Meliquina es una aldea de montaña ubicada a unos 30 kilómetros de San Martín de Los Andes. Entre pinares y casas dispersas, viven cerca de 600 personas que eligieron el lugar buscando tranquilidad. Sin embargo, desde hace al menos un año la calma se vio alterada por una seguidilla de hechos que los vecinos describen como “preocupantes y violentos”: animales muertos o heridos por disparos.
“Estamos en un grupo de WhatsApp donde los vecinos comparten información, y cada tanto aparece un caso nuevo. Perros baleados, un caballo muerto. Es algo que viene pasando hace tiempo”, contó una vecina que pidió mantener su nombre en reserva por miedo a represalias.
Según su relato, los ataques suelen repetirse con el mismo patrón: un perro se acerca a una casa y recibe un balinazo. Algunos mueren, otros quedan gravemente heridos. “Hace tres semanas una chica contó en el grupo que su perro se acercó a una vivienda y apareció con una herida en la panza. La persona que le disparó reconoció lo que había hecho y hasta se hizo cargo de los gastos veterinarios, pero el animal quedó con el balín adentro porque no se lo pudieron sacar”, relató.
El miedo se mezcla con la impotencia. “Esa chica terminó dando el perro en tránsito a otra vecina porque tiene miedo de que se lo maten. Y no es el único caso. Este invierno otro vecino encontró a su perro herido de bala, y antes habían matado un caballo que andaba suelto”, agregó la mujer.
En Meliquina no hay presencia policial permanente, y las distancias hasta San Martín de los Andes o Junín dificultan hacer denuncias. Esa falta de control, sumada al silencio de muchos, alimenta la sensación de que “cada uno hace lo que quiere”.
“Acá no hay Policía, nadie denuncia porque no sabe cómo o porque teme quedar expuesto. Y entonces todos se creen con impunidad para hacer lo que se les antoja. A mí me da miedo. Vivo con mi hijo y pienso: si alguien es capaz de disparar a un perro, ¿Qué pasa si un día le pega a una persona?”, se preguntó la vecina.
En los chats vecinales circulan nombres y versiones sobre quiénes serían los responsables. “Dicen que hay un señor que, si los perros se acercan a su casa, les pega un tiro. Incluso el que hirió al perro reconoció que fue él, y pagó los gastos. Pero eso no lo hace menos grave”, señaló.
Además de los disparos, los vecinos mencionan otros hechos que los inquietan. “También pasa que atropellan animales con los autos. Hace poco mataron a un perro así. Es como si no hubiera respeto por nada”, lamentó la mujer.
El clima social tampoco ayuda. “En el pueblo hubo mucha grieta entre los que querían que se asfalte la Ruta 63 y los que no. Eso generó divisiones fuertes. Todo se volvió más tenso, y hay gente que está muy enojada con todo”, describió.
Pese a la preocupación, no hay denuncias formales. “Me da la sensación de que hasta que no pase una tragedia nadie va a hacer nada. Tenemos miedo, pero también impotencia. No sabemos quién tiene un arma ni si es legal que la tenga. Vivimos con esa incertidumbre”, concluyó la vecina. Mientras tanto, el silencio y el temor se expanden en Meliquina, donde los vecinos están enfrentando el miedo de recibir una bala perdida.