05 de Noviembre de 2022
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Dos22 y Das22, el recuerdo en homenaje a la gran Pizza a la Piedra de Esquel

Hablamos con Diego Poblete, uno de los dueños que tuvo la pizzería que funcionó en Sarmiento y Ameghino. Nos cuenta la historia y despeja dudas como la del nombre: Dos o Das. ¿Vos cómo le decías?

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Por Karim Chelbi Camba

 

Los domingos se me cruzaban dos pasiones: el fútbol y la pizza. Era totalmente una costumbre ver los partidos de Boca y cerrar el día con una pizza de Dos22. O Das22. Sinceramente, no recuerdo cómo le decía, pero siempre supe que existía esa duda.

 

Preguntando sobre los dueños de la pizzería, llegué a Diego Poblete, quien la tuvo entre el 1997 y el 2003. Y ahora, todos van a saber cuál era el verdadero nombre. Además, Diego, en su casa, nos recibió para hablar de la única pizza a la piedra del momento en Esquel.

 

Entre otras cosas, recuerda a su clientela, la crisis del 2001 y la visita de tres grandes deportistas argentinos: David Nalbandian, Luciana Aymar y Matías Almeyda.

 

 

 

-Algunos le decían Dos22 y otros Das22. ¿Cuál era el verdadero nombre?

 

El nombre correcto de la pizzería es Dos22, haciendo referencia a dos locos que eran los dos dueños de la pizzería. Das22 surge cuando fallece el último dueño de la pizzería y no podía seguir con el mismo nombre por una cuestión legal. Como en el logo, mucha gente lo confundía por la forma que tenía la O, nos agarramos de eso. Para todos seguía siendo Dos22, pero en los papeles pasó a ser Das22.

 

-¿Cómo fue el inicio del trabajo en la pizzería?

 

La pizzería tenía su trayectoria. Yo empiezo con Cipriano que era dueño de la pizzería, junto con una parrilla y un camping. Después de dos o tres años, me propone ir a trabajar a la pizzería por un tiempo. Las condiciones eran esas, probar un tiempo y ver si la pizzería levantaba y pase lo que pase iba a seguir en mi camino, porque estaba en otra profesión. Surgieron cosas, se abrió una pizzería en el camping Los Maitenes; al año siguiente otra pequeña pizzería que se llamó Píccola en Trevelin. Lo que iba a ser en tres o cuatro meses, se transformaron en cinco años.

 

-¿Cómo fue el periodo de trabajo en la pizzería?

 

La pizzería siempre anduvo muy bien, a pesar de los periodos económicos de la Argentina. Siempre tuvo su clientela y anduvo muy bien. Las temporadas de verano y hasta las malas eran muy buenas. Hubo un periodo que se impulsó el turismo social con gente de tercera edad, que fue muy aprovechado en Esquel por las casas de comidas. Fue una linda experiencia, pasaba de lo que se te ocurra por la pizzería: grupo de mochileros, artistas, gente de teatro, coros, Matías Almeyda, David Nalbandian, Luciana Aymar. Mucha gente que de otra manera no hubiera podido conocer. Estaba justo en el acceso a Esquel y te diría que era un lugar de parada obligado, sobre todo los fines de semana. Fue un periodo muy lindo, de mucho trabajo y aprendizaje. En noviembre del 2003, hasta ahí llegué yo.

 

-¿Por qué?

 

Como toda casa de comida, vivís a trasmano y al revés de todos. Yo había tenido mi primer hijo y eso te mueve el piso y te hace replantear un montón de cosas. Un domingo del 2003, nos íbamos al lago y a las 17 tenía que traer a toda la familia porque había que laburar. Un domingo sin pensarlo, nos estábamos por ir al lago y le digo a Carla, mi señora, “dame un cachito que voy a solucionar un problema en la pizzería y vengo”. Fui a la pizzería y le dije a Juan que era el señor que hacía las pizzas: “Juan, te entrego las llaves de la pizzería. A partir de hoy es tuya”. Pensó que era broma, porque no había nada charlado y me dice “no, ¿yo cómo te la compro?”. Y le dije “no sé, cuando pasó lo que pasó yo no tenía como comprarla y ustedes me pidieron que sigamos adelante y que iba a haber una solución” y yo les dije lo mismo. Que sigan adelante y que iban a tener una solución. Así fue mi final, muy loco porque no lo tenía pensado. Tenía mucha actividad con el gimnasio; a la mañana había que ir a cumplir horas, salir e ir a la pizzería; salir de la pizzería e ir al gimnasio. Inconscientemente, se fueron dando cosas que hicieron que yo tomara esa decisión.

 

-¿Recordás clientes habituales?

 

Mis amigos, todos. Había clientes de las empanadas árabes que era cuestión de todos los días. Nombres en este momento no recuerdo, pero había gente de día por medio o todos los días pasaba a comer su empanadita o picadita y tomar un vermú a la tarde. Un año que fue muy malo en cuanto al tiempo a La Hoya, prácticamente no cerrábamos. Abríamos a las 11 o 12 y abríamos todo el día y llegamos a funcionar como confitería. La gente pasaba y se quedaba a comer al mediodía, tomar un café y se extendía. Realmente, dijimos que había que seguir abierto porque la gente entraba. Ese invierno fue muy loco, porque arrancábamos desde el mediodía hasta la madrugada.

 

-¿La pizza a la piedra era la especialidad?

 

La especialidad era la pizza a la piedra y las empanadas. Después, tenía complementos como hamburguesas, sándwich de lomitos, pero el fuerte era la pizza.

 

 

 

-¿Era la única pizza a la piedra de Esquel?

 

Tengo entendido que hasta el momento sí, era la única. Después no sé si empezaron a hacer las otras. Nosotros teníamos algunas pizzas media masa por algún cliente que la pedía, pero no era la gran salida de la pizzería. No sabría decirte si las otras pizzerías tenían alternativa, pero en nuestro caso, el fuerte era la pizza a la piedra.

 

-¿Siempre estuvo en la misma dirección?

 

En Sarmiento y Ameghino, siempre estuvo ahí. Tengo entendido que abrió ahí y cerró ahí.

 

 

El local de Dos y Das22 en 2014, después del cierre de la pizzería.

 

 

¿Seguías yendo cuando la dejaste?

 

Sí, seguimos en contacto con los chicos que se hicieron cargo. Yo seguí manteniendo relación hasta que el pizzero y su familia se fueron de Esquel. Creo que cuando él se va, la pizzería se cierra. No tengo el recuerdo de que la haya vendido. Me parece que le salió una oportunidad de trabajo. Después, la pizzería tuvo un momento difícil porque hubo más casas de comida que abrieron y la economía no acompañó. A Juan le salió una oportunidad de laburo en Formosa, que es de donde él era y se trasladó allá. Ahí creo que la pizzería cierra definitivamente.

 

-¿Cómo fue arriesgarse a un rubro del que vos no venías?

 

Son esas cosas que a uno le ofrecen de joven. Yo de camping no tenía ni idea y me metí. Tampoco es algo de otro mundo. Tiene sus cositas que las vas descubriendo mientras vas trabajando. La pizzería requería otras obligaciones, trabajar con comida es delicado. Tenés que tener en cuenta un montón de cosas como el vencimiento de las materias primas, la calidad de lo que compras. Es espinoso, pero bueno, teniendo en cuenta determinadas cosas no llegas a tener problemas. Era un trabajo nuevo, diferente a lo mío, pero u desafío nuevo. Realmente, fue una experiencia muy linda de crecimiento y no estoy arrepentido para nada.

 

-¿Cómo fue atravesar la crisis del 2000, 2001?

 

Acá la cosa es más tranquila. Uno ve Buenos Aires y no puede creer las cosas que pasan. Como toda crisis, la sentís, pero tenés altibajos. Por ahí días que eran fuerte, no eran tales. Sinceramente, la crisis del 2001 en la pizzería no fue tan mala. De hecho, en ese momento me compro mi primer coche cero kilómetros. A pesar de todo, siempre fue bastante estable el trabajo en la pizzería en cuanto a lo económico. Hubo épocas más buenas, medias, un poquito peores, pero nunca estuvo en riesgo el pensar si cerrar. Para nada.

 

-¿Recordás los precios de las pizzas?

 

No me acuerdo, pero teníamos promociones. Esto te lo puedo decir clarísimo, teníamos promociones en la que te llevabas dos pizzas de muzzarella y una gaseosa por 120 pesos. Me acuerdo eso, porque hacíamos volante y eso lo tengo como referencia. Por 120 dábamos dos pizzas y ahora es una locura. Andaba por eso precio, una pizza por 60 pesos.

 

-¿Cómo fue el encuentro que mencionabas con Nalbandian, Luciana Aymar y Almeyda?

 

Tengo el recuerdo de ellos tres, porque con ellos se hizo un intercambio. Almeyda vino después de un Mundial. Perdió Argentina y a la semana estaba comiendo en la pizzería. Estaba comiendo ese día Bulín Fernández y Menen. Ellos lo reconocen a él. La pizzería estaba cerrada y entró con el papá para ver si había posibilidades de prepararles algo. Ellos se presentan y empezó una charla en la que se quedaron comiendo y tomando una cerveza.

 

Luciana Aymar pasó un domingo al mediodía. Estaba cargando nafta y se iba al Parque Nacional Los Alerces.

 

Nalbandian estuvo una semana porque venía a pescar en el verano. Él llegó a la pizzería, después se hizo un asado con él y no había clasificado al Torneo de Maestros y lo llaman para que vaya. Nosotros le decíamos que tenía que ir, fue y le ganó a Nadal, Federer y Djokovic. Son esas cosas que, de otra manera, uno no hubiera podido tener acceso.

 

-¿Qué significó la pizzería para vos?

 

Fue una etapa importante porque ahí pierdo a un amigo, que es Cipriano. Ahí también nacen mis hijos.

 

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