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05 de Abril de 2021
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El Horcón

El Horcón: "La pobreza y la campaña política"

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La pobreza en Argentina en este siglo XXI, lejos de aminorar o encaminarse hasta una posible solución, va en ascenso peligroso que suma décadas y gobiernos, de diferente impronta y signo político.

 

 

Las mediciones sobre ese flagelo -no exentas de falta de datos y ocultamiento de ellos desde la vuelta a la democracia en 1983 a la fecha- dan cuenta que ningún gobierno ha podido garantizar que aproximadamente doce millones de argentinos, nunca, dejen de ser pobres. Estos números escalaron a más del doble de la población a principios de siglo y ahora superan ese 30% sobre el que dieron vueltas la mayoría de los gobiernos anteriores sin que se conozca, aún, con qué herramientas y políticas públicas se va a lograr, al menos, parar la peligrosa curva creciente de argentinos que no tienen las necesidades básicas resueltas; entiéndase por ello alimentación, salud y techo entre las más imprescindibles.

 

Paradójicamente los sorprendentes avances tecnológicos que atraviesan la mayoría de las industrias como las de producción de alimentos, farmacéutica, ocio  y comunicaciones, entre otras, no se revierte, como tal vez podría ser, en mejor alimentación o salud , por ejemplo, de millones de personas que ni siquiera saben de qué se habla como se dice “alimentación sana” o “vida saludable”; las preocupaciones se nombran de forma más simple como comer o un techo para la familia.

 

 

Falta trabajo, pero aún con empleo no alcanza; algo está mal cuando esto sucede. Va calando familias y generaciones que viven con miedo continuo ante un gasto cualquiera que, por eventual, no deja de ser necesario.

 

Somos de los países que más carga impositiva tiene, sin que ello no se revierte en mejores servicios o en proyecciones certeras hacia la disminución de pobres lo  cual tiene consecuencias,  sin dudas, en quienes lo son, pero también en aquellos que aún pueden decir que pertenecen a la clase media o tienen mayores ingresos: la inseguridad, por ejemplo, que afecta a todas las clases sociales, es un producto en gran medida de la falta de inclusión, educación y pobreza.

 

La marginalidad llega a aceptarse como cotidiana hasta que golpea a quien pudiendo hacer nunca hizo nada y la uso para escalar, por ejemplo, en política; la mejor herramienta que en manos indicadas podría planificar y solucionar la vuelta a la dignidad de muchos argentinos pobres.

 

En Chubut, como no podía ser de otra forma, sobran impuestos, el estado sobrevive a préstamos con intereses escandalosos  y muchos que no quieren irse de Argentina, al menos -si tienen hijos en edad escolar- ya se han ido antes que comenzara otro año lectivo, a alguna provincia donde las cosas estén mejor; pues estamos dentro de un mundo con un sistema global en crisis, en un país con muchas dificultades y en una provincia que dentro de este escenario, es de las peores administradas de la nación.

 

Siempre, previo a elecciones, los pobres vuelven a los discursos, en esta oportunidad ante la proximidad de los comicios para elegir senadores y diputados regresa el “tema fácil” para hacer campaña, siempre, claro, culpando al que estuvo o al que está según el lado donde cada aspirante a una de las vacantes se encuentre. Se olvida que la pobreza se ha vuelto endémica en Argentina y no aparecen acciones para romper ese piso del 30% histórico, no hay que olvidar que detrás de los números fríos hay personas reales. A los comedores comunitarios  -también en Esquel- están llegando vecinos que nunca tuvieron que hacerlo, muchos hasta con vergüenza,  sin percatarse de que la vergüenza es política

 

Quizás un paso para empezar a encontrar soluciones pudiera ser que ningún político puede repetir en puesto o cargo luego de un primer mandato, esto sería para intendentes, sus funcionarios, gobernadores, ministros, presidente, diputados senadores; tal vez de esa forma se empiece a practicar la política como servicio, se busquen soluciones y no se invierta en ella como negocio.

 

En estas elecciones más que la preocupación por el aumento de pobres en el país y en la provincia, la clase política está ocupada en pasar de diputados a senadores, ocupar alguna banca y en ir preparando las condiciones para en el 2023 no quedar fuera del Estado, escenario posible si, antes, el hartazgo, desesperanza y deterioro de las condiciones de vida de muchos argentinos no da paso a una nueva forma de hacer política y administrar el estado, que responda mejor a los problemas y menos a las campañas de turno.

 

 

Chistecito de Yapa

 

Un borracho le cuenta a otro:

 

-El otro día caminaba por la calle y me encontré 200 pesos y como buen cristiano me pregunté: ¿Qué haría Jesús en mi lugar?

 

-¿Y qué hiciste?

 

-¡Los convertí en vino!

 

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