En el centro de Esquel se alza un monumento de piedra y barro que es mucho más que un simple edificio histórico: es la Capilla Seion, el refugio emocional y cultural de la comunidad galesa que marcó la vida de la ciudad. La cultura galesa se ha caracterizado siempre por su permanencia a lo largo de la historia, y en la Patagonia, las capillas se erigieron como el epicentro fundamental de la vida colectiva de estas familias, acogiendo tanto eventos culturales como religiosos.
En 1915, se inauguró en su ubicación actual.
La necesidad de esta congregación surgió en tiempos difíciles, cuando la distancia dificultaba la práctica de sus costumbres; llegar a la Capilla Bethel, cerca del Río Percy (en los alrededores del actual Trevelin), era una verdadera travesía.
El sueño colectivo
En respuesta a esta dificultad, la Capilla Seion se organizó formalmente el 31 de enero de 1904. Su primer hogar fue una casa muy precaria y sencilla, que compartía espacio con la escuela que luego se convertiría en la número 20, en la chacra de la familia Freeman. En aquellos tiempos, Esquel era apenas el valle del Ensanche de la Colonia 16 de Octubre. Sesenta y cinco miembros conformaron esta organización inicial, incluyendo a familias fundamentales en la historia local como los Freeman, Jenkins, Austin, Morgan, Roberts, Williams, Jones, Lloyd y Hughes.
Gracias al espíritu de colaboración que definía a la colectividad, los vecinos trabajaron juntos, a veces aportando materiales y otras veces con mano de obra, para conseguir comprar un lugar amplio. En1915, se inauguró la capilla en su ubicación actual (Rivadavia, entre 25 de Mayo y Sarmiento). La edificación final, que se mantiene intacta, fue asentada en piedra y barro con paredes de ladrillo cocido y techo de chapa. Los bancos están dispuestos en el centro, con pasillos de circulación a los costados, y al frente se ubican el sillón del predicador, una pequeña biblioteca y un armonio a pedal. El Vestry, en sus orígenes, fue destinado a las reuniones dominicales, la ceremonia del té y la escuelita dominical. Hoy, en ese mismo sector funciona la Escuela de Galés de la Cordillera.
Lugar de encuentros
La Capilla Seion se convirtió en un sello que da identidad a la ciudad de Esquel. No era solo un espacio de culto, sino, ante todo, un lugar de encuentro, de fiesta, de canto y de solidaridad. Se transformó en el eje de la vida social y espiritual, ofreciendo un lugar vital de reunión, especialmente para aquellos galeses dispersos alrededor de la Colonia 16 de Octubre.
Fue lugar central para la vida social de los primeros habitantes de la Colonia 16 de Octubre.
Más allá de las actividades religiosas y la escuela dominical, la Seion sirvió como un vínculo esencial para mantener vivas las costumbres, el idioma (ante el temor a perderlo), y la enseñanza del canto, una característica cultural que perdura en el tiempo.
La memoria atesorada
Los muros de este noble edificio atesoran incontables vivencias personales, constituyendo la memoria viva de los primeros años de Esquel. Para los pioneros, ir a la capilla era un sentimiento de necesidad, un profundo asunto de fe.
Un relato especialmente conmovedor es el de las fiestas de Navidad, de gran importancia para los galeses. La celebración se centraba en el día de Navidad (no Nochebuena) con un almuerzo solemne, donde “un pavo al horno no podía faltar”. Luego de la comida, la familia se dirigía a la capilla a las cuatro de la tarde para el servicio comunitario.
En 1995 fue incluida en el Registro Provincial de sitios, edificios y objetos de valor patrimonial de Chubut.
Hoy, la Capilla Seion sigue siendo un hito histórico y arquitectónico fundamental en el centro de Esquel. Desde 1995, la capilla está incluida en el Registro Provincial de sitios y edificios de valor patrimonial, cultural y natural de la provincia del Chubut. Este lugar no solo preserva el espíritu galés de aquel entonces, sino que nos permite reconocer y honrar la vida de aquellos valientes inmigrantes en la Patagonia.
Lic. Maira Flores.