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Masivo encuentro de Ajedrez Infantil

Casi 40 peques se le animaron al P4R

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La excusa era reunirse en el “Día de la Independencia” para tomar un chocolate caliente y comer algunas tortas fritas.

 

Pero una vez que Ulises Carcedo comenzó a enumerar quienes jugaban en cada una de las mesas, los pequeños jugadores no se aguantaron la frase de “esperen que arrancamos todos juntos”.

 

Era difícil acomodar unas veinte mesas para que, de manera simultánea, arranquen las partidas. Ya todos querían mover piezas y eso de “pieza tocada, pieza movida”, no tenía valor.

 

Dos horas a pleno juego, sin celulares.

 

Salvo los padres quienes querían retratar ese momento sublime. Ver a sus hijos jugar al ajedrez, ansiosos por comer todas las piezas rivales, sin importar el jaque mate.

 

Fueron dos horas donde los peques se sintieron “Bobby Fischer” (que antiguo), donde todos querían competir, aunque de competencia nada tenía.

 

La excusa era compartir un grato momento en familia.

 

Es cierto que estuvieron bastante apretados en la sede del Círculo. Es que la idea original era hacer toda esta movida deportiva, social y recreativa en el SUM de la Escuela 76, pero justo ese día a los de Camuzzi se les ocurrió sacar el medidor de gas y nos quedamos sin el espacio amplio y muy necesario por cierto.

 

Y hubo que salir corriendo, con los tableros y con las mesas a los hombros. Con las pocas sillas que había en el Círculo.

 

Pero salió. Fueron dos horas que servirán como semilla. Ahora, viene el otro trabajo, seguir compartiendo otros momentos de ajedrez con los más pequeños. Enseñarles los primeros movimientos, hablarles de estrategias y de tácticas. De diagonales y enroques. De pensar y recalcular. De estar contenidos.

 

Que los chicos piensen, que analicen, que estudien, que sepa que el ajedrez los contiene, los educa y los templa. Para el deporte y para la vida

 

Los padres no pueden quedar al margen. Estamos hablando (en este caso escribiendo) de la educación de sus hijos y estas movidas se tienen que repetir.

 

Claro que quien tenga la capacidad, las ganas y la responsabilidad de enseñarles a los nenes y a las nenas jugar al ajedrez deberán tener una retribución (plata, morlaco, cuyin o como lo quieran llamar) y, para que esto suceda, se debería promover desde el Estado que haya una beca, un apoyo económico, un incentivo, o lo que sea, para que no se pierda, para que no solo quede en buenas intenciones.

 

 

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