, este año finalizará por encima del 100 por ciento. Hay escasez de reservas y divisas, y aumentar la producción de agroalimentos y energía (petróleo) deberían ser los objetivos que se fije el gobierno.

Con ello se generarían fuentes de empleo genuinas y también ingresos de divisas producto de las exportaciones, especialmente a los países europeos.

La generación de políticas proactivas para incentivar la producción está fuera de agenda, y debería ser una prioridad. Ser innovadores y buscar, por ejemplo, incentivar la producción para que haya más superficie plantada, menguando la presión tributaria y de las retenciones.

La limitación de las naciones europeas a las importaciones rusas significan una verdadera oportunidad para Argentina, y en ello deberían estar enfocados el Gobierno Nacional y también la oposición. En definitiva, deberían pensar más en los argentinos, y menos en sus roscas políticas y armados electorales.

Para dimensionar lo que ese escenario puede significar, recientemente analistas de JP Morgan advirtieron que el barril de petróleo podría llegar a costar 380 dólares según las condiciones de producción de Rusia.

La cuenta que hacen es la siguiente: Si Moscú reduce la producción diaria de crudo en 3 millones de barriles, algo que no afectaría en demasía a su economía, los precios de referencia en Londres se ubicarían alrededor de los 190 dólares, y si esa reducción es de 5 millones de barriles el precio del barril de petróleo alcanzaría los 380 dólares.

El potencial que tiene Argentina en la producción de energía y la buena relación con los países europeos representa una opción importante, para satisfacer una demanda futura de los integrantes de la Comunidad Económica Europea.

No obstante, en nuestro país todos las energías se consumen en las internas entre el presidente de la Nación, Alberto Fernández, y la vicepresidenta Cristina Fernández, y los pases de facturas, como ocurrió hace pocos días en la Cámara de Diputados de la Nación, acerca de quién endeudó más al país: Mauricio Macri o el actual presidente.

Mientras tanto los argentinos asisten azorados y son testigos privilegiados de cómo los pesos valen cada vez menos y alcanzan para comprar menos alimentos.

Esa es la responsabilidad que tiene que asumir la clase dirigente. Generar las condiciones para que crezca la producción y las exportaciones, y combatir el verdadero flagelo que azota todos los días a los argentinos: la inflación.