Los controles desplegados durante la Nochebuena y la madrugada de Navidad en distintos puntos del país volvieron a dejar escenas llamativas. En medio de los operativos, numerosos conductores dieron positivo y apelaron a una variada lista de excusas para justificar los resultados, que incluyeron desde el uso de enjuague bucal y la ingesta de aceitunas hasta supuestas confusiones sobre los límites permitidos para manejar.
Durante los operativos, los trabajadores de tránsito repitieron el mismo procedimiento: solicitar el documento, explicar el uso de la pipeta descartable, pedir una exhalación sostenida y comunicar el resultado. La cifra arrojada por el alcoholímetro determinó el rumbo de la noche para decenas de conductores, algunos de los cuales recibieron la retención inmediata de la licencia de conducir y el secuestro del vehículo, de acuerdo con lo que exige la normativa local.
“0,50 es el máximo permitido acá en CABA. Sin cortar. Soplamos hasta que yo le diga basta”, instruyó uno de los agentes a un conductor. El proceso, lejos de resultar ajeno para quienes circulaban esa noche, se volvió una escena habitual en las fiestas de fin de año.
Las explicaciones se sucedieron una tras otra: “¿El Listerine te arroja ese valor?”, preguntó un conductor, intentando atribuir el resultado a un simple enjuague bucal. La respuesta del agente fue tajante: “No. En realidad, ¿usted brindó o algo?”.
Otro automovilista, con la misma excusa, insistió con la duda sobre si las aceitunas podían elevar el resultado del test. La respuesta fue inmediata: “No, el oliva no. Esto es el alcohol en sangre”. En esa misma línea, el conductor buscó relativizar el resultado. “Salí a laburar. ¿El oliva no… eh, sube eso?”, repitió, sin lograr modificar el desenlace.
Para quienes transportaban pasajeros, el límite es aún más estricto: “Cero, porque transportaba pasajeros”, aclaró uno de los agentes, ante la sorpresa de un chofer que había dado 0,48 gr/l. “Es que me pidieron que los lleve. Preguntales”, replicó el hombre, mientras el oficial le recordaba la prohibición para quienes tienen licencia profesional.
En el intercambio, tampoco faltaron las dudas burocráticas. “¿Tiene forma de buscar la cédula en Argentina? ¿Quiere que lo ayude a buscar para que no se le tenga que pasar?”, ofreció uno de los agentes, ante la falta de documentación del conductor. “No, porque el auto no es mío”, admitió el automovilista, agregando un nuevo elemento a la escena.
En los registros de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, las excusas también abundaron. “¿Usted me dijo que ha ingerido alguna bebida?”, consultó un agente a un conductor, quien reconoció: “Sí, esta noche, obviamente”. El resultado marcó 1,57 gr/l. “¿Por qué tomó?”, insistió el oficial. La respuesta fue directa: “Estamos acá con la familia”.
A otro conductor, el test arrojó 1,21 gr/l. “¿Tomó alcohol, me dijo, caballero?”, preguntó el agente. “Sí, tomé alcohol”, reconoció el hombre, quien precisó que venía de un hotel y que había bebido vino. El operativo terminó con la retención de la licencia y la imposibilidad de continuar manejando. “No, no, voy a llamar un chófer que me venga a buscar”, aceptó el conductor.