(Por Carlos “el Chavo” Ortiz). - En los metros finales del Desafío Capri su cara demostraba que no solo corrió por ella, si no por alguien más que tal vez no estaba en este plano físico. Algo le pasó, su cara lo demostraba y seguramente habrá recibido una noticia por demás muy fuerte.
El Desafío Capri, como cualquier carrera de montaña, tiene la particularidad de que todos ganan. Quienes llegan a la meta ganan. No corren contra un rival en particular, corren por uno mismos.
Para sentirse libre, para conocer sus límites, para estar conectados con la naturaleza y tal vez, en la cima de una montaña, se reencuentra con sus seres queridos quienes están allá arriba alentándolos.
Pero esta foto me intrigó, la llegada de ella y mirar la foto más tranquilo en casa, me intrigó. Revisé su número, el 363. La busqué en la clasificación final. Se llama Rosana Vanesa Guananja, es de Caleta Olivia, corrió los 18km con un tiempo de 2hs 16min 45seg, terminó en el puesto 31 entre las mujeres y en el puesto 13 en su categoría.
Llegó en el medio del pelotón, mezclada entre los 700 corredores que tomaron parte del Desafío Capri, cada corredor tiene una historia de vida, con hechos que marcan a fuego su camino.
La cara de ella lo dice todo. Corrió por alguien, por homenaje a ese alguien. Algo le pasó en la vida que la “shockeó,” que la desacomodó, pero que encontró en el Desafío Capri su descarga, su cable a tierra, su motivo para seguir adelante.
Algo le pasó en los últimos días. Ojalá no haya sido nada grave, pero sin dudas que esta foto en la llegada tiene una historia.