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14 de Mayo de 2023
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Martín Almada: La historia del vendedor ambulante de tortas fritas que sueña con ser policía

Martín es un ejemplo de resiliencia y perseverancia. Llegó desde Cholila, se tuvo que quedar en Esquel debido a la pandemia y se gana la vida vendiendo tortas fritas persiguiendo un sueño.

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- Por Lelia Castro -

 

 

Desde muy chico Martín aprendió la cultura del trabajo gracias a su padre, quien le enseñó a vender productos en la calle en Neuquén desde que tenía apenas tres o cuatro años, donde vendían tortas fritas, porta celulares, de todo un poco. Si bien no tienen una muy buena relación hoy en día, siempre le agradece todo lo que le ha enseñado, lo que le permite ganarse la vida. Una tradición de vendedores y de cultura del trabajo que se mantiene en toda la familia Almada.

 

 

“Hoy en día yo pienso, considero que soy un buen vendedor, un buen vendedor ambulante. Y fue gracias a él, porque fue quien me enseñó desde muy chico todo lo que yo tenía que saber para ser un buen vendedor ambulante”.

 

 

A los cinco años se muda con su madre Lorena a Cholila y a los siete años comienza a vender los panes caseros, rosquitas y tortas fritas que ella hacía, al salir de la escuela. Así logró terminar la primaria y la secundaria.

 

 

“Si bien mucha gente no lo veía bien eso, la criticaban a mi mamá por eso, yo nunca lo ví como ninguna explotación ni nada de eso, porque gracias a eso, yo tenía mi plata y nunca tuve que andar pidiéndole a mi mamá ‘mamá quiero comprarme esto o quiero comprarme aquello’, porque yo con mi trabajo ahorraba y me daba mis gustos y me compraba mis cosas”.

 

 

 

 

Salir a vender lo llena de orgullo y lo hace sentir cerca de su familia que tiene lejos, le recuerda sus raíces y de dónde viene. “Cuando yo salgo a vender, me siento feliz, no sólo porque me guste trabajar, sino porque me siento cerca de ellos”.

 

 

La relación con su madre siempre ha sido buena, aunque haya tenido sus peleas como toda madre e hijo, son muy unidos y que ella no estuviese muy de acuerdo con que Martín se viniese a Esquel.

 

 

 

En el 2020 viene a Esquel a visitar a un amigo y que termina quedando ‘atrapado’, como él dice, ya que debido a la pandemia no lo dejaron volverse a Cholila. Entonces, cuando empezaron a escasear los recursos, le propone a su amigo empezar a vender tortas fritas en la calle para poder ganar dinero. Y así comenzaron.

 

 

“En ese momento estaba en mi último año de secundaria, pero como estábamos en pandemia y era todo virtual, tranquilamente podía estar trabajando acá en Esquel, podía hacer mi tarea y trabajar. Trabaja y cuando terminaba volvía a mi casa y hacía la tarea que tenía que hacer”.

 

 

A pesar de todas las cosas que le han pasado en la vida, siempre contó con el apoyo y el respaldo de su familia, nunca pasó hambre ni ninguna necesidad, su madre siempre se hizo cargo de que no le faltara nada a él y a sus hermanos Luna y León.

 

 

“A pesar de que han pasado muchas cosas, no siento que haya tenido una vida triste, nunca me hizo falta nada, siempre tuve un techo, comida y una familia amorosa. Siento que tuve todo lo necesario para ser feliz”.

 

 

 

 

Está muy agradecido a la comunidad esquelense, que lo ha recibido bien desde un inicio, no sólo comprándole tortas fritas, sino que muchos vecinos lo ayudan de diversas maneras, como dándole ropa o regalándole elementos que le puedan ayudar en su trabajo, o llevándolo en auto hasta su casa con las bolsas de harina.

 

 

No hay un solo día que me haya ido mal con la venta en estos dos años, siempre vendo todo. Eso es gracias a los esquelenses que siempre me ayudan, siempre me compran”.

 

 

Martín cuenta que su gran sueño es llegar a ser policía. Se quiso inscribir cuando llegó, pero no pudo por ser menor de edad y no contar con carnet de conducir. Pese a haber fallado una vez, pero está convencido de seguir intentándolo las veces que sean necesarias para alcanzar su meta.

 

 

“Igual sigo firme en eso, voy a seguir intentando hasta que lo logre. Mientras tanto sigo trabajando con las tortas fritas, con eso me mantengo, con mi compañero, nuestra economía se basa en eso, que siempre nos va bien”.

 

 

 

 

Agradece siempre a los esquelenses porque todos los días sale a la calle y vende todo lo que tiene. Cuenta con su clientela fija, que visita una vez por semana para no cansarlos, además de tener su recorrido, el caballito de batalla son las estaciones de servicio, donde no importa cómo esté el día, siempre hay gente y le compran. En fechas de cobro, antes del mediodía ya vendió todo. También agradece a la gente de la Cervecería Amancay, quienes brindaron el espacio para realizar la nota.

 

 

Reconoce lo difícil que es encontrar trabajo y que muchas veces la paga no es buena, por lo que decidió dedicarse a lo que sabe hacer y lo que hizo toda su vida. Sabe lo que es no tener trabajo, pero les dice a todos que no se desesperen, que si el trabajo no llega, se puede conseguir por uno mismo, ver la forma y hacer algo,  siempre de algún modo se puede salir adelante.

 

 

 

Martín extraña a su familia, pero sigue trabajando duro para tener su propio dinero y sentirse independiente. Su historia de vida es un ejemplo de resiliencia y perseverancia, a pesar de los obstáculos que se presentan en el camino. Trabajando duro para un día cumplir su sueño de llegar a ser policía.

 

 

“Ese es mi mensaje para ustedes: si tienen algún objetivo o alguna meta en la vida, no se rindan. Porque que no lo logren a la primera, a la segunda, ni siquiera a la séptima vez, no significa que no lo van a lograr. Tienen que perseverar, insistir y no rendirse”.

 

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